Los más de 50 mil niños centroamericanos migrantes no acompañados -de los cuales entre diez mil y doce mil son salvadoreños-, find detenidos en los Estados Unidos de América, lograron lo que otros esfuerzos no había podido concretar: reunir a los mandatarios del triángulo norte con Barak Obama, el mandatario más poderoso del mundo, para tratar el tema migratorio.
El tema de los niños migrantes se volvió político al más alto nivel, luego que, en términos de dos o tres semanas, fueron detenidos en la frontera de los Estados Unidos, la cantidad de infantes arriba especificada.
La noticia corrió como pólvora encendida, luego que en los lugares de cautiverio, los menores eran tratados inadecuadamente, en parte, por el número de los y las infantes, y por otro, porque las autoridades migratorias en Estados Unidos, el racismo y el recelo por cuidar de sus fronteras, los lleva ignorar las convenciones internacionales, en este caso, a favor de la niñez.
La crisis que provocó el ingreso de niños y niñas migrantes, obligó a Estados Unidos a enviar a su vicepresidente, Joe Biden, a reunirse con los mandatarios de los países de origen de los niños migrantes, es decir, Honduras, Guatemala y El Salvador.
Durante esa reunión, además de estudiar algunos mecanismos que se pusieron en práctica de forma inmediata, como reforzar las fronteras y hacer campañas para sensibilizar a las familias para evitar que los niños y niñas viajen hacia el norte bajo “el cuidado de los coyotes”, también se acordó una reunión en Washington con Barak Obama.
Nuestro Presidente Salvador Sánchez Cerén viajó el jueves de la semana pasada a Washington D.C., para reunirse, junto a los mandatarios de Honduras y Guatemala con Barak Obama.
Sin lugar a dudas, la reunión con Obama, además de calificarse de “fructífera”, como lo hizo el Presidente Sánchez Cerén, fue definitivamente histórica.
Histórica, porque, creemos, es la primera vez que un mandatario de la principal potencia del capitalismo se reúne con los del Triángulo Norte, para ver el tema migratorio.
Es histórica, además, por los acuerdos. El principal, seguramente, y que era la posición de los mandatarios centroamericanos, es que Estados Unidos respetará una ley migratoria de 2008, la cual estipula que los niños y niñas migrantes que procedan de un país que no sea fronterizo con Estados Unidos, debe ser llevado ante un juez, para que este decida si se le da la calidad de asilo o es deportado.
No dudamos que varios miles de nuestros niños y niñas serán beneficiados por algún juez, y lograrán su “sueño”: reunirse con su padre o con su madre.
Es histórica también, porque al fin Estados Unidos acepta que el tema de la migración es responsabilidad de varios: el país de origen, el de tránsito y por su puesto el de destino.
Es histórica, finalmente, porque, si bien la migración es propia de la naturaleza humana, en el caso de los países del triángulo norte, las causas son estructurales, y su “combate” es ayudando a los países a salir del subdesarrollo.
Ojalá, y este reconocimiento, lleve a Estados Unidos a firmar el FOMILENIO II, en vez de estar violando nuestra soberanía, dictando reformas de nuestras leyes.
Que bueno que los niños tienen poder, y han logrado sentar a mandatarios, incluido el del imperio, a analizar los problemas estructurales de sus países de origen. Que bueno que los niños le han recordado a Obama, que tiene una deuda pendiente con los inmigrantes, que fue tema de dos campañas electorales.