Por Anne Pascale Reboul
París/AFP
El presidente francés François Hollande defendió el martes como un «texto de progreso» el proyecto de ley laboral que el Parlamento empezaba a discutir en busca un difícil compromiso, thumb en el marco de una ola de protestas.
Esta reforma es «un compromiso dinámico y justo» y «un texto de progreso», aseguró el mandatario socialista, mientras los opositores a la nueva ley se manifestaban nuevamente en París, como vienen haciéndolo desde hace dos meses en toda Francia.
Se trata sin duda del último proyecto importante del mandato de Hollande, y también el que desató las mayores protestas sociales, a un año de la próxima elección presidencial.
Sindicatos de trabajadores y de estudiantes organizaban un nuevo mitin cerca de la Asamblea Nacional (Cámara de Diputados), para oponerse a un proyecto que consideran «inaceptable».
Por la mañana, varias decenas de personas se manifestaron ya alrededor de la Asamblea, para interpelar a los diputados a medida que llegaban.
Desde el 9 de marzo, sindicatos de asalariados y de estudiantes organizaron media docena de manifestaciones nacionales, algunas de las cuales dieron lugar a enfrentamientos con la policía.
Las autoridades achacaron la violencia a infiltrados, pero los organizadores de las marchas consideran que el excesivo despliegue policial atiza las tensiones.
La manifestación del 31 de marzo, la más numerosa, desembocó además en el movimiento ciudadano «Nuit debout» (Noche en Pie), que desde entonces ocupa cada tarde la emblemática Plaza de la República, en París.
El proyecto de ley da mayores poderes a las empresas en materia de organización del tiempo de trabajo y de despidos. Para sus detractores, aumentará la precariedad laboral.
Los adversarios del proyecto consideran además que la primacía dada a la negociación por empresas sobre las negociaciones por ramas profesionales significará que la ley no será la misma para todos los asalariados.
Hollande argumentó el martes que el texto «aportará claridad y adaptación» a las empresas, «que lo necesitan, particularmetne para contratar».
Afirmó asimismo que los asalariados «dispondrán a través de sus organizaciones sindicales de una mayor capacidad de actuar en el marco de la negociación colectiva».
Ante el descontento social, el gobierno cedió ya en ciertos puntos de la ley, sobre todo renunció a fijar un tope de indemnizaciones en caso de despidos abusivos, lo que fue criticado por el empresariado, que exhorta a los diputados a volver al «espíritu inicial» del proyecto.
«Faltan 40 votos»
Además de los comunistas y ciertos ecologistas, varios diputados socialistas amenazan con no votar el texto en su estado actual.
«Ese proyecto no es útil para Francia ni para el interés general y no concuerda con las reformas que se esperan de un gobierno de izquierda», afirmaron varios diputados socialistas la víspera de la presentación del texto.
Por ahora «faltan cerca de 40 votos para lograr una mayoría y aprobar la ley», estimó el relator del proyecto, el diputado Christophe Sirugue en declaraciones a la prensa francesa.
Para lograr nuevos apoyos, el texto, ya enmendado en comisión parlamentaria, tendrá que ser modificado en los diez días de debates previstos. La votación está prevista el 17 de mayo.
Los diputados presentaron 5.000 enmiendas que tienen que ser debatidas en ese lapso.
Como último recurso, el gobierno podría recurrir al artículo 49-3 de la Constitución, que le permite evitar la votación de un proyecto de ley invocando la responsabilidad del gobierno. Si una moción de censura al gobierno no es presentada en 24 horas, el texto se considera en ese caso adoptado.
El gobierno recurrió ya a ese artículo el año pasado para hacer adoptar otro controvertido proyecto de ley.
El recurso al artículo 49-3 «no es una opción que privilegiemos», afirmó el martes el primer ministro Manuel Valls, que excluyó no obstante el retiro del texto.
Recurrir a ese artículo, a un año de la elección presidencial, significaría para el gobierno descontentar aún más al electorado de izquierda que, según los sondeos, está mayoritariamente insatisfecho con el balance de la presidencia de Hollande.
El presidente no ha declarado todavía su candidatura para un nuevo mandato, pero todo indica que la prepara, pese a su impopularidad récord en las encuestas de opinión.