Por Jean-Louis de la Vaissiere
Seúl/AFP
Francisco concluyó este lunes en Seúl el primer viaje papal a Asia en 15 años, con un emotivo llamamiento a la unidad entre los coreanos del Norte y del Sur, que son «una familia».
La súplica, pronunciada en una misa por la paz y la reconciliación en la catedral Myeongdong de Seúl, coincide con el inicio de los ejercicios militares anuales de los ejércitos surcoreano y norteamericano, condenados por el régimen de Pyongyang.
Recurriendo a la retórica habitual en estos casos, el Norte, que el jueves ensayó misiles tácticos coincidiendo con la llegada del sumo pontífice, advirtió que estos ejercicios pueden llevar a la península «al borde de la guerra».
En su homilía, pronunciada en presencia de la presidenta Park Geun-Hye, bautizada católica, Jorge Bergoglio se dirigió a los coreanos, divididos en dos Estados desde el final de la guerra de 1950-1953.
El papa los invitó «como cristianos y como coreanos a que rechacen con fuerza una mentalidad fundada en la sospecha, la división y la competitividad».
Como hizo durante toda su visita de cinco días, en ningún momento citó a los dirigentes comunistas de Pyongyang, ni se dirigió a ellos.
El Vaticano no mantiene relaciones diplomáticas con el Norte, donde una pequeña comunidad católica está reconocida pero es severamente controlada. El régimen norcoreano se burló incluso de la visita del «seudopapa» al Sur capitalista.
Ante el altar, se instaló un rollo de alambre de púas recordando la herida de una división heredada de la Guerra Fría que aún afecta a unas 70.000 familias.
«La misa de hoy es ante todo una plegaria por la reconciliación de esta familia coreana», dijo el jefe de la Iglesia católica, confiando en que Dios la escuche: «es todo un pueblo que dirige su dolorosa súplica al cielo».
Estabilidad de la región
«El perdón es la puerta que conduce a la reconciliación» y «por lo tanto rezamos para que surjan nuevas oportunidades de diálogo, de encuentro y de superación de las diferencias», agregó, pidiendo también «generosidad en la entrega de asistencia humanitaria».
Francisco además saludó entre la asistencia a ocho ancianas que fueron «confort women», coreanas enroladas a la fuerza en los burdeles del ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial.
«Un gesto pastoral» y no político, explicó el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.
Según los historiadores, unas 200.000 mujeres de diferentes países ocupados sirvieron en estos burdeles japoneses. En 1993, Japón presentó excusas oficiales a Corea, pero este tema sigue siendo muy delicado.
El ‘cáncer de la desesperanza’
En la primera visita de un papa a Asia desde la que hiciera Juan Pablo II en 1999 a India, Francisco eligió un país que cuenta con un 10% de católicos, y que cada año celebra 100.000 bautizos. Pese a su expansión en el continente, los católicos no representan más que el 3,2% de la población asiática.
En China, entre 5 y 12 millones de católicos están divididos entre una Iglesia oficial que no reconoce la autoridad papal, y una Iglesia clandestina fiel al Vaticano.
A lo largo de su estadía en Corea del Sur, donde millones de fieles han seguido sus homilías con fervor, Francisco no ha dejado de criticar la corrupción moral que genera el materialismo.
Ante los cardenales y jóvenes de la región, el obispo de Roma exaltó «la esperanza del Evangelio» ante «el espíritu de desesperanza que parece crecer como un cáncer» en una sociedad sometida a «modelos económicos inhumanos».
Las mismas causas, según él, «alimentan una cultura de la muerte que devalúa la imagen de Dios, el Dios de la vida», haciendo una alusión al suicidio, el aborto y la eutanasia.
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Fotografía: Fieles católicos saludan Papa Francisco en la Plaza de Gwanghwamun en el centro de Seúl. (Foto Diario Co Latino/AFP/Jung Yeon-Je)