Por: Rolando Alvarenga
El deporte, sus escenarios deportivos y sus protagonistas, no deben ser secuestrados ni utilizados bajo ninguna circunstancia para presionar a la alta dirigencia deportiva estatal.
Y es que no es aceptable ni digerible que venga un grupo de sindicalistas y con toda impunidad cierren las instalaciones deportivas, violando el libre derecho a la práctica deportiva.
Fue triste constatar cómo durante dos semanas la mayoría de atletas, sus entrenadores y federativos anduvieron arrastrando sus penas en busca de un local para poder realizar su preparación con miras a los Juegos Centroamericanos y del Caribe Barranquilla 2018.
Y fue más lamentable enterarse de que algunos sindicalistas bravucones e irrespetuosos llegaron a los golpes con unos practicantes del Fisicoculturismo.
Ahora bien, quizá nuestros atletas nunca ganen los Juegos Centroamericanos y del Caribe, y otros del Ciclo Olímpico, pero esa no es razón y causal de peso para que los utilicen como papel higiénico.
Por ello, debe haber más respeto y consideración, empezando porque los escenarios no sean bloqueados e inmunizados por sindicalistas.
Y con respecto a las reacciones alusivas a este cierre de instalaciones, llamó la atención la pobre y timorata reacción del COES lamentando el cierre, lejos de protestar frontalmente en nombre de la dignidad, vergüenza y derecho al deporte olímpico.
Una pobre reacción, tan pobre como las polémicas decisiones que toma el Comité a la hora de abanderar al contingente. ¿Por qué no dar el pabellón nacional a la veterana judoca Saraí Mendoza que va para sus últimos Juegos Centroamericanos y del Caribe? Es en estas pruebas que el deporte y sus atletas se dan cuenta quién vale y quién no vale la pena.
Reflexión: Hubiese sido injusto y humillante para los atletas -que no reciben mensualmente su estímulo económico-, si la cúpula del INDES hubiere doblado la mano ante la presión.
*Los conceptos vertidos en esta columna son de exclusiva responsabilidad de quien los presenta.