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El 2 de diciembre, durante la guerra civil salvadoreña fueron violadas y asesinadas las monjas Ita Ford, Maura Clarke, Dorothy Kazel y la misionera laica Jean Donovan, por agentes del gobierno salvadoreño.
Joaquín Salazar
@JoakinSalazar
“Estas mujeres vivieron su fe con gran generosidad. Son un ejemplo para que todos se conviertan en fieles discípulos misioneros”, sostuvo el papa Francisco al recordar a las cuatro misioneras estadounidenses: las hermanas de Maryknoll, Ita Ford y Maura Clarke, la monja ursulina Dorothy Kazel y la voluntaria Jean Donovan, asesinadas el dos de diciembre de 1980 por un escuadrón de la muerte integrado por miembros de la extinta Guardia Nacional.
El papa reconoció el ejemplo de las misioneras a cuarenta años de su cruel asesinato. “Estaban sirviendo en El Salvador en el contexto de la guerra civil. Con compromiso evangélico y asumiendo grandes riesgos, llevaron alimentos y medicinas a los desplazados y ayudaron a las familias más pobres”, dijo el papa Francisco.
En El Salvador, la Iglesia salvadoreña cerró el año jubilar martirial en el que se recordó a las misioneras y su valentía para apoyar a los sectores vulnerables del país. El cardenal, Gregorio Rosa Chávez presidió la misa en conmemoración asegurando que “Esta es la iglesia salvadoreña en su máxima expresión (…) sin memoria no hay futuro, no es fácil cuando hay tanto ruido y vamos afrontando la verdadera realidad”, dijo el cardenal en su homilía.
Rosa Chávez reconoció que El Salvador es una tierra de mártires, muchos conocidos como san Oscar Arnulfo Romero, Rutilio Grande, los Jesuitas, mientras que hay otros que no son reconocidos, esos son miles, aseguró.
“La mayoría son mártires anónimos y muchos son de aquí de su diócesis de Chalatenango recordamos hoy esos nombres y queremos aprender a recordar y reconocer su historia antes que se pierda”, afirmó el cardenal.
De las cuatro misioneras estadounidenses: las hermanas de Maryknoll, Ita Ford y Maura Clarke, la monja ursulina Dorothy Kazel y la voluntaria Jean Donovan, el cardenal salvadoreño reconoció que en medio de la oscuridad siempre surge la luz, el consuelo, en medio de la muerte siempre impera la vida. Ya que fue gracias a la misma Iglesia que se conoce la verdad sobre la situación. Rosa Chávez recordó, de manera inédita, el diario del arzobispo de San Salvador, Arturo Rivera y Damas, quién en su diario escribió la historia de las misioneras. “Mientras estaba en una reunión me habla Freddy, por teléfono, desde San Vicente, diciendo que unos campesinos diciendo que había cuatro mujeres expuestas que las habían sepultado en una zona en la jurisdicción de Santiago Nonualco (…) de inmediato convoqué una comisión de sacerdotes para que comprobaran la situación, fueron y corroboraron la situación de tan triste suceso. Esa misma tarde los cuerpos fueron llevados a la funeraria”.
En su diario Rivera y Damas recuerda los sucesos acaecidos en los siguientes días, con la lectura de la denuncia del martirio de las misioneras y el entierro de las hermanas, en donde vio otro entierro de víctimas del conflicto armado que suscitaba en la época.
Gregorio Rosa Chávez recordó la obra de las misioneras, en la que destacó la de Jean Donovan, quién era voluntaria, quién se incorporó al trabajo desde 1964, ya que ella escribió una carta al presidente Jimmy Carter en el que explicó la injusticia que vivía el pueblo salvadoreño. En la carta le escribe el asesinato de 10 personas en un cartón, el asesinato del anciano que venía con ganado, luego una muchacha de 12 años fue asesinada sólo por tener la letra de la canción en honor a sacerdotes Mártires.
“Una carta muy valiente y esa carta denunciando fue el pase de su muerte que no tardó dos meses más de llevar”, recordó el cardenal.
Rosa Chávez aseguró que las misioneras representaban a El Salvador, ya que trabajaron por los pobres y sectores vulnerables en todo el país, principalmente en La Unión, La Libertad, Chalatenango, San Miguel, Santa Ana y San Salvador.
El asesinato
El 2 de diciembre, durante la guerra civil salvadoreña aún no declarada, las religiosas Ita Ford, Maura Clarke, Dorothy Kazel y la misionera laica Jean Donovan, fueron capturadas, violadas y asesinadas por agentes del gobierno salvadoreño. Las monjas fueron encontradas muertas, en el caserío Esquipulas.
En mayo de 1984, Luis Antonio Colindres Aleman, Daniel Canales Ramírez y José Roberto Canjura, quienes llevaron a cabo el asesinato, fueron capturados y culpados del hecho, pero nunca se investigó a los autores intelectuales, entre ellos el coronel Eugenio Vides Casanova, director de la extinta Guardia Nacional, y luego ministro de la Defensa.
El lugar que guarda el memorial de las religiosas Mariknoll se encuentra en donde las dejaron semienterradas, frente al árbol de conacaste.
El Senado estadounidense aprobó el 14 de noviembre del 2007 una Resolución que solicitaba al Gobierno salvadoreño, investigar el asesinato de las cuatro monjas Mariknoll.
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