Omar Serrano
Tomado de la UCA
En la comparecencia del rector de la UCA a una comisión de investigación de la Asamblea Legislativa, la actitud de los legisladores que la integran me remitió a los inquisidores del siglo XVII. A estos, la empresa de convencerlos, por ejemplo, de que la tierra se movía y no el sol era imposible, pues estaban convencidos de que tenían la verdad, profesaban el geocentrismo, y por tanto, no había argumento que valiera, por científico que fuera.
En la comisión de la Asamblea, el interrogatorio comenzó con la prepotencia de quien se sabe en el poder y, por ello, cree que tiene la razón y que quien lo cuestiona está equivocado. Cicerón decía que cuanto más alto esté una persona, más humilde debe ser. Jesús de Nazareth afirmó algo semejante: “El que quiera ser el primero que se haga servidor de los demás”. Más de alguno de los interrogadores se debe saber de memoria esa cita, pero sin que esta tenga efecto en su vida. La altura tiende a producir altanería y arrogancia, vicios que terminan siendo destructivos y autodestructivos. La falta de respeto al otro es en el fondo falta de respeto hacia uno mismo.
Aunque tuve noticias de otras comparecencias, la del jueves 3 de febrero, por mi vinculación afectiva y efectiva con la UCA, fue motivo de confirmaciones y de varias revelaciones. Me confirmó que la causa y el objetivo de citar al rector a la comisión no fueron los que expresaron los diputados. La razón no fue indagar sobre los fondos de los proyectos de los que la Universidad fue ejecutora. La razón de llamar al rector fue cobrarle la fundamentada postura crítica de la UCA ante las actuaciones gubernamentales reñidas con la ley, con la verdad y con la ética. El Gobierno ha divido al país entre quienes le aplauden y quienes no. A estos últimos los considera enemigos; la UCA ha sido incluida entre ellos.
El objetivo de la cita no era que el pueblo salvadoreño conociera la verdad sobre el manejo de fondos públicos, como dijeron los diputados. En realidad, buscaban desacreditar, deslegitimar a la Universidad; ensuciarla como lo hacen con toda persona o instancia que con autenticidad y solvencia moral dice la verdad. Valiéndose del poder, quisieron humillar y degradar al rector para así disuadir a otras personas de decir la verdad y denunciar las mentiras. Sin embargo, la jugada no les salió como querían o como esperaban.
Quienes vieron la transmisión de la comparecencia fueron testigos del uso que los diputados de la comisión hacen de la manipulación y de la mentira. Estos evidenciaron, además, su falta de cualificación y formación. Dejaron claro que les cuesta entender que el IVA es un impuesto directo a la población, que un convenio no es lo mismo que una asignación y que un proyecto no es una donación. Dejaron claro que desconocen totalmente la institucionalidad y el funcionamiento de los centros de educación superior.
Personalmente creo que a algunos legisladores, sobre todo a los más jóvenes, hay que darles el beneficio de la duda y asumir que desconocen muchas cosas. Pero otros dejaron clara su ponzoña, evidenciando públicamente su mala fe y su falta a la verdad. Quizá ese sea el precio de que la gente no haya votado por ellos y ellas, sino por el presidente de la República, como dijo el jefe del órgano legislativo. Por eso sienten que no se deben a la gente ni a la verdad, sino a lo que les dictan desde arriba.
Por otra parte, es obligatorio agradecer las innumerables muestras de respaldo que recibió la Universidad antes, durante y después de la comparecencia, tanto nacionales como internacionales. Incluso de empleados de la Asamblea Legislativa que se atrevieron a realizar gestos disimulados para mostrar su apoyo al rector al salir del interrogatorio. Lo mismo con empleados de instancias de gobierno que de manera personal y privada expresaron su solidaridad y su acuerdo con lo declarado por el rector.
Lo que a los legisladores y al Gobierno les debería quedar claro es que todo lo que vino después de la comparecencia, el respaldo masivo a la palabra de la UCA y las críticas y burlas hacia ellos, fueron provocadas por el bochornoso espectáculo que protagonizaron. Las declaraciones posteriores de los diputados muestran que ahora están más en contra de la UCA y que no pararán en su campaña de desacreditación. Pero eso no nos apartará del trabajo de aportar a la misión de la Universidad: hablar con la verdad, ser conciencia crítica de la realidad y acompañar universitariamente al pueblo salvadoreño en sus sufrimientos y necesidades.
* Omar Serrano, vicerrector de Proyección Social.