Marlon Chicas
El Tecleño Memorioso
Disfrutando una agradable tarde de verano, con una de las clásicas películas de Mario Moreno Cantinflas, “Caballero a la medida”, junto al actor de origen letón nacionalizado mexicano, Wolf Ruvinskis Manevic en el papel de un humilde sacristán, deslumbrado por convertirse en un famoso boxeador bajo la guía de Cantinflas, vienen a mi memoria algunos sacristanes tecleños y otros por adopción, recordados por sus simpáticas historias en los templos de las Parroquias de la Inmaculada Concepción, Nuestra Señora del Carmen y El Calvario, entre 1930 a 2012 los cuales detallo a continuación.
Los sacristanes están históricamente ligados a la vida de la iglesia, desde tiempos inmemoriales, hombres y mujeres laicos o religiosos desempeñando diversas tareas, garantizando con su esfuerzo y dedicación que los fieles vivan con piedad su espiritualidad y cercanía con el Creador, encargados de la limpieza de los templos, así como del cuido de ornamentos y vasos sagrados utilizados para la celebración eucarística, entre otras actividades.
Entre ellos se recuerda a don José Francisco Alvarado (+), entre 1930 a 1948 en la Parroquia Inmaculada Concepción, en época de los párrocos Salvador F. Revelo (+), Carlos Portillo (+), y padre Méndez (+). Algunas anécdotas que se recuerdan de él son: 1) La gestión encargada al escultor catalán Alfonso Valldeperas, con el fin de tallar las imágenes del Niño Dios; Santa Lucía; Niño Jesús de Atocha; San Martín; San Francisco, y algunos ángeles, logrado con el apoyo de la feligresía tecleña; 2) Elaboración de una campana con su nombre de las seis que estaban instaladas en el antiguo campanario, la que se derritió en el incendio del mismo en 1971; 3) Bautizó a sus hijos de acuerdo al calendario y 4) El Niño Dios original fue tallado “al natural”, lo que provocó en el padre Méndez indignación, vistiendo la imagen con una túnica (fuente: Carlos Roberto Alvarado Peña).
Luego de don Francisco Alvarado, fue sustituido por don Miguel en tiempos del padre Gabriel Rodríguez (+), dicho sacristán se convertiría años más tarde en pastor de una iglesia evangélica. En 1978 llega a la Parroquia de Concepción, el ilopaneco Miguel Ángel Granados “Miguelito”, quien aún vive, asistió a los padres Manuel Andrés Alvarenga (+); Uberto Calderón (+) y finalmente a monseñor Rogelio Esquivel. Otras simpáticas historietas por las que se recuerda a Miguelito son: 1) Subirse a la antigua pila bautismal a jalar las cuerdas para el repique de campanas y 2) Su costumbre los viernes santos de usar traje formal para cargar la urna del Señor, colocándose en el saco todas las tarjetas para tal efecto, como un condecorado militar.
En la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen existieron también buenos sacristanes, en 1970 don Víctor Manuel (+), quien acostumbraba al uso de camisas manga larga y zapatos tenis, de quien aprendí parte de la liturgia en mis tiempos de monaguillo, don Víctor fue desaparecido en 1981 sin que hasta la fecha se conozca su paradero, siendo sustituido por el hermano Jesuita Francisco Platero (+), originario de Chalatenango, de carácter amable y solidario con el suscrito, en 1985 asume el hermano español Domingo Pérez, con un don especial para hacer amigos, culminando su labor en 1990.
Otro tecleño que fungió como sacristán en la Parroquia El Calvario, fue don Remberto Zelada, entre 2009 a 2011, bajo la administración del padre Miguel Alipio Flores, el señor Zelada se caracterizó por su labor y habilidad para la quema de cuetes de vara. En conclusión, el sacristán jugará siempre un papel relevante en la iglesia, “La mayor virtud del sacristán es la paciencia para tratar con afabilidad a toda la gente, que no siempre es amable ni prudente” Ximena Rondón-ACI Prensa.