Wilfredo Mármol Amaya
Psicólogo y escritor viroleño.
En los meses de diciembre de los años sesentas, capsule recuerdo que llegaban a Zacatecoluca, site muchos puestos con mercaderías de toda clase, para todos los gustos. Para la niñez de origen humilde era la fecha esperada con ansias, pues se recibía de los adultos juguetes de madera traídos de otros pueblos, tal es el caso de las ruedas de caballitos o carruseles, o bien hombres trapecistas que se activaban al apretar con las manos los palos que les sostenían tal cual los trapecistas de los circos”; igual la niñez solían recibir camioncitos de madera. Los juguetes aparecían abajo de la almohada en la madrugada del día 25 de diciembre; una vez encontrados salían los niños y niñas a la calle a jugar y mostrar lo que “Santa Claus le había traído”, porque en esos años se decía con insistencia que el niño y la niña tenían que portarse bien para que Santa le trajera regalos. Lo fregado en esta lógica, era que muchos no tenían regalos, pero no era debido a su comportamiento, si no que su familia era extremadamente pobre, y no alcanzaba para comprarles su regalo.
Pero también Zacatecoluca en esos años, al oriente de la Iglesia, se colocan los llamados “salones”, una especie de burdeles ambulantes que andaban de pueblo en pueblo; ahí se encontraban “mujeres de la vida alegre”, como se les llamaba a las trabajadoras del sexo, que por un precio razonable entregaban un rato de alegría a los tristes hombres viroleños que con cerveza y guaro eran presa fácil de la mercancía, dejando por supuesto sin estreno y comida de noche buena y sin juguetes a sus hijos e hijas; por estos días Zacatecoluca era una ciudad de muchas desgracias ya que una buena cantidad de grescas a puño limpio se destacaban en esos tiempos; hombres del campo se agarraban con sus corvos y se daban con todas sus ganas, Esta era la nota fea de las fiestas de diciembre en esos años.
Pero esto de los burdeles no sólo llegaban de manera ambulante, en Zacatecoluca funcionaban una buena cantidad de burdeles. Según el poeta, escritor e historiador viroleño, Alfredo Herrera el primer burdel de Zacatecoluca se remonta allá por los años de 1920 y tenía el nombre de “Los Cabros” en el entendido que su dueño tenia cabras en el solar y vendía “leche de cabro” por cierto en las mentalidad viroleña esta leche “levantaba hasta los muertos” y era muy apetecida en casos de rehabilitación post enfermedad.
Bueno en esos años en Zacatecoluca se desarrollaban lo que se llamaba “Las paradas” que consistía en actividades castrenses para el entrenamiento militar de los campesinos, quienes llegaban de todos los cantones en ciertos periodos programados por el cuartel, recibían estrategias para el uso de armas, intervención en aspectos de seguridad, más bien para ejercer el servicio gratuito de “espionaje” contra la sociedad civil, eran orejas al servicio los militares y los militares al servicio de los dueños del país, la oligarquía salvadoreña, como siempre. Estas personas eran aliadas de la represiva Guardia Nacional, que por cierto en su Cartilla de funcionamiento se leía una cláusula que advertía “Si las palabras no son suficiente, puede usar el arma”
Luego de las paradas militares en actos públicos con la población, los campesinos se retiraban y empezaban a buscar el regreso a casa, ocasión que según don Alfredo Herrera, era aprovechada por los campesinos que se preguntaban “¿Hey vamos a los cabros…?” el indicativo para pasar por el burdel en que se encontraban mujeres que llegaban a ganarse unos centavos brindando el trabajo más antiguo de la humanidad. El burdel de ”Los Cabros” estaba ubicado en lo que hace muchos años, según testimonio de don Miguel Ramos Peña, mejor conocido como “Miguel Chipe”, frente al solar que pasaba el Río Santa Rita, que bajaba de las faldas del Chinchontepec, actualmente este terreno es la intersección de la 2da. Avenida norte y la 6ta. Calle Poniente, esquina opuesta de la que fuera casa de don Narciso Alonso, padre de maestros y padrinos de muchos de Zacatecoluca, incluyendo a quien escribe, porque don Narciso fue mi padrino de confirmación. Por cierto, “Miguel Chipe”, un hombre que en el 2007 afirma tener 124 años de edad, personalmente lo recuerdo en el año de 1967, a mis 7 años don Miguel tenía en esa época por lo menos unos 70 años, poniéndole de manera conservadora la edad.
Por cierto, el sábado 8 de septiembre de 2007, un grupo de viroleños nos reunimos con don Miguel Chipe, con el ánimo de hablar de todo un poco de Zacatecoluca, entre los asistentes participamos Mariano Ávalos uno de los periodistas más connotados que dado Zacatecoluca, don Toñito Díaz, caricaturista, pintor y hombre de bien de nuestro terruño, Roberto Monterrosa, el que fuera durante 30 años Director de la Casa de la Cultura, pensionado en el 2006, y Alfredo Herrera, poeta e historiador respectivamente; don Miguel “Chipe” nos expresó, que al burdel le decían “Los Cabros” porque también “habían cabras…” arrancando las risas de los concurrentes, debido al doble sentido de la respuesta, al final nos dijo que el dueño del primer burdel de Zacatecoluca fue un señor llamado Antonio Lara, el dueño de “Los Cabros”. Agregó también que la parada militar, es decir los ejercicios se realizaban en “el campo Marte” tenían lugar en las canchas de fútbol, y estaban ubicadas donde es ahora la Colonia “27 de septiembre” al costado sur del estadio Panorámico la Paz, construido cuando era alcaldesa la Señora Lucía Montoya de Serrano Piche, si mal no recuerdo allá por el año de 1975. En esa época, El burdel funcionaba en una construcción rústica de varios cuartos que eran utilizados por las señoras del primer burdel “Los Cabros”. Actualmente esta propiedad pertenece a la familia Rivas Aparicio, constituida por Ermelinda Aparicio y Carlos Rivas, radicados en los Estados Unidos, propietarios de su bella casa, producto de casi cuatro décadas de trabajo arduo y honesto en las tierras del norte.
Pero de igual manera, existían otros burdeles en Zacatecoluca en la década de los años 60’s; en el Barrio Analco para el caso, donde un barbero llamado don Moisés, un anciano arriba de los 70 años, pequeño de estatura, delgado de larga y cerrada barba blanca, prestaba sus instalaciones para este asunto del servicio de trabajadoras del sexo, un lugar humilde, lúgubre, la casa era de bahareque (por cierto la construcción aun existe contiguo a la que fuera Casa de los Chávez) en la entrada de la barbería estaba la sala de espera y el sillón de peluquero, dos vejestorios espejos con manchas de humedad, al igual que su propietario; los niños que asistíamos a cortarnos el pelo era evidente que escuchábamos los ruidos tras el cancel tapizado de las historietas de los periódicos del domingo con Tarzán, Benitín y Eneas, la Pequeña Lulú , El Fantasma, que dividían la barbería. Rosa “La Pelona”, “La Mocha” “La Vampira” eran parte de las señoras que llevaban a sus clientes a la barbería de don Moisés. Esta sana barbería estuvo ubicada en la décima Avenida norte y cuarta Calle Poniente, en diagonal a la casa de la Familia Surio, donde vivió Sandra Surio, una heroína viroleña que le fue arrebatada la vida por el sueño de una patria justa y democrática en manos de los fatídicos escuadrones de la muerte que eran dirigidos del de el cuartel del CITFA. Cuando la asesinaron estaba embarazada. Ojalá y algún día la sociedad viroleña rinda la distinción a Sandra Surio, nominando una de sus calles con su nombre o erigiendo un busto en su honor. Su único pecado fue soñar una sociedad viroleña democrática y con dignidad y ser joven en los años setentas.
También se recuerdan otro burdel de techo de láminas y cartones, llamado el burdel de la “Patoja Licha” una señora entrada en años que tenía un pie más corto que el otro, su negocio estaba ubicado por el puente de la barranca “Huacachala” en el camino que lleva a Ulapa Abajo, cerca del cementerio de Analco; en ese lugar había una cantidad considerable de mujeres trabajadoras del sexo y los fines de semana se veía una fuerte presencia de hombres que se hacían acompañar de licor nacional producido por la administración de Rentas. Cuando a los niños y niñas nos llevaban nuestras abuelas a lavar ropa al Río Ulapa Abajo, pasábamos “viendo” las mujeres de la “Patoja Licha” y a decir verdad la mayoría de ellas, eran niñas de apenas 14 ó 15 años, a merced de los borrachos y de la cultura del machismo, que dictaminaba de manera falaz y vergonzosa, que el hombre para hacerse hombre tenía que ir a los burdeles. Ya lo decía el dicho popular, que “Las mujeres son como pétalos de rosas, los hombres sus espinas.”
Existió un burdel, también de corte popular en un lugar llamado “Las Pisquetas” sobre el final de la tercera Calle poniente en el Barrio El Carmen, un burdel para los hombres del barrio Analco, a cuatro cuadras al sur de la Barbería de don Moisés, al l final de la 3 calle poniente Al pasar de los años este terruño, por razones históricas de la pobreza este espacio fue cuna de la pandilla “Los Guarumos”.
Claro en el sur de la ciudad destacaban los burdeles conocidos como “El Jocote” en la actualidad está construida la Colonia San Antonio, contiguo a la Despensa de Don Juan, y el famoso “Bambú” que prestaba sus servicios frente a la terminal de buses.
En todo caso, los burdeles en Zacatecoluca fueron siempre la expresión de la pobreza y la miseria de nuestra virola, soportada más que todo por las mujeres discriminadas y excluidas al dedicarse a este tipo de actividades ofrecidas en los burdeles, perdiéndose de vista que también son seres humanos; ya en una ocasión lo expresó el pensador Alfonso Verbel Salgado, “No debemos olvidar que la fiel evidencia de que Dios existe, son las mujeres.”
En consideración a las mujeres que por su extracción humilde, razones y circunstancias de la vida se dedicaron a este trabajo, despreciado y difamado, va este escrito en sus nombres y honor. Por una Zacatecoluca digna, comprometida con las causas nobles y eternamente solidarias. Que así sea.
Zacatecoluca, Septiembre de 2007.
PD.
Don Miguel Ángel Ramos Peña “Miguel Chipe” falleció el pasado 5 de enero de 2014, a sus 129 años de vida; las autoridades municipales, encabezada por el Alcalde, Dr. Francisco Salvador Hirezi, le brindaron las exequias en gratuidad, debido a la pobreza de Don Miguel. Destacada su muerte por el periodista Mauricio Bolaños.
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