Mauricio Funes
Expresidente De La República De El Salvador
Las encuestas de proyección electoral que ya comenzaron a publicar algunos medios de comunicación revelan al menos tres cuestiones inobjetables.
Primero, treatment ningún partido político se hará con la mayoría simple en la Asamblea Legislativa después del 1 de marzo del 2015.
ARENA y FMLN obtendrán un número similar de diputados y diputadas al que tienen en estos momentos.
Si las proyecciones de aceptación partidaria no sufren virajes importantes en lo que resta de la campaña electoral, lo más probable es que ARENA y FMLN aseguren las diputaciones que ganaron en el 2012.
GANA y PCN, por su parte disputarán la tercera posición, siendo el escenario más probable que la Gran Alianza acabe obteniendo más diputados que Concertación Nacional, como es en la actualidad.
GANA demostró en el 2012 ser una fuerza política en crecimiento, con liderazgos locales y trabajo territorial en todo el país, capaz de disputar la marca de la derecha social y de capitalizar los réditos electorales de los programas sociales gubernamentales, en la medida que no vacila en apoyar al FMLN cuando se trata de asegurar los fondos necesarios para estos programas.
La llave para las decisiones legislativas la tendrán, entonces, estas dos fuerzas partidarias. Del comportamiento político y de las alianzas que construyan dependerá la gobernabilidad del país.
Si se suman a la estrategia de hostigamiento y desgaste que ha iniciado ARENA, lo más seguro es que el país se paralizará.
Si votan con patriotismo por aquellas iniciativas que sean de beneficio para el país, pero sobre todo, para los sectores más vulnerables, tendremos gobernabilidad y sin duda la situación de los salvadoreños mejorará significativamente.
En segundo lugar, de las encuestas conocidas hasta ahora se concluye que es evidente que una parte importante de la población no está conforme con el rumbo del país.
Esta ha sido una constante en las dos últimas décadas.
A pesar de los altos niveles de aceptación que mantuvieron los dos gobiernos anteriores a lo largo de su período, los salvadoreños siempre expresaron, en un caso más que en otro, insatisfacción por la situación general del país.
Lo importante acá es dilucidar con qué situación es que los salvadoreños no están a gusto.
Más del 70 por ciento de los salvadoreños no aceptan que la delincuencia les siga golpeando. Nadie en su sano juicio aceptaría que las pandillas y el crimen organizado continúen cometiendo asesinatos y extorsiones y sembrando zozobra en el territorio nacional.
Ahí está uno de los principales desafíos del nuevo gobierno, pero también del resto de fuerzas políticas y sociales e instituciones del país.
Tienen que darse giros importantes en la estrategia de combate de la criminalidad de modo que ésta no se convierta en un factor de desgaste del gobierno y del partido en el poder.
Estoy convencido que para ello las políticas de seguridad pública deben poner mayor énfasis en la prevención del delito y en una progresiva presencia territorial del estado en las zonas de mayor incidencia delincuencial.
La verdad que no creo que la asesoría que a partir del próximo año pueda dar el ex alcalde de Nueva York, Rudolph Guliani, con su política “tolerancia cero”, resuelva el problema delincuencial que padecemos los salvadoreños.
En el dato de insatisfacción ciudadana registrado por las encuestas asumo también que el rumbo diferente para el país que anhelan los salvadoreños se debe a que aspiran a que la economía adquiera un dinamismo tal que permita la generación de más y mejores empleos, y que las condiciones de pobreza aún existentes vayan disminuyendo progresivamente, como ocurrió en el último quinquenio.
Este es otro desafío para el gobierno Sánchez Cerén y que aparece recogido en el Presupuesto 2015 que fue aprobado por la Asamblea Legislativa.
El énfasis de este presupuesto en la Seguridad Pública, en la modernización de nuestra economía y en mejorar la Salud y la Educación, puede provocar que el descontento vaya reduciéndose y la esperanza y el optimismo retome la dinámica de crecimiento que venía registrándose desde 2009.
Pero el alto porcentaje de insatisfacción por la situación del país que reflejan las encuestas no significa que la mayoría de salvadoreños respalde o desee el rumbo que propone la derecha oligárquica.
Este es, a mi juicio, el tercer mensaje que envían los salvadoreños al ser consultados por las distintas casas encuestadoras.
Si los salvadoreños expresaran nostalgia por los “tiempos de ARENA”, las proyecciones electorales de este partido político serían más favorables y el respaldo a su plataforma legislativa y municipal alcanzaría mayores niveles de aceptación y endoso ciudadano.
La realidad es muy diferente.
Si los comicios fueran en este momento, el FMLN superaría, tanto en la capital como a nivel nacional, en resultados electorales para alcaldes y diputados.
Sólo una de estas encuestas, la del Instituto Universitario de Opinión Pública de la UCA (IUDOP), le concede una leve ventaja a ARENA sobre el FMLN en la votación de diputados, que no pasa de un punto porcentual.
