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La monumental escultura del Quijote de la Mancha recorre la explanada del Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI), seguido por su fiel escudero Sancho Panza, bajo la gigantografía de Monseñor Romero que custodia un espacio de memoria.
Esculturas creadas por el artista autodidacta Alfredo Melara Farfán (1911- 2000), originario de Atiquizaya, departamento de Ahuachapán, cuyas obras están diseminadas en diversas partes del mundo, reconocido por su habilidad para transformar materiales metálicos en expresivas piezas de arte.
Las obras han sido generosamente donadas al MUPI por la familia Melara Farfán, perpetuando así la memoria del artista salvadoreño, reconociendo la laboriosidad e ingenio salvadoreño.
La incorporación de estas esculturas enriquece los acervos del MUPI y ofrece a los visitantes una nueva perspectiva artística que conecta la literatura universal con la memoria histórica salvadoreña.
El MUPI proyecta inaugurar este espacio escultórico con actividades que conjuguen memoria, arte y literatura, recordando la frase: «La historia es émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir.» Cita de El Quijote, en la cual Miguel de Cervantes Saavedra destaca la importancia del papel de la historia y las memorias, como testimonio vital de las acciones humanas, recordando lo sucedido para que las generaciones futuras no pierdan de vista las conquistas y lecciones del pasado.
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