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Afinales del siglo XX el 86% del Producto Interno Bruto era generado por la pequeña y mediana empresa, ed cuya contribución mayor provenía de pequeños negocios que empleaban menos de 10 personas, mind aportando el 50.6% al PIB (Fuente: Cámara de Comercio e Industria de El Salvador, CAMARASAL, 1999). En ese contexto, contrario a lo que normalmente podría pensarse, no eran las grandes empresas las que contribuían al crecimiento de la economía nacional con el mayor porcentaje del Producto Interno Bruto del país, sino que eran la micro, la pequeña y mediana empresa las que realizaban este aporte al crecimiento económico en El Salvador. De acuerdo a la información más reciente brindada por el Ministerio de Economía de El Salvador: “La Micro y Pequeña Empresa en El Salvador se caracteriza, al igual que en muchos países de la región, porque emplea un alto porcentaje de la fuerza laboral (se calcula que al menos 472,000 personas están vinculadas al sector). El sector genera el 33.9% de la PEA del país” (Cfr. http://www.minec.gob.sv/index.php? option=com_content&view=category&id=83: mypes&Itemid=119).
Promover la inversión directa con carácter ético en todas las actividades económicas que contribuyan a la generación de empleo es fundamental para ampliar la demanda laboral. Si se realiza esta forma de inversión social, reditúa en beneficio de las zonas urbanas marginales. En estas zonas de San Salvador podemos observar un potencial insospechado de la capacidad productiva que tienen sus habitantes. Se observa una pluralidad de capacidades de diversos rubros productivos, que se convierten en un potencial asombroso para contribuir al crecimiento económico. Las micro, pequeñas y medianas empresas son unidades productivas que pueden solventar en gran parte la falta de demanda de la fuerza laboral que existe en el país. Dicho de otra manera, las micro y pequeñas empresas son el tesoro escondido de la economía, porque su aporte al crecimiento es fundamental en términos cuantitativos y cualitativos; también nos ofrece un camino efectivo para solventar una alta tasa de desempleo y subempleo. Sin embargo, es importante destacar algunos aspectos.
Existen las siguientes debilidades que no permiten visualizar el potencial productivo de los habitantes de las zonas marginales urbanas: no se conocen las capacidades de tantos salvadoreños que realizan una diversidad de actividades económicas de distinta índole en las áreas marginales de San Salvador. Se desconoce que existe una gran capacidad técnica, administrativa y de servicios que constituyen un gran potencial. No se ha certificado en gran parte la capacidad productiva que tienen los habitantes de estas zonas marginales del país. Además no existe un liderazgo permanente de las instancias pertinentes del gobierno que esté monitoreando la oferta laboral en esas áreas marginales urbanas.
Entre las fortalezas que tienen los ciudadanos de estas zonas urbanas marginales está una experiencia acumulada en el desempeño de labores en distintos campos. Al encontrarnos con las familias en estas zonas, nos damos cuenta de que hay excelentes cocineras de platos típicos y de alimentos que no son tradicionales, hay costureras de alta calidad, personas que tienen una capacidad de cultivo en pequeñas áreas, que convierten pequeños espacios de lugares de difícil cultivo en jardines atrayentes o verdaderos viveros, nos percatamos de la decoración creativa del hogar, y de la capacidad para elaboración productos artesanales. En las esquinas de los hogares de estos barrios o comunidades marginales, las mujeres convierten espacios reducidos en pequeñas pupuserías que no tienen nada que envidiar en la calidad de las pupusas a las que se producen en Olocuilta o en Antiguo Cuscatlán. Hay carpinteros, electricistas, albañiles y maestros de obra, soldadores, conductores, artistas, cantautores, músicos, payasos, mecánicos, técnicos en computación, profesionales en distintas disciplinas, pequeños comerciantes, etc. Hay una oferta laboral que escapa a la imaginación, constatándose el potencial de tantas mujeres y hombres capacitados para incorporarse al mercado laboral.
Las amenazas que sufren estos sectores sociales son diversas, entre las cuales quisiera destacar aquí las siguientes: no participan en la producción industrial, ni de servicios, y tampoco en las actividades agrícolas, lo cual les mantiene en un estado permanente de desempleo, empleo temporal o, en el mejor de los casos, están subempleados. Esto dificulta que dichos ciudadanos puedan tener acceso a fuentes del ingreso necesario para solventar sus necesidades inmediatas, y que puedan tener un horizonte claro de cara al futuro. Las consecuencias de la falta de empleo son catastróficas y sus secuelas las sufrimos todos en el país.
Las oportunidades que se pueden generar a partir de las capacidades existentes tienen un gran potencial para contribuir al crecimiento económico en el país. Además, la micro y pequeña empresa pueden convertirse en una solución efectiva a la crisis del desempleo y sub-empleo que vivimos en el país. En nuestro contexto, el empleo se ha convertido en un bien raro: es difícil encontrar un empleo permanente, cuesta tener un lugar de trabajo, o encontrar un lugar social dada la situación tan precaria que tenemos en el país con respecto al empleo. Sin embargo, tenemos que promover los talentos innovadores, con capacidades emprendedoras para sobrepasar esta barrera que obstaculiza tener un empleo digno en la sociedad.
Algunas acciones importantes que se pueden promover para fomentar el empleo o demanda de la fuerza de trabajo son las siguientes: hacer un mapeo de las capacidades productivas de los habitantes en estas zonas marginales con la perspectiva de promover la micro y pequeña empresa. Certificar a los habitantes que tienen capacidades, pero que necesitan dar un salto cualitativo para ofrecer una mayor calidad en sus actividades productivas; esta es una medida que garantiza a futuro que un empleado pueda incorporarse al mercado laboral. Tal como se dice en la Ley de Fomento, Protección y Desarrollo para la Micro y Pequeña Empresa, se puede destinar un fondo para financiar el emprendimiento y Capital de Trabajo, que lleven a la creación de nuevos proyectos o Micros y Pequeñas empresas de todos los sectores productivos, con énfasis en aquellos cuyo contenido incorporen componentes tecnológicos, medio ambientales, de fomento a la empresarialidad de las mujeres y de promoción de la igualdad de género en el sector MYPE (Art. 52).
Es necesario diseñar una estrategia que articule los procesos de capacitación laboral, la producción de la micro y pequeña empresa y la comercialización de los bienes y servicios que se produzcan, pensando en función del beneficio de estos sectores sociales desprotegidos. Hacer una inversión productiva en los sectores sociales de las zonas urbanas marginales implica un proceso de planificación, organización y gestión de micro y pequeños empresarios para que se conviertan en los administradores y puedan llevar adelante la producción de bienes y servicios. En definitiva, son estos micros y pequeños empresarios quienes, contando con el debido apoyo estatal, pueden ser los protagonistas y gestores de su propio desarrollo humano, comunitario y social.
Además, se puede promover la demanda de bienes y servicios de los sectores sociales afectados por el desempleo, invirtiendo en sus capacidades; porque es la mejor manera para que construyan un mejor futuro. Esta es una forma efectiva de incentivar la inversión productiva. Sabiendo que si se cultivan las capacidades se pueden tener mejores posibilidades para lograr una producción de calidad y un empleo digno. Un tema pendiente es cómo salir al paso a la gran deficiencia que existe en el sector informal urbano con respecto a la cobertura institucional del estado en temas como la seguridad social y las demás garantías laborales que no existen para muchos que trabajan por su cuenta. Esta realidad es una tarea de gran envergadura que se tiene que asumir desde las esferas correspondientes del gobierno. Vale la pena plantearse el reto de resolverla.