Damasco / AFP
El presidente sirio, Bashar al Asad, se comprometió el lunes a continuar con su ofensiva en el noroeste del país para «liberar» el último gran bastión en manos de los yihadistas y los rebeldes, tras la conquista de las inmediaciones de Alepo por sus fuerzas.
Sus declaraciones, durante un discurso televisado, coincidieron con los llamados de la ONU para un alto el fuego en la región de Idlib y en los territorios aledaños, donde los combates y bombardeos aéreos causaron decenas de muertos y más de 900.000 desplazados desde diciembre, según Naciones Unidas.
«La batalla por la liberación de las provincias de Alepo y de Idlib continúa, independientemente de los discursos estridentes vacíos que vienen del norte», lanzó el lunes Asad en alusión a las reiteradas advertencias de Turquía, fronteriza con Siria por el norte.
Las fuerzas gubernamentales, con el apoyo de la fuerza aérea rusa, reconquistaron el domingo el cinturón de localidades que rodea la ciudad de Alepo, repeliendo los ataques de yihadistas y rebeldes, que tiraban cohetes contra la segunda ciudad de Siria.
De momento, el gobierno ha recuperado el control del 70% del territorio sirio.
«Somos plenamente conscientes de que esta liberación no significa el fin de la guerra, ni la caída de los complots, ni la desaparición del terrorismo, ni la rendición de los enemigos», sostuvo Asad.
Este lunes, el secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Humanitarios, Mark Lowcock, denunció que los desplazados están «traumatizados y obligados a dormir fuera, con unas temperaturas glaciales, pues los campos están llenos».
«Las madres queman plástico para calentar a los hijos. Bebés y niños mueren a causa del frío», lamentó Lowcock, reclamando el cese de «la violencia ciega» y un alto el fuego, «única opción» posible, según él.
Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), más de 380 civiles habrían muerto en el marco de la ofensiva del gobierno para apoderarse del noroeste del país, iniciada en diciembre.
La zona tiene una fuerte presencia de grupos yihadsitas como Hayat Tahrir Al Sham (HTS, exrama siria de Al Qaida) y de facciones rebeldes.
Desde 2011, cuando empezó, la guerra en Siria ha causado más de 380.000 muertos y forzado a millones de personas a abandonar sus hogares.