Por Mathilde Auvillain
Ciudad del Vaticano/AFP
El papa Francisco nombró este martes una comisión para estudiar la posibilidad de permitir que las mujeres sean diaconisas, una cuestión que divide a la Iglesia y que supondría un giro histórico para la institución.
«Tras una oración intensa y una reflexión madura, su Santidad ha decidido instituir la comisión de estudio sobre el diaconato de las mujeres», anunció el martes el Vaticano.
Los diáconos son el primer peldaño de la jerarquía católica y aunque pueden pronunciar sermones durante la misa y oficiar bautizos, bodas y funerales, no están autorizados a celebrar la eucaristía o a confesar a los fieles, como es el caso de los sacerdotes.
Según el Vaticano, la comisión, compuesta por 13 personas (entre ellas seis mujeres), estudiará en especial el papel de las mujeres que ejercieron está función durante «los primeros tiempos» de la Iglesia Católica, pero hay también quienes esperan recomendaciones sobre cómo dar a las mujeres mayor protagonismo en la actualidad.
El pontífice argentino, interrogado en mayo sobre el diaconato femenino en un encuentro con superiores generales de congregaciones religiosas, se declaró a favor de la creación de una comisión para estudiar esa posibilidad.
Sus declaraciones crearon una viva discusión en el seno de la Iglesia, donde el acceso de las mujeres a ciertas responsabilidades sigue siendo un tema tabú.
«Creo que habrá un debate feroz. Sobre este tema, la Iglesia está dividida», advirtió el cardenal Walter Kasper, teólogo alemán cercano al papa.
Sin embargo, en el avión de regreso de Armenia a finales de junio, el papa trató de calmar los ánimos asegurando que los medios habían deformado sus palabras evocando un posible acceso de las mujeres al diaconato en su forma actual. Esa «no es la verdad», insistía entonces Francisco.
‘Una buena señal’
La comisión, presidida por el jesuita español Luis Francisco Ladaria Ferrer, secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, también incluye sacerdotes, religiosas y expertos universitarios. La mayoría son europeos o americanos, pero también hay un cura ruandés.
«Es una comisión muy buena, muy equilibrada, con perfiles diversos, mujeres muy preparadas y de inclinaciones diferentes, tanto progresistas como conservadoras», aseguró a la AFP la historiadora Lucetta Scaraffia.
Sin adelantarse sobre la posibilidad de que el trabajo del órgano desemboque en la apertura del diaconato a las mujeres en la Iglesia, consideró que la creación de la comisión, de forma tan rápida, era en sí «una buena señal, alentadora».
El diaconato fue durante mucho tiempo una etapa hacia el sacerdocio, pero el Concilio Vaticano II (1962-1965) restableció el diaconato permanente, accesible a hombres casados, que palían frecuentemente la falta de sacerdotes o los asisten.
En 2014, según las últimas estadísticas disponibles, la Iglesia contaba con 44.500 diáconos permanentes (para 415.000 sacerdotes), un 33% más que en 2005, esencialmente en América del Norte y en Europa.
El papa Francisco ha mostrado en varias ocasiones su voluntad de remediar la desigualdad entre hombres y mujeres en el ejercicio de responsabilidades en el seno de la Iglesia, pese a insistir en que no cree que las mujeres puedan ser sacerdotes, algo también rechazado categóricamente por algunos de su predecesores.
El pontífice ha tratado de alentar la influencia teológica de las mujeres y ha repetido que una mujer podría en un futuro próximo dirigir un ministerio de la Curia.
Entre las 700.000 religiosas y las laicas (fieles que no forman parte del clero), las mujeres son mayoría entre las personas que trabajan de forma cotidiana de las parroquias, pero siempre permanecen subordinadas a un miembro masculino del clero.