Herson Isaac Vázkez
Enfoque Global
Hoy en día, cialis todos los habitantes de este planeta deben contemplar el día cuando este planeta ya no pueda ser habitable. Cada hombre, medicine mujer y niño vive bajo una espada de Damocles nuclear, colgando por el más delgado de los hilos, capaz de ser cortado en cualquier momento por accidente o error de cálculo o por la locura. Las armas de guerra deben ser abolidas antes de que nos acaben a nosotros. (John F. Kennedy).
El arsenal nuclear fortalece a un Estado con mayores niveles de poder e influencia en la palestra internacional, posicionándolo sobre aquellos que carecen en lo absoluto de estas armas de destrucción masiva.
Las grandes potencias mundiales que han existido en diferentes periodos de la historia, siempre se han caracterizado por ejercer el poder coercitivo, incidencia diplomática, toma de decisiones e influencia geopolítica, a través de la superioridad militar. Pero en este caso, las armas nucleares no representan solamente la superioridad y capacidad de destrucción masiva, sino quizá, la última tecnología militar con la capacidad de erradicar todo signo de vida de la superficie del planeta; amenaza constante que mantiene en alerta a las actuales potencias nucleares y a los demás países miembros de la comunidad internacional.
Históricamente, potencias como el imperio persa, el imperio romano, la Grecia antigua; e incluso, hasta llegada la primera mitad del Siglo XX, durante la Primera y Segunda Guerra Mundial, la tecnología armamentística convencional, la cantidad de armamentos, la estrategia de guerra y las alianzas estratégicas para definir conflictos, habían determinado el estatus de las potencias militares a nivel mundial. Esa característica militar cambió con la invención de las armas nucleares, también llamadas atómicas y de destrucción masiva.
En 1945, Estados Unidos, uno de los países vencedores en la Segunda Guerra Mundial, lanzó dos bombas atómicas contra Japón, una en la ciudad de Hiroshima y otra en Nagasaky. A pesar de las más de 60 mil personas muertas en menos de un minuto; incineradas en un instante por la radiación nuclear, la proliferación de armas no terminaría ahí. Las potencias vencedoras comprendieron que su estatus dominante que les garantizaba equilibrio de poder, influencia y contención de la seguridad internacional, a partir de la segunda mitad del Siglo XX, lo conservarían mediante la adquisición del arsenal nuclear, como último recurso para definir los vencedores en un futuro conflicto militar internacional; similar a la que estaban finalizando con la derrota de la Alemania nazi y sus aliados.
Reconozco que el descubrimiento de la energía nuclear ha sido un hito en la historia humana. Pero el problema reside en que las potencias mundiales luchan constantemente por definir poder, influencia, y dominio geopolítico y geoeconómico, con pretensiones hegemónicas a nivel global. Y esta particular visión del poder, determinó la proliferación nuclear. Es así que hoy en día, según el Instituto de Estocolmo para la Búsqueda de la Paz Internacional (SIPRI por sus siglas en inglés), nueve potencias; Estados Unidos, Rusia, Inglaterra, Francia, China, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte, albergan un total de 15.850 ojivas nucleares, de las cuales, 4.300 están desplegadas, es decir situadas en misiles o en bases militares con fuerzas operativas, y otras 11.545 se encuentran en almacenamiento.
El siguiente cuadro presenta en detalle la distribución del arsenal nuclear en los nueve países mencionados.
En las decisiones militares de estas nueve potencias nucleares se determina el presente y futuro de la humanidad. Basta un error milimétrico de cálculo; un caldeo de las fuerzas hostiles; un conflicto que supere el orden y los límites de los intereses de las potencias nucleares, para que pasemos a ser una leyenda en la historia de una especie que buscaba superar el caos de su propia existencia.
Intereses de como ordenar el mundo en lo político, económico, social y financiero, nos están llevando al desenlace de una guerra fatal. Está demostrado en los últimos conflictos geopolíticos acaecidos en Ucrania y Siria, que dos potencias nucleares inciden a ritmos vertiginosos en el diseño de la agenda internacional. Esto nos hace reflexionar que la verdadera agenda internacional motriz que determina los intereses de los Estados, no es la cooperación, ni la búsqueda de la paz, sino, el reajuste del sistema internacional actual para definir las bases de una supra-hegemonía que controle las interacciones económicas y financieras; que conserve los sistemas políticos actuales para que continúen promoviendo la democracia participativa-electoral sin conseguir mayores cambios estructurales; así como la formación cultural de sociedades indiferentes a los cambios trascendentales que acontecen a sus alrededores; y, una incipiente formación de bloques económicos regionales que hagan más eficiente las políticas económicas globales que se planifiquen en los centros financieros. Imperiosa lucha por la hegemonía que nos ha llevado hasta un punto preciso de inflexión en la historia, donde no sabemos si avanzamos como especie pensante o retrocedemos a la era de las cavernas cuando el ser humano aún era joven. Razón tenía el Presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy, cuando dijo que…cada hombre, mujer y niño vive bajo una espada de Damocles nuclear, colgando por el más delgado de los hilos…