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Desde el siglo XIX, con la formación de los Estados nacionales en Latinoamérica, se han promovido proyectos integracionistas. Actualmente, se resalta la necesidad de la integración entre países en distintos aspectos como económico, político, militar, diplomático, económico e, incluso, político.
Sobre esta temática disertó la diputada Nidia Díaz, secretaria de Relaciones Internacionales y Memoria Histórica del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), ayer, durante la Cátedra Simón Bolívar,
Para los pueblos de América la integración resulta vital, así lo consideraron en el siglo XIX, dos de los más grandes pensadores, el Libertador Simón Bolívar y el Héroe Nacional cubano José Martí. Esa línea de pensamiento ha tenido continuidad en personalidades políticas relevantes como Fidel Castro y Hugo Chávez.
Según Díaz, entre los principales exponentes de las ideas de unión e integración puede mencionarse a Simón Bolívar que en su Carta de Jamaica del 6 de septiembre de 1815 escribió: “Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas, que por su libertad y gloria”, pero la suprema expresión de la aspiración de Bolívar en cuanto a la unidad de América lo constituyó el Congreso de Panamá, donde el Libertador se pronunció por defender en común, la soberanía de todos y cada uno de los países de América, contra cualquier intento de dominación por parte de potencia extranjera y propuso la creación de estructuras comunes, incluso, llegó a proponer el establecimiento de una ciudadanía americana común.
Mientras que, José Martí, fue quien retomó nuevamente un poco más tarde esos ideales al lanzar la idea de Nuestra América y enriqueció el viejo ideal de unidad hispanoamericana cuando este estaba a punto de fenecer ante la fuerza del panamericanismo promovido por el secretario de Estado, J. Blaine.
Martí lanzó una estrategia de integración latinoamericana fundamentada en la identidad histórica de los pueblos, pero su llamado no fue escuchado y no fue hasta la contienda hispanocubana-norteamericana que muchos pensadores se dieron cuenta que hacía falta oponer al desaforado expansionismo norteamericano las ideas de unión de América Latina.
Entre los años ochenta y noventa, e impulsados hasta cierto punto por el papel que desempeña la Unión Europea, surge una nueva fase en el proceso de unidad latinoamericana con los acuerdos de segunda generación, de los que son exponentes el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), la Asociación de Estados del Caribe (AEC), la Comunidad Andina de Naciones (CAN), el Sistema de Integración Centroamericana (SICA), el Mercado Común Caribeño (MCC) y el Grupo de los Tres (México, Venezuela y Colombia).
Este nuevo auge, en los procesos de integración de América Latina y el Caribe, pone mayor énfasis en los asuntos relacionados con el mercado y la libertad de comercio, mientras que los aspectos políticos, sociales y culturales, que también son esenciales en el logro de una verdadera integración, no resultan ser los de mayor atención.
La parlamentaria señaló que algunas corrientes y gobiernos contemporáneos, como el de Hugo Chávez, en Venezuela, intentan impulsar tendencias integracionistas de matriz bolivariana, aspirando a conformar una confederación política como manera de preservar la unidad e independencia de los países latinoamericanos y resistir la imposición del imperialismo.
Ejemplos de integración latinoamericana son también otros modelos como la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), el Parlamento Latinoamericano (PARLATINO), el Foro de Sao Paulo y otros cónclaves creados más o menos recientemente.
Actualmente, ya no puede seguirse manteniendo una actitud servil ante la potencia hegemónica mundial, pero esto no puede darse de forma espontánea, se necesita establecer de forma coherente y gradual un modelo capaz de fortalecer la colaboración entre estos países hermanos desde el Río Bravo hasta la Patagonia. Hay resolver problemas comunes; arreglar por medios pacíficos los conflictos que puedan surgir; rechazar en forma mancomunada las amenazas y pretensiones de las potencias, en particular del imperialismo; promover su desarrollo económico social y una activa participación en el escenario internacional, para lograr aumentar su capacidad en relación con Estados Unidos y el resto de los grandes bloques mundiales.