Por Marie Wolfrom
París/AFP
El presidente François Hollande reiteró el viernes su voluntad de «mantenerse firme» frente a la revuelta social contra la reforma laboral, que dura ya dos meses en Francia, salpicada de huelgas, manifestaciones y bloqueos de sitios industriales, y que podría intensificarse en los próximos días.
«Me mantendré firme», declaró el jefe de Estado francés a la prensa al final de la cumbre del G7 en Japón, mostrando su apoyo a su primer ministro, Manuel Valls, y subrayando que su proyecto de ley es «una buena reforma».
El texto, en discusión en el parlamento, divide a la mayoría socialista en el poder, mientras que sus detractores tratan directamente de paralizar el país para forzar su retirada.
El jueves, decenas de miles de manifestantes (300.000 según el sindicato CGT, 153.000, según las autoridades) salieron de nuevo a la calle en toda Francia. Los ocho sindicatos opuestos a la ley, que consideran excesivamente liberal, llamaron el viernes a «continuar y amplificar la movilización».
«Valls dimisión» o «No a la ley de trabajo», gritaban el viernes por la mañana con el puño en alto manifestantes que bloqueaban el depósito petrolero de Donges (oeste), el segundo del país, poco antes de ser desalojados por las fuerzas del orden.
Ante las huelgas en el transporte público y el racionamiento del carburante, los franceses mantienen reacciones encontradas.
«Los franceses tienen costumbre de apoyar las huelgas», razonaba Genevieve de Maud’huy, una jubilada que esperaba a la entrada de una gasolinera al oeste de París para echar en el depósito 40 euros de combustible, el máximo autorizado.
Siete franceses de cada diez desean la retirada del texto «para evitar la paralización del país», según un sondeo.
La situación parecía más calmada el viernes y a primera hora de la tarde el Secretariado de Transportes informó a la AFP de que todos los depósitos petroleros del país habían sido desbloqueados a excepción de uno que seguía en huelga.
Pese a ello, la perspectiva de la penuria parece instalarse en los ánimos, como ilustraba la reventa de gasolina a alto precio en internet y la explosión desde el martes de la búsqueda «cómo hacer trasvase depósito» en el motor de búsqueda Google.
El viernes, el responsable de la patronal, Pierre Gattaz, denunció «métodos propios de delincuentes», tachó de «irresponsables» a los detractores de la ley y llamó a «resistir al chantaje» de los sindicatos contestatarios.
Nuevas manifestaciones a la vista
Lanzada hace apenas tres meses, la movilización social se endureció la semana pasada con el bloqueo de puertos, refinerías y depósitos de carburante.
Aunque las protestas en la calle no ha llegado a explotar, quienes se oponen del proyecto, y la CGT en particular, juegan a fondo la carta de la acción directa en sectores económicos clave donde este sindicato está fuertemente implantado, y llaman a la «generalización» de las huelgas.
El viernes fue reconducida la huelga en las terminales petrolífera de Le Havre, que el martes dejó sin petróleo a los aeropuertos parisinos, y en seis de las ocho refinerias petroleras.
Manuel Valles recibirá el sábado a los patrones de los sectores petroleros y de transportes.
El movimiento también ha tenido consecuencias en el sector del turismo, que sufre anulaciones en serie de particulares que temen no poder desplazarse por la falta de carburante, a menos de dos semanas de que Francia reciba a decenas de miles de aficionados al fútbol con motivo de la Eurocopa 2016, que comienza el 10 de junio.
Nueve centrales nucleares de las 19 existentes en el país han visto bajar su producción, según la CGT, sin por el momento perturbar el aprovisionamiento de electricidad, según el administrador de la red.
Además de los bloques en sitios industriales, el 14 de junio está prevista una nueva jornada de movilización nacional, con una «potente manifestación» en París. La fecha coincidirá con el inicio del debate de la reforma en el senado.