Por Eloi Rouyer/Berlín/AFP
El Parlamento alemán aprobó este miércoles por amplia mayoría el tercer plan de ayuda a Grecia, en una votación que puso de manifiesto que el descontento en las filas conservadoras con la canciller Angela Merkel es limitado.
De los 585 diputados presentes (de los 631 del Bundestag), 454 votaron a favor, 113 en contra y 18 se abstuvieron, según los resultados oficiales de la votación.
En total, 63 diputados conservadores del CDU/CSU de la canciller han votado en contra y otros 17 no participaron en la votación. Otros tres se abstuvieron.
Aunque estuvo presente en el Bundestag, la canciller dejó en manos de su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, la defensa de este nuevo crédito que puede llegar a los 86.000 millones de euros en tres años y que suscita una oposición creciente entre la población alemana.
Schäuble reconoció que «no hay garantías» de éxito del nuevo plan, pero dijo a los parlamentarios que «sería irresponsable» no dar una nueva oportunidad a Grecia.
«Si Grecia asume sus responsabilidades y si el programa se lleva a cabo de manera completa y decidida, entonces la economía griega podrá crecer en los próximos años», dijo el ministro, que adoptó una línea sumamente dura con el país heleno, poco después del inicio de la sesión hacia las 07H00 GMT.
El primer ministro griego Alexis Tsipras, dijo, tiene que «hacer lo contrario de lo que ha prometido» a su electorado, prosiguió Schäuble, y aseveró que las reformas impuestas funcionaron en Irlanda, España, Portugal y Chipre.
En Holanda, los diputados también votan este miércoles este plan de ayuda, pero el primer ministro Mark Rutte podría enfrentarse a una moción de censura, mientras que en Austria y España los diputados dieron su visto bueno el martes al nuevo rescate.
La adopción de este plan es necesaria para que Grecia pueda reembolsar el jueves 3.400 millones de euros al Banco Central Europeo.
Descontento
El Bundestag había aprobado ya el 17 de julio el inicio de las negociaciones para este plan de ayuda, el tercero a Atenas desde 2010.
Aunque la aprobación del rescate no estaba en riesgo, ya que la gran coalición de conservadores y socialdemócratas disponen de 504 de los 631 diputados del Bundestag, la incógnita era saber la amplitud del grupo de descontentos en las filas conservadoras de la canciller.
Pero éste no ha aumentado sensiblemente con respecto a los 60 que el 17 de julio desoyeron la línea oficial y no dieron el visto bueno al inicio de las negociaciones para este tercer rescate de Grecia.
El secretario general de la CDU, Peter Tauber, había dicho que votar en contra «significaría una puñalada en la espalda a la canciller», cuya popularidad está en sus cotas más altas y a la que muchos analistas auguran ya un cuarto mandato al término de las legislativas de 2017.
Los partidarios del ‘no’ se sienten respaldados por una opinión pública convencida de haber pagado ya demasiado por Grecia. Según un sondeo del instituto Forsa publicado a mediados de agosto, el 84% de los alemanes no confía en la voluntad de los griegos para llevar a cabo reformas y el 57% se opone al tercer plan de ayuda.
El factor FMI
Según un estudio del Instituto Leibnitz de investigación económica (IWH), Alemania ha obtenido unos 100.000 millones de euros de la crisis europea de la deuda al beneficiarse, sobre todo, de los bajos tipos de interés que paga por endeudarse.
La labor de Merkel se había visto dificultada por la posición del Fondo Monetario Internacional, que ha pospuesto hasta octubre su decisión de participar o no en este nuevo rescate, ya que lo condiciona a una reducción sustancial de la «insostenible» deuda griega.
Los alemanes se oponen de plano a esta exigencia, aunque esperan que el FMI participe, ya que consideran que sería una garantía para que Grecia devuelva estos préstamos.
Schäuble se dijo «confiado» en que los europeos y el FMI lleguen a una «posición común sobre la sostenibilidad de la deuda» griega y la institución de Washington participe en el nuevo plan de ayuda.