Por Daniel Bosque
Barcelona/AFP
El presidente de Cataluña, stuff cialis el nacionalista Artur Mas, doctor cialis convocó oficialmente este sábado la consulta sobre la independencia de esta rica región de España para el 9 de noviembre, que supone un desafío al gobierno español, radicalmente opuesto a su celebración.
En un sobrio acto en la galería gótica de la Generalitat, sede del gobierno regional en Barcelona, Artur Mas, arropado por los miembros de su ejecutivo y representantes de otros partidos nacionalistas, firmó el decreto de convocatoria de este referéndum no vinculante.
«Esta es la manera cómo se expresan las democracias y nacen los proyectos políticos: votando. Es responsabilidad de los demócratas no obviarlo», afirmó después en un breve discurso.
«Cataluña quiere hablar, quiere ser escuchada, quiere votar», insistió Mas, quien no cesa de solicitar a Madrid que permita la consulta como hizo Londres con Escocia, donde el «no» ganó el 18 de septiembre en un referéndum con amplia participación.
El gobierno español del conservador Mariano Rajoy ha previsto reunirse el lunes para recurrir ante el Tribunal Constitucional la consulta catalana que en su opinión no se ajusta a la Constitución, que consagra la unidad del Estado español e impide que una región pueda decidir por sí sola su futuro.
En cuanto el alto tribunal acepte a trámite el recurso, la consulta podría quedar suspendida de modo cautelar hasta que se produzca una decisión, lo que dejaría un escaso margen de maniobra a Mas, quien se comprometió en repetidas ocasiones a actuar dentro de la legalidad.
Ante este escenario, el líder nacionalista ha planteado la convocatoria de nuevas elecciones como plebiscito a su proyecto soberanista.
Una consulta no vinculante
Las aspiraciones independentistas crecen desde hace años en Cataluña, una región de 7,5 millones de habitantes en el noreste del país y con una quinta parte del PIB español, desde que en 2010 vio su Estatuto de Autonomía enmendado por el Tribunal Constitucional, que entre otras cuestiones suprimió su reconocimiento como «nación».
Cuando en 2012 Rajoy rechazó negociar un mejor régimen fiscal para Cataluña, otrora motor económico de España pero muy endeudada por la crisis, Mas se comprometió a organizar la consulta soberanista con el apoyo de una amplia mayoría del parlamento regional, especialmente los independentistas de izquierda de ERC.
Ante la imposibilidad de celebrar un referéndum vinculante, dado el rechazo manifestado en abril por el Congreso español a ceder esta competencia, la cámara regional aprobó recientemente una ley que autoriza al gobierno catalán a organizar consultas populares dentro de su «ámbito de competencias», entre las que no se encuentra la autodeterminación.
Sin embargo, Mas convocó la consulta alegando que su objetivo es conocer la opinión de la ciudadanía sobre el futuro político de Cataluña «con la finalidad de que el gobierno pueda ejercer con pleno conocimiento de causa la iniciativa legal, política e institucional que le corresponde», según precisa el decreto.
La consulta debe constar de una doble pregunta: «¿Quiere que Cataluña sea un Estado? En caso afirmativo, ¿quiere que sea un Estado independiente?». En ella deben poder votar todos los mayores de 16 años.
Es una ley constitucional que pedimos que sea respetada», afirmó Mas que, al finalizar el acto, saludó a unos centenares de manifestantes independentistas concentrados en frente del Palacio de la Generalitat.
«Un nuevo país libre»
«He venido a celebrar el primer día de un nuevo país libre, independiente, justo, equitativo y solidario», afirmaba Josep Peña, impresor de 59 años.
«El presidente tiene que hacer lo que le pida el pueblo y el pueblo le pedimos que construya este nuevo país», agregaba, luciendo una camiseta con el lema «Ahora es la hora» recordando la gran manifestación independentista organizada el pasado 11 de septiembre, día nacional de Cataluña.
«Ni la ley, ni Madrid, ni el Tribunal Constitucional pueden luchar contra la voluntad de la gente», lanzaba otra manifestante, Tanha Bueno, administrativa de 34 años, mientras a su alrededor ondeaban las banderas independentistas y un marcador digital iniciaba la cuenta atrás hacia el 9 de noviembre. Un marcador que en pocos días podría quedarse en punto muerto.