Por: Nelson de Jesús Quintanilla Gómez,
Sociólogo, y Profesor Universitario de la UES en la FMOtal. De San Miguel.
Hoy 10 de enero de 2022 se cumplen 41 años de la ofensiva final que dio origen al desarrollo de la guerra popular revolucionaria conducida por la Comandancia general del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional /FMLN). Además, en esta memorable fecha inicio operaciones la Radio Venceremos en el heroico departamento de Morazán como órgano oficial del FMLN durante la guerra y que fue un medio de comunicación oficial de los frentes de guerra durante los 12 años de conflicto armado.
El gobierno de turno quiere negar la historia diciendo que es un error celebrar los acuerdos de paz este próximo 16 de enero. Sin embargo, el error histórico es querer desconocer o negar hechos históricