Por: Iván Escobar
Colaborador
No solo el paso del tiempo, el deterioro de las infraestructuras, la amenaza latente de cualquier desastre natural son los riesgos que corren día a día en El Salvador las estructuras o edificaciones tipificadas como Patrimonio Cultural o bien cultural protegido. Hoy en día, el mayor riesgo que se tiene es a partir de decisiones equivocadas que toman las personas, no sólo particulares, sino también autoridades estatales que poco o nada hacen para resguardar lo que va quedando en la ciudad.
San Salvador es una ciudad que guarda mucha historia, pero así mismo suma más acontecimientos, entre ellos: incendios, terremotos, daños irreversibles a edificaciones históricas son parte del día a día, y que acaban con la historia urbanística y arquitectónica de la ciudad.
Las municipalidades desde 1997 comenzaron en San Salvador una transformación que a la fecha continúa, y en la cual el patrimonio cultural no hay certeza de que será protegido en su totalidad.
En los últimos días diversos profesionales, académicos e investigadores han alzado su voz contra lo que consideran el mayor daño que por ahora ha sufrido el Palacio Nacional. Una edificación construida en 1911, y que de acuerdo a algunos, es “la joya más importante de San Salvador”, en lo que respecta a la arquitectura de la ciudad, según lo externaron los presentadores del canal de YouTube “CityCorners Radio”.
Además han modificado sus jardines, extracción de una de las cinco araucarias del jardín central entre otros cambios, que por ahora se desconocen más detalles, pues el hermetismo ha imperado en el caso.
Las cuadrillas de trabajadores del Ministerio de Obras Públicas (MOP), como entidad asignada por el gobierno central para ejecutar las obras, destruyó además las aceras externas del inmueble, así mismo, cercó con láminas en los alrededores del mismo para evitar que particulares y medios de comunicación hagan fotografías del lugar, por ahora.
En su denuncia, Cañas Dinarte presentó imágenes del interior del Palacio con las zonas totalmente descubiertas de los pasillos, y otras imágenes que han circulado en los últimos días, donde se muestra el retiro de las gradas principales, las cuales estaban construidas de mármol de Carrara, material importado desde Italia para decoración del inmueble.
El gobierno central comenzó trabajos cuando anunció a través del MOP, el cierre al público en abril de este año, de estas obras que se ejecutarán al interior del antigua edificación.
Karla Cestoni, estudiante egresada de arquitectura de interiores, fue otra voz crítica, ya que ella trabaja en su tesis de estudio sobre las baldosas del Palacio Nacional, y hoy su preocupación es el giro que sin duda dará su estudio, sí se cambiaron los suelos del lugar. “El valor arquitectónico que tiene el Palacio, es súper importante, tanto que lo hicieron Patrimonio Cultural, es algo que tendría que estar protegido de las cosas que están pasando ahorita”. Confirmó así, a través de un video público, la destrucción de las baldosas con más de 100 años de haber sido colocadas.
Un Palacio lleno de historia
En el libro “Estampas del viejo San Salvador” de 1978, del periodista Julio C. Castro, relata que “…nuestro suntuoso Palacio Nacional fue construido durante los años 1904 a 1911…en esa bellísima construcción, artesanos netamente salvadoreños de aquellos tiempos, pusieron todo su arte y su entusiasmo a fin de dotar a nuestra capital, de un magnífico edificio”.
Cabe recordar que el Palacio Nacional es el último construido en la ciudad, ya que el primero se perdió durante un voraz incendio el 19 de noviembre de 1889.
Castro añade en su publicación que por aquellos tiempos, finales de 1978 cuando publicó el libro, estaba el interés de un alcalde capitalino por querer instalarse en el interior del Palacio. Esto, el periodista opina que no era oportuno, pues la alcaldía debería estar en su propio Palacio Municipal, ya que situarse ahí implicaba nuevas construcciones anexas en su interior, que alterarían sin dudarlo el diseño original, además en el mismo operaban las oficinas de los tres poderes del Estado.
“Pensemos, pues, en RESTAURAR todo aquello que representa un recuerdo de anteriores civilizaciones, en vez de REESTRUCTURAR, pues por ello caemos en ese vicio de los tiempos modernos de no ser originales, sino plagiadores…” expresaba en su artículo, Julio C. Castro, en aquellos años.
Los daños son irreversibles de acuerdo a la información que ha circulado, en relación a lo suscitado en el Palacio, han expresado en diversas opiniones arquitectos e ingenieros conocedores del valor arquitectónico de estructuras en el centro histórico de San Salvador.
Los medios de comunicación han constatado desde el fin de semana pasado, a través de videos, fotografías y crónicas, que las baldosas quebradas fueron tiradas al botadero del río de las cañas, al oriente de la capital, sepultando con ello, más de un siglo de historia patrimonial de los salvadoreños.
Más atentados al patrimonio en el presente siglo
En el país, a lo largo de su historia, y en los últimos años del siglo recién pasado y primeros de este, aprobó normativas legales y suscribió convenios encaminados a resguardar el patrimonio material e inmaterial del país.
En medio de la polémica del Palacio, a inicios de esta semana se incendió una casa antigua, ubicada sobre la 17 avenida Norte, entre la primera calle Poniente y Calle Arce, dejando en claro una vez más la vulnerabilidad de las estructuras antiguas en la capital, a pesar de las normas de protección.
En ese sentido, el país cuenta y en particular el centro histórico de San Salvador, con normativas de protección como: la Ley Especial de Protección al Patrimonio Cultural en El Salvador, (de 1993); el Decreto 680, que contiene la Declaración del Centro Histórico de la ciudad de San Salvador como bien cultural, (de 2008); la Resolución Internacional MP-001/2016, Medidas de Protección del Centro Histórico de San Salvador, y el Convenio para la Protección de Bienes Culturales en caso de conflicto armado, (distintivo con emblema azul), mencionaron en el programa de CityCorners Radio.
También hicieron mención, en esta oportunidad, de algunos casos que en el nuevo milenio han demostrado que la vulnerabilidad al patrimonio va en aumento, a pesar de que en estos tiempos y de acuerdo a esas normas, se tendría que contar con mayor consciencia de resguardar el patrimonio, tanto el pueblo, como las instituciones del Estado encargadas de ello.
Entre los casos que se destaca: la destrucción por parte del Arzobispado de San Salvador, del mural: “la Armonía de mi pueblo”, del artista Fernando Llort, en 2011, y el cual estaba ubicado en la facha de la Catedral Metropolitana; los daños provocados a la Iglesia El Rosario, en septiembre de 2023, por trabajos del MOP donde por permeabilizar la estructura, le quitaron el valor arquitectónico de estructura brutalista, al pintarle la parte externa sin mayor estudio técnico.
“Ya no es una obra de estructura brutalista”, aseveró uno de los presentadores del programa virtual, donde se cuestionó el accionar de las autoridades y la pasividad hasta ahora, del ministerio de Cultura.
Otro de los casos de daños al patrimonio, a pesar de tener declaratoria e incluso emblema azul, fue la demolición sin mayor justificación técnica por parte del gobierno central, del edificio del ex Banco Hipotecario y edificio Rodríguez Porth, ubicados al sur de la plaza Cívica. El primero albergó en los últimos años la Biblioteca Nacional “Francisco Gavidia”, sustituidos ambos por las nuevas instalaciones las modernas instalaciones de la BINAES.
También hay que recordar el caso del incendio de la Iglesia San Esteban, en 2013, la cual estaba ubicada al final de calle de la Amargura, que conecta con la Parroquia El Calvario, y que a la fecha nadie se preocupa por su reconstrucción, ni la iglesia Católica ni la municipalidad, no se logran ponerse de acuerdo con el plan para llevar a cabo las obras.
Y, últimamente, estaríamos frente a una nueva agresión al patrimonio cultural de la capital, de acuerdo a expertos, está vez con los daños irreversibles que está sufriendo el Palacio Nacional. Cabe destacar, que no hay información oficial, ni se sabe de planes de acción ni permisos por parte de Cultura para las obras.
Como caso más reciente, y que ha impactado a la población, y en especial a historiadores, investigadores y académicos, fue la destrucción exprés este miércoles 8 de mayo, de toda la manzana que está al costado sur del Palacio Nacional y al Poniente de la nueva Biblioteca. En este espacio estaban algunos inmuebles, que consideran algunos como patrimonio por su antigüedad, pero que hoy ya solo quedan como escombros.
En un momento se pensó que demolerían el antiguo Hotel Palacio, y el frontal contiguo a este que originalmente se conoce como “La Casa Dueñas”, que fueron construidos por César Augusto Baratta, el mismo que edificó la parroquia El Calvario.
Por ahora, la estructura está en pie, ha quedado en medio del polvo y la demolición apresurada.
Entre las especulaciones, que se escuchan en torno a esta situación que se vive en el centro, está que el terreno ha sido vendido a empresarios extranjeros, para edificar nuevos inmuebles; así como que todos estos trabajos se aceleran para la toma de gobierno del próximo 1 de junio, cuando asuma un segundo mandato la actual administración gubernamental, que estaría asumiendo el poder de forma inconstitucional, de acuerdo a lo que expresa ley, señalan constantemente sectores de oposición.
Hace una semana, locales y comerciantes de este espacio al costado del Palacio Nacional fueron desalojados de forma apresurada, y bajo el pretexto que “no contaban con un permiso especial”.
A la fecha, en la capital la alcaldía impulsa la fase 4 del plan de reordenamiento, que ha terminado en gran parte de las ventas informales en los alrededores del microcentro, así como la persecución permanente de agentes del CAM contra todo expresión comercial que intente vender en la zona, a pesar de la condición o edad y necesidad del vendedor, las mercadería son expropiadas como medida represiva, por parte de las autoridades.
En un escrito, el académico, Mario Castrillo, es preocupante la situación que se vive en materia de protección de nuestro patrimonio y el descuido de las autoridades.
Por tanto, dijo que “…la destrucción de las baldosas es un hecho consumado en perjuicio del patrimonio cultural de la nación”. Al tiempo que cuestionó a la ministra de Cultura, Mariem Pleitez, y a la arquitecta María Isaura Araúz, directora de Patrimonio Cultural, a quienes interpela y “esperamos que dichas funcionarias aboguen para que se haga cumplir la Constitución de El Salvador. En caso contrario deberían, por dignidad, presentar su renuncia”, sugirió.