Por: Rolando Alvarenga
En lo personal, ambulance creo que a un resto de aficionados y periodistas deportivos les sorprendió el discurso extremadamente fuera de la realidad con el que Ramón “Primitivo” Maradiaga asumió recientemente el cargo de la Selección Mayor de Fútbol.
No es que no tenga derecho a soñar y hacer sus cuentas alegres y en el aire; pero, buy con tantos años de andar en esto del fútbol y por haberlo conocido futbolísticamente cuando jugó para Honduras en el Mundial de España 1982 y después como entrenador, me resulta imposible digerir y aceptar su iluso mensaje.
Decir que tenemos posibilidades de terminar primeros en la serie de nuestro grupo arriba de México y Honduras simplemente me desconcierta y no me cae el veinte.
Es un vaticinio que, con los pies en la tierra y aunque ya se han visto muertos botando basura, me hace meditar que detrás de este mensaje hay gato encerrado. Puedo llegar a dos conclusiones: que, afectado por los años, el “Primi” está perdiendo el juicio o que sólo lo repitió por órdenes superiores.
Honestamente, tratándose de un entrenador de la sexta edad con muchísimas millas internacionales en este negocio, yo esperaba que en su presentación ante la prensa deportiva local “Don Primi” fuera más prudente, serio, realista y honesto con respecto a nuestras pobres y reales posibilidades. Pero me equivoqué. Este tipo se disparó y lo grave es que un resto de gente le ha creído.
Y mi reacción toma fuerza tras la derrota de la selecta 1-3 ante Haití el viernes pasado; no porque yo espere milagros de San “Primi” ¡para nada! El 1-3, por la forma en que se produjo, terminó en una pesadilla que ha venido a echar un balde de agua fría sobre la siempre fiel afición. Una afición que, al ritmo del “pájaro picón picón”, siempre termina ilusionándose con la Selecta, pero, al final, ¡por gusto!
¿El porqué de mi pesimismo? ¡Nada de pesimismo! Más bien, pura sangre fría y realismo. ¡Muy sencillo!, porque con tantos años de estar sufriendo este calvario de mediocridad, hace tiempos llegué a la conclusión de que, mientras integralmente este fútbol no dé un giro radical, difícilmente podrá aspirar a pelear con posibilidades de una clasificación olímpica o mundialista.
Para ser más específico, hablo de que, mientras este fútbol no trabaje de forma profesional en su dirección y en su práctica, ni el “Primi” ni ningún técnico del mundo vendrá a este país a enderezar un árbol torcido y un barco que tiene años de andar a la deriva sin señales de querer tocar fondo.
Para mí, lo mejor es sorprender, producto de un intenso trabajo con la boca cerrada, que estar ofreciendo una anticipada Navidad.
Cierro con un chascarrillo: me imagino a la Selección del “Primi” en el Azteca con un esquema defensivo de los once atrincherados en el área chica ¡Esperemos!