Luis Arnoldo Colato Hernández
Educador
Los seres humanos basamos nuestro progreso en las comunicaciones, que son la clave de nuestro éxito como especie, pues pueden incluso, transformar al mundo.
Para el caso, ahora mismo asistimos a una revolución comunicacional, pues las ideas son ahora replicadas por la mediática, con un alcance global.
Visto con ligereza, este logro para las comunicaciones es difuso, pues la mayoría de las personas alcanzadas así, de regular no interpretan el mensaje, lo asumen, lo que no supone por definición comunicación.
Esto porque como nunca las personas podemos acceder a conocimientos sin restricciones, pero este transita de regular unidireccionalmente, sin ninguna garantía real.
Para entender lo que esto supone examinemos una obra representativa por lo que constituyó en su día: Ciudadano Kane.
Esta no solo es el culmen del postmodernismo, también conduce en sus entrañas un moderno caballo de Troya.
Esta obra revela crudamente cómo el poder desconoce los límites éticos en la búsqueda de la satisfacción de sus apetitos.
Ello suscitó en su día un agrio debate hacia el interior de la sociedad estadounidense, en torno al régimen moralista con su código de formalismos sustentado en la ética, que en la práctica es evadido por todos en la prosecución de intereses particulares.
Por supuesto aquel fenómeno literario basa su éxito en el logro de exponer en la palestra aquella extendida práctica, provocando el debate ético referido.
Otro ejemplo lo constituye un manifiesto de la ideología nazi, de Joseph Goebels, quien alega “…repite 100 veces una mentira como verdad y terminará siéndolo…”, es decir siendo aceptada socialmente como tal.
A pesar de los riesgos implícitos, los regímenes de facto siguen explotando estas estrategias para concretar sus fines, lo que podemos para el caso observar con crudeza en nuestro medio, donde es precisamente la mediática la base gubernamental del control sobre las masas por la alienación resultante.
Esto es posible gracias al control de todo el aparato gubernativo, al irrespeto a la norma vigente y su sustitución por otra que responde a sus intereses.
Para así lograrlo, el régimen no duda en destinar la mayor partida presupuestaria al fin de ideologizar a la población mediáticamente, mediante troles, redes sociales, etcétera, desinformando y, en consecuencia, manipulando a su favor la opinión ciudadana por adoctrinamiento.
Por supuesto la información diseminada es completamente falsa, pero aceptada por el ciudadano medio porque se expone a la misma “n” veces, absorbiéndola finalmente.
Es como vemos un esquema perverso, basado en falsedades crasas.
A pesar de ello la población aprueba a la gestión, lo que evidencia precisamente el éxito del esquema descrito arriba, a través de una narrativa visceral y emotiva, trocada con un discurso neo pentecostalista orientado a construir una imagen mesiánica del caudillo, logrando que la población ignore la suma de sus fracasos, y sus inmensos costes para el erario público, en consecuencia con lo nebuloso del horizonte político construido para que nuestra población, incapaz de calibrar un juicio de valor objetivo sobre tal realidad, siga cautiva, perpetuando mediante este vulgar engaño, a la gestión.