Barcelona / AFP
Conminado por la junta electoral española a retirar los símbolos independentistas de los edificios gubernamentales, el presidente regional catalán, Quim Torra, lleva días jugando al gato y al ratón, evitando obedecer la orden a pesar de las posibles consecuencias judiciales.
Desde su elección en junio de 2018, Torra colocó en la fachada de la sede del gobierno catalán una pancarta con el lema «Libertad presos políticos y exiliados» junto a un lazo amarillo, símbolo del independentismo para reclamar el fin de las acciones judiciales contra sus líderes implicados en el intento de secesión de 2017.
Pero el 11 de marzo la Junta Electoral Central, a petición de un partido antiindependentista, requirió la retirada de los lazos amarillos y banderas independentistas de los edificios del gobierno regional para mantener la neutralidad institucional de cara a las elecciones legislativas del 28 de abril.
Después de desoír en dos ocasiones el plazo impuesto por el organismo, el gobierno catalán, en vez de retirar la pancarta colgada en su sede, la cubrió con otra idéntica con un lazo blanco tachado por una franja roja en vez del amarillo.
«A fecha de hoy (…), como es público y notorio, no hay esteladas (banderas independentistas, ndlr) o lazos amarillos», escribió Torra en una nota a la junta electoral.
En un comunicado emitido la víspera, Torra subrayó que no obedece a la junta electoral sino a las instrucciones del defensor del pueblo catalán, que el miércoles recomendó públicamente la retirada de dichos símbolos.
Mofándose «de la valentía sin límites que ha demostrado Torra para resistirse a los dictados de Madrid», el ministro español de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, calificó su comportamiento de «patético».
A su vez, el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, recordó desde Bruselas a los líderes catalanes que «las instituciones públicas son instituciones de todos», y que por tanto deben respetar su «neutralidad» en lugar de «patrimonializarlas».
La Junta Electoral debe reunirse el jueves para decidir si toma acciones contra Torra, que se arriesga desde una multa hasta la inhabilitación por desobediencia.
Los lazos amarillos con los que los independentistas han invadido la región, colocándoles en balcones, edificios, farolas o incluso monumentos, han sido foco de debate recurrente ante las quejas de los contrarios a la secesión.