Aboard the Papal Plane / AFP
Catherine Marciano
«Los ataques estadounidenses contra mí son un honor», declaró el miércoles el papa Francisco, en el avión que lo llevaba a Mozambique, al recibir como regalo el libro de un periodista sobre las virulentas críticas de los círculos católicos ultraconservadores de Estados Unidos.
«Esto es una bomba», dijo el papa argentino con una sonrisa, cuando el especialista del diario francés La Croix, Nicolas Senèze, le entregó el libro, titulado «Comment l’Amérique veut changer le pape» («Cómo Estados Unidos quiere cambiar al papa»).
Una declaración explosiva en el mundo católico, que el nuevo portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, se apresuró a matizar: «En un contexto informal, el papa quiso decir que siempre considera como un honor las críticas, especialmente cuando provienen de personas autorizadas y, en este caso de un país importante».
Seneze señaló por su parte a la AFP que estas afirmaciones del papa muestran que «no tiene intención de cambiar sus ideas fundamentales».
Philippine de Saint Pierre, directora de la cadena de televisión francesa KTO, comparte esta opinión y dice que es asombroso que en Estados Unidos la mayor red televisiva católica, EWTN, «no esconde sus reticencias ante las orientaciones del pontificado».
«La declaración del papa va a enfurecer a mucha gente en los círculos conservadores católicos en Estados Unidos, que van a continuar su campaña anti-Francisco», estima la argentina Inés San Martín, especialista de la web estadounidense Crux.
– El caso Vigano –
Seneze explicó que su libro «cuenta un año pasado particularmente difícil para el papa, durante el cual un sector ultraconservador del catolicismo estadounidense intentó hacerlo dimitir».
Hace un año, en pleno viaje papal a Irlanda, el arzobispo italiano Carlo Maria Vigano provocó un escándalo al pedir junto con otros jerarcas católicos ultraconservadores la renuncia del papa por encubrir abusos sexuales en la Iglesia.
Monseñor Vigano, quien fue nuncio en Washington entre 2011 y 2016, acusó a Francisco de haberse mantenido en silencio ante el comportamiento del excardenal estadounidense Theodore McCarrick, que acaba de ser acusado de abusos sexuales. El prelado, expulsado en febrero, era uno de los cardinales estadounidenses con más proyección internacional y fue muy influyente para recaudar fondos para la Santa Sede.
Un alto miembro de la Curia romana habla por su parte de un «montaje político sin fundamento real». Pero los obispos estadounidenses han puesto de relieve sus divisiones sobre el tema, reflejo de una Iglesia marcada por la polarización del debate político nacional.
El cardenal estadounidense Raymond Leo Burke, principal conspirador contra el papa y cercano al populista Steve Bannon, juzgó entonces «lícita» una demanda de dimisión. En 2016, ya había enviado junto a otros tres cardenales una carta al papa, acusándolo de haber creado confusión al permitir que algunas personas divorciadas y casadas en segundas nupcias recibieran la comunión.
– «Frenar las ideas del papa» –
Una parte del catolicismo de Estados Unidos se opone a un papa que «critica sin cese el liberalismo económico, condena la pena de muerte y dialoga con regímenes comunistas», analiza Nicolas Senèze.
«Los papas siempre han estado atentos a Estados Unidos, donde el dinero de los donantes es crucial para el funcionamiento del Vaticano», prosigue Senèze. En 2012, antes de la elección de Francisco, un 30% de las donaciones procedían de Estados Unidos, una cifra en retroceso.
«Existe una nebulosa de fundaciones católicas financiadas por ricos estadounidenses, que ahora levantan abiertamente fondos para frenar las ideas del papa», según el autor.
Edward Pentin, del bimensual National Catholic Register, considera sin embargo un «mito total la idea de una conspiración para derrocar al papa», y prefiere hablar de «personas sinceramente preocupadas por la dirección tomada por el pontificado».