Por Jean-Louis de la Vaissiere
Turín/AFP
El papa Francisco llamó a los occidentales a no tratar a los inmigrantes como si fueran «mercancías» y denunció las conexiones mafiosas y la corrupción, en su primera visita a Turín, en el Piamonte, norte de Italia.
«El espectáculo de los últimos días, de esos seres humanos tratados como mercancías hace llorar», lanzó el papa al dirigirse a representantes del mundo del trabajo, en la Piazzetta Reale.
En momentos en que la Unión Europea (UE) se encuentra dividida respecto a su acogida, Jorge Bergoglio condenó una vez más las manifestaciones de rechazo a los inmigrantes, en particular en el norte industrial italiano.
«Si la inmigración aumenta la competencia (económica), no se puede culpar (a los migrantes) de ello, porque son víctimas de la injusticia, de la economía del rechazo y de las guerras. ¡Los seres humanos no deben ser tratados como mercancía!», declaró.
El Santo Sudario, un ‘icono’
En el momento más religioso de su visita, Francisco se recogió ante el Santo Sudario, una mortaja que habría envuelto el cuerpo de Jesucristo. El mismo se encuentra en ocasión de «La ostención» (exposición al público) en la catedral de San Juan Bautista, hasta el 24 de junio.
Desde el 19 de abril, 1,2 millones de visitantes se han acercado a ver el Santo Sudario, al que Francisco, al igual que sus antecesores, prudentemente calificó como un ‘icono’, representación que permite a los creyentes acercarse al misterio de la Pasión de Jesucristo.
«El Sudario atrae hacia el rostro y el cuerpo martirizados de Jesús y, al mismo tiempo, nos lleva a reparar en el rostro de toda persona sufriente e injustamente perseguida», declaró.
No a la corrupción y a la exclusión
El pontífice criticó algunos de los males de Italia: «No a la corrupción, que hoy es tan frecuente que parece haberse convertido en un comportamiento normal, no a las conexiones mafiosas, a las estafas, a los sobornos».
«No a una economía del desecho», añadió, afirmando que hoy en día se excluye rápidamente a quien no produce, siguiendo el modelo de «usar y tirar».
En Turín, «los excluidos que viven en la pobreza absoluta representan alrededor del 10% de la población. Se excluye a los niños –¡una tasa de natalidad cero!– a los ancianos, y ahora a los jóvenes: más del 40% de éstos no tienen empleo», denunció el pontífice.
«Los niños y los ancianos son la promesa y la riqueza de un pueblo», dijo, llamando a los italianos «a no resignarse» y mostrar «coraje» a pesar de la crisis: «Sean osados, marchen hacia delante, sean creativos».
‘Nieto del Piamonte’
En su homilía en la plaza Vittorio, el papa conmovió a los piamonteses al recurrir a símbolos fuertes de la cultura regional, de la que su abuela Rosa le hablaba en Buenos Aires cuando él era niño.
Durante el ángelus, el santo padre se ganó muchos aplausos al declararse «nieto» del Piamonte, ante unos 60.000 fieles entusiastas en la plaza Vittorio, en el centro de la ciudad.
También se refirió a la «Consola», virgen muy popular en Turín, «masiva y sin artificios», y citó un poema del escritor local Nino Costa, que describe a los emigrantes piamonteses que partieron hacia Argentina, obstinados, con «pulso firme», «hablan poco pero saben lo que dicen» y «caminan en ‘adagio’ (lentamente) pero llegan lejos».
Jorge Bergoglio nació en Buenos Aires en 1936 y, antes de su nacimiento, su familia paterna había dejado Portacomaro, un pueblo del Piamonte, muy cerca de Asti, para instalarse en Argentina.
Con un almuerzo privado con detenidos, personas sin techo y una familia gitana, el papa celebró el bicentenario de San Juan Bosco, gran figura del catolicismo italiano y del Piamonte, «apóstol de los jóvenes», que se dedicó a la educación de los niños desfavorecidos y fundó la congregación de los salesianos.
El papa cerró la jornada con un encuentro con miles de jóvenes en la plaza Vittorio Veneto de Turín. En respuesta a preguntas de algunos de ellos, el pontífice los instó a ser «castos» y a ir a contracorriente «en este mundo hedonista».