Mauricio Vallejo Márquez
Escritor y coordinador Suplemento 3000
-No te entiendo Waldo. ¿Cómo es eso que un fulano se ha declarado presidente de la República?
-Así como lo ha escuchado señor. Se declaró ahora en la plaza Libertad.
-Bueno, ¿Y los policías no hicieron nada por defenderme. Es decir defender al presidente constitucional?
-Pues no. Lo saludaron con la mano en la frente y le rindieron honores.
-Ve que hijos de puta. No respetan la voluntad del pueblo.
-Le diré señor que nosotros nunca la hemos respetado. No sé si alguna vez lo hagamos.
-mmmm. Sí, Waldo, pero yo soy el presidente legal y ese derecho constitucional es mío.
-Sí señor.
-¿Dime qué líder político es? ¿Quiénes lo apoyan?
-No es ningún líder, señor. Es un panadero.
-¿Panadero? –dijo el presidente mientras tomaba su mentón y abría sus ojos, tanto que parecían esferas a punto de salir de sus orbitas.
-Hace unas dos horas que hizo eso y llamó a una revolución para proteger las viejas costumbres.
El presidente se levantó de un salto.
-¿Y los militares no han dicho nada? Tengo tres horas llamando al Estado Mayor y nadie me responde el teléfono. –mientras tronaba sus dedos.
-Pues mire que ellos hablan de tirarlo a usted y ejecutarlo. O sea, dicen que lo mejor es un golpe de Estado ya. Y apoyan al sujeto desde el alto mando hasta los rasos.
-Estoy jodido entonces.
-No, creo que esa no es la palabra correcta. Bueno, terminando el anuncio voy a hacer mi trabajo. Le comunico que el ministro de defensa ha pedido que en ocho horas abandone la casa presidencial para entregarla al nuevo presidente de la República
-¿También tu Waldo?
-Yo sólo cumplo con mi trabajo. Siempre seré un siervo leal del presidente.