Aquí es donde se vuelve útil para la oposición legislativa una fina y bien estructurada estrategia de desgaste y de manipulación mediática de la opinión pública que cambie estos resultados en los meses que restan para las elecciones.
Por eso advertí en un artículo anterior que la campaña sucia de @ARENAOFICIAL había arrancado, con la abierta complicidad de algunos medios de comunicación y de sus instituciones satélites.
Insisto, muy a pesar de esta guerra política electoral que ha iniciado ARENA, el rumbo del país que anhela la derecha oligárquica no es el rumbo que desea la mayoría de salvadoreños.
Los salvadoreños ya no queremos un Estado orientado a satisfacer los intereses y apetitos económicos de un pequeño grupo de poder.
Deseamos un Estado orientado a cubrir las necesidades de la mayoría de la población.
Las políticas públicas deben asegurar un mayor crecimiento de la actividad económica y una reducción significativa de las desigualdades sociales y de la concentración del ingreso.
ARENA no lo consiguió cuando tuvo el control del Ejecutivo. Por el contrario, profundizó las desigualdades y la concentración del poder en unos cuantos.
Como muestra un botón.
Bajo la Vicepresidencia de la República en el quinquenio 2004-2009, ARENA favoreció con un Fideicomiso, diseñado en teoría para estimular la inversión extranjera y el empleo, a un pequeño grupo de empresas vinculadas a funcionarios de gobierno de ese entonces.
En diciembre 2004 fue creado, por decreto legislativo, el Fideicomiso en Sectores Productivos Estratégicos, conocido como FECEPE.
El espíritu de este beneficio gubernamental era que las empresas crearan empleo permanente y bien remunerado, ya sea ampliando sus operaciones o bien construyendo instalaciones nuevas.
El Fideicomiso se constituyó con un fondo inicial de medio millón de dólares, que luego creció a 4.5 millones, alcanzando después la cifra de $38.5 millones.
Con este Fideicomiso se favorecieron un total de 15 empresas. Sin embargo, y esto fue revelado por una auditoría del manejo de este beneficio gubernamental realizada por el Banco Central de Reserva, una parte importante de este fondo fue a parar a unas cuantas empresas, entre ellas una donde el representante legal de la misma era hermano del presidente del Banco Multisectorial de Inversiones (BMI), miembro activo del Comité calificador y asignador de los recursos, presidido por la entonces Vicepresidenta Ana Vilma de Escobar.
La empresa aludida era la Sociedad Texpin, SA de CV que se constituyó ante los oficios notariales de Giancarlo Angelucci Silva, hermano del ex pdte del BMI, el día 7 de noviembre de 2007, casi tres años después de creado el Fideicomiso.
Los accionistas originales fueron Eduardo Telles Suvillaga (hermano del Manuel Telles, quien fuera apoderado legal del BMI) y Karla Sofía Avilés Ventura.
Se constituyó con un capital de $11,428 y recibió un aporte gubernamental de $725 mil.
Además del evidente conflicto de interés, que se deriva de las relaciones de parentesco existentes entre ejecutivos de la empresa y funcionarios del BMI, que como hemos señalado era la institución que asignaba los recursos, a finales de 2008 la empresa Texpin pidió que se le dieran por cumplidas las obligaciones derivadas del Fideicomiso, siendo que sólo había creado 30 puestos de trabajo, cuando el compromiso era crear 250 empleos permanentes.
Han trascurrido más de 5 años desde que expiró el Fideicomiso y nadie ha dado cuentas de su manejo, y menos por supuesto, la Vicepresidenta de la República, Ana Vilma de Escobar, que era la encargada del comité que calificaba a las empresas beneficiadas.
Hay un aviso en la Fiscalía que el Ministerio de Economía colocó en Enero de este año para solicitar una investigación sobre el caso, basado en una auditoria del Banco Central de Reserva, y hasta la fecha no sabemos cuál ha sido su destino.
ARENA y sus diputados no han mostrado evidencias de que han cambiado y menos de que, en caso volvieran al poder, gobernarían con un espíritu diferente.
Los diputados y diputadas de ARENA se desgarran las vestiduras exigiendo transparencia y probidad en la gestión pública, pero esconden sus pecados y protegen a sus corruptos.
Al país no le convienen diputados y diputadas que cuando estuvieron en el Ejecutivo orientaron los recursos públicos a favorecer intereses privados de unos cuantos grupos empresariales ligados al gobierno.
El 65 por ciento de la población que expresa su insatisfacción por la situación actual del país según LPG datos (porcentaje que se reduce en la encuesta del IUDOP) no quiere el rumbo que décadas atrás le imprimieron quiénes gobernaron en esos años.
Los principales recursos del país pasaron a manos de unos pocos a través de las privatizaciones y los beneficios gubernamentales siempre tuvieron “dedicatoria”
El caso Flores-Taiwán es uno de tantos ejemplos de cómo se apropiaron de los recursos públicos para favorecer intereses privados y no los de la mayoría de la población.
Está claro, entonces, que el rumbo del país al que aspiramos los salvadoreños no es el mismo que desea “recuperar” el partido ARENA.