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EL PLURILINGUISMO, ¿UNA UTOPÍA?

Eduardo Badía Serra,

Director de la Academia Salvadoreña de la lengua

He recibido recientemente el magnífico libro “Vir Bonus Dicendi Peritus – Homenaje al Profesor Miguel Ángel Gallardo”, publicado en Madrid, en 2019, por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. De él, particularmente, me ha interesado el artículo “Comentarios a un sueño plurilingüe en España”, escrito por Covadonga López Alonso, en el que comenta el trabajo de Ángel López García-Molins de nombre “Un sueño plurilingüe en España”. Muy interesante, finamente escrito, y recrea muy bien este fenómeno tan viejo ya y además tan actual del plurilingüismo. “Hay en el mundo una compleja problemática de las lenguas. Los problemas ecolinguísticos y geopolíticos en los países hacen que se confronten las lenguas mayoritarias con las lenguas minoritarias, invadidas a su vez por la presencia del inglés como ‘lengua franca’ ”, comenta López Alonso, y sigue: “…sólo se podrá superar el ‘multilinguismo’ si se fomenta y desarrolla un ‘plurilinguismo’ que promueva comprender la lengua y la cultura de los otros sin perder el uso de la propia lengua”. La anterior afirmación es de suyo muy importante de considerar, y en ella se contiene una muy grave reflexión hacia la situación actual de este fenómeno. Pero es necesario ir definiendo términos para ir claramente interpretando el contenido del artículo.

Una “Lengua Franca” es el idioma adoptado de forma tácita para entendimiento común entre personas que no tienen la misma lengua materna. “Multilinguismo” es un hecho que se da en una persona o comunidad multilingüe, esto es, capaz de expresarse en varias lenguas. “Plurilinguismo” es la presencia simultánea de dos o más lenguas en la competencia comunicativa de un individuo y a la interrelación que existe entre ellas. No son lo mismo, pues, el plurilingüismo y el multilingüismo, a pesar que no son claras sus diferencias, sobre todo, por el hecho de que diferentes autores les otorgan diferentes acepciones y sentidos. Marginemos por ahora tales diferencias para manifestar la creciente presencia de estos fenómenos. En el Reino Unido, por ejemplo, es el inglés la lengua oficial, pero se hablan por lo menos: el galés, lengua oficial en Gales; el escocés; el jérrais, de la isla de Jersey; el djernés, en la isla de Guernsey; el llanito, variedad del castellano meridional, hablado en Gibraltar. Los franceses tienen por supuesto al francés como idioma oficial, pero hablan asimismo el corso en Córcega, el neerlandés-flamenco en Dunkerque, el bretón como lengua céltica. En nuestro mundo, en Perú se habla el español como idioma oficial, pero existen por lo menos 72 lenguas en total: lenguas quechuas, unas ocho o diez; lengua aimara; y las lenguas amazónicas, de las cuales se calculan cerca de 40. Los haitianos han oficializado el francés y el criollo haitiano, habladas más o menos por un 40 y un 90 % de la población, respectivamente; pero también el español es de obligatoria enseñanza en la escuela secundaria, y se practica el inglés en el  ámbito turístico, así como el portugués. En México, el español, no oficial, es hablado por el 98 % de la población; se hablan las lenguas yuto-aztecas como el tarahumano y el nahuatl, este último en el Valle de México y en Veracruz,  las hokanas que hablan los chontales en Oaxaca, las álgicas en Coahuila, las otomanguenas en el centro de México, las mayas como el yucatecano, el mayense oriental y el mayense occidental; la lengua inglesa es la lengua extranjera más hablada por los mexicanos. Guatemala tiene el español como lengua oficial, pero se habla mucho el mayense, un poco todavía el garífuna y el xinca; todos estos reconocidos oficialmente. Se estima que en Guatemala existen más de veinte lenguas mayas. Nosotros, en El Salvador, tenemos el español, o castellano, como idioma oficial; el náhuat se habla ya muy poco, y menos aun el chortí, el pipil, el lenca y el otomano. En El salvador se da la particularidad de que se ha reconocido el ”español-salvadoreño”, del cual nuestro estimado académico Don Matías Romero nos ha ilustrado mucho, así como también el Doctor Pedro Geoffroy Rivas.

Como vemos, este asunto del plurilingüismo es actual, y muy importante desde el punto de vista sociológico e histórico-cultural. Debe entonces estudiarse con reposo y prudencia, pero con urgencia también. La urgencia no se opone a la prudencia, y ambas, bien entendidas, se llevan muy bien. El estudio del plurilingüismo, volviendo al artículo que ahora se comenta, y como sostiene López Alonso citando a García-Molins, debe hacerse considerándolo como un constructo unitario que, por lo menos, incluya las lenguas por supuesto, pero en el contexto de las propias naciones, de los Estados, de sus historias, sus patrimonios y sus propias culturas. Este autor propone, como solución, o al menos como una aspiración, en España, un ‘plurilinguismo sesquilingue’, así lo llama él, esto es, que cada español utilice su lengua y trate de entender la de los otros según sus necesidades de comunicación. El concepto es interesante, muy adecuado en mi opinión, y creo que realizable si se mantiene un interés genuino por resolver el problema. Recordemos que España es multilingüe. Conviven en ella cuatro lenguas oficiales: Castellano, euskera, gallego, y catalán/valenciano. También hay otras lenguas históricas: Asturiano, aragonés,  aranés, el panocho de Murcia, el caustúo extremeño;  y ahora aparecen las lenguas de los inmigrantes, rumano, ucraniano, búlgaro, chino, inglés, alemán, francés, noruego, árabe, beriber. La Constitución española, en su artículo 3, refiere López Alonso citando de nuevo el artículo de García-Molins, señala que el castellano es la lengua oficial del estado, pero agrega que las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas comunidades autónomas de acuerdo con sus estatutos; y concluye muy relevantemente que “la riqueza de las distintas modalidades lingüísticas en España es un ‘patrimonio cultural’ que será objeto de especial respeto y protección”. En realidad, acota el autor comentado, esta es una “oficialidad restringida”, porque postula el derecho a usarlas, pero no el deber de conocerlas, y, además, se impone una lengua común de ámbito general. Importante acotación que, aunque real, no quita sabiduría a lo que expresaron y desearon los constitucionalistas españoles en su momento.

Como respuesta a la pregunta que se hace López, sobre si es posible un Estado verdaderamente plurilingüe en España, propone que: Las cuatro lenguas, (español, gallego, catalán/valenciano y vasco), tienen que ser oficiales; hay que sensibilizar a la población de que España es históricamente  un país cuatrilingüe; es imprescindible preparar a la población para entender, – no hablar-, el catalán y el gallego escrito y oral, y poseer nociones de euskeda; es conveniente que los poderes públicos, líderes sociales y administraciones se acostumbren a emplear el catalán, el gallego, y siempre que no impida la comprensión, el vasco, fuera de las comunidades bilingües; y finalmente, es inadecuado plantear la convivencia lingüística como conflicto, aunque se parta inicialmente de una situación de desigualdad. Termina el autor diciendo que el sueño plurilingüe no tiene porqué ser una utopía, y que la proximidad lingüística entre castellano, catalán/valenciano y gallego implica una cercanía representacional que permitirá a los ciudadanos plurilingües tener conciencia de la existencia de una comunidad lingüística, histórica y cultural común, lo que preservará e impulsará su uso sin que nadie se pueda sentir excluido, y garantizará la convivencia. “La función intercultural de la didáctica del plurilingüismo, además, desplazará a un segundo plano, en cierta manera, la noción de culturas diferentes y se desarrollará el sentimiento de pertenencia a una misma comunidad”, termina diciendo el autor.

Importante las consideraciones que se hacen en el artículo comentado; y actual y acomodable a nuestra particular realidad en El Salvador. Aquí, lamentablemente, solemos considerar estas cuestiones con mucha superficialidad, si es que realmente las consideramos. La lengua es ese sedimento histórico en el que se contienen las raíces profundas de un pueblo, decía, más o menos, don Miguel de Unamuno. Debemos, entonces, y muy especialmente deben hacerlo nuestros dirigentes políticos, nuestros legisladores sobre todo, considerar lo anterior tal y como debe hacerse. Aquí se habla, por ejemplo de considerar, así, sin más, una llamada “segunda lengua”, la cual la población percibe cuál es, sin reflexionar, en primer término, de las consecuencias histórico-culturales que ello entraña, e incluso sin definir eso que saben llamas “segunda lengua”. Ahora que en nuestro ámbito político se habla tanto de  reformar o cambiar la Constitución, en lo que respecta a su contenido histórico.cultural, estas reflexiones debieran ser hechas con mucho detenimiento.

 

 

 

 

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