Por Ludovic Ehret
Pekín/AFP
El presidente filipino, Rodrigo Duterte, anunció este jueves en Pekín su «separación» de Estados Unidos, su tradicional aliado, confirmando su espectacular giro diplomático hacia China.
Duterte, acompañado por una delegación de 400 miembros, está en Pekín para una visita de Estado de cuatro días. Este viaje representa una reanudación de las relaciones entre China y Filipinas, que en los últimos años se volvieron glaciales a raíz de la disputa por la soberanía de algunas islas en el mar de China Meridional.
«Anuncio mi separación de Estados Unidos», lanzó Duterte en un foro económico, pocas horas después de una cumbre con su homólogo chino Xi Jinping, suscitando fuertes aplausos.
Bajo el mandato del predecesor de Duterte, Benigno Aquino, China y Filipinas estaban enfrentados por asuntos fronterizos en el Mar de China Meridional, donde Pekín construyó una serie de islas artificiales, pero desde que Duterte llegó al cargo la situación ha cambiado.
En este sentido, Duterte afirmó que quería «aplazar (este asunto) para otra vez», con tal de dar prioridad a la cooperación económica, declarando a la televisión china buscar «ayuda» del gigante asiático en este sector.
China saludó esta posición. El presidente Xi Jinping recibió solemnemente a Duterte en el Palacio del Pueblo, en la plaza de Tiananmen.
Duterte calificó por su parte este encuentro con Xi Jinping como «histórico». «Mejorará y desarrollará las relaciones entre nuestros dos países», se congratuló.
Criticado por Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y la ONU por su campaña anticriminal, que ya ha causado más de 3.700 muertos según un recuento oficial, Duterte cuenta con el apoyo de China para esta política.
Pekín «apoya al nuevo gobierno filipino en su lucha para prohibir la droga, contra el terrorismo y la criminalidad, y está dispuesta a cooperar en este tema» con Manila, informó el ministerio de Relaciones Exteriores chino.
El miércoles, Duterte había dicho en un discurso ante la comunidad filipina en Pekín, que su país, colonia estadounidense hasta 1946, se había beneficiado poco de su alianza con Estados Unidos.
«Os quedasteis en mi país por vuestro propio interés. Llegó la hora de decirse adiós, amigo», dijo, dirigiéndose a Washington.
«No iré más a Estados Unidos. Sólo me insultarían allí», añadió Duterte.
«No hemos recibido aún un pedido por los canales oficiales que apunte a modificar nuestra asistencia o nuestra cooperación con Filipinas», indicó a la AFP en Washington un alto funcionario estadounidense que pidió el anonimato.
‘Cándido y amigable’
Duterte también suspendió las patrullas conjuntas de Estados Unidos y Filipinas en el Mar de China Meridional, y ha amenazado con suspender los ejercicios militares conjuntos.
El Mar de China Meridional es una zona de interés para Washington, y en varias ocasiones se ha pronunciado sobre las disputas territoriales entre China y sus vecinos por estas aguas.
Las tensiones aumentaron entre China y Estados Unidos por el llamado «pivote» de Washington en la región de Asia-Pacífico, un avance que Pekín afirma que está dispuesto a contener.
En 2012, China se apoderó del control del Arrecife Scarborough, un caladero de la Zona Económica Exclusiva de Filipinas.
Aquino llevó el caso ante la justicia, que Filipinas ganó en un tribunal internacional a principios de este año contra China.
Pero Duterte, que asumió el cargo en junio, poco después del fallo del tribunal, decidió no hacer alarde de la sentencia.
Preguntado acerca de qué habían hablado los líderes sobre el Mar de China Meridional, la portavoz del ministro de Relaciones Exteriores chino, Hua Chunying, afirmó que habían mantenido «un intercambio de puntos de vista cándido y amigable sobre cómo resolver las disputas relevantes».
Su reunión supuso una «vuelta a la vía correcta de diálogo y consultas», afirmó la vocera, y agregó que China esperaba llegar a «acuerdos relevantes» para cooperar en temas de pesca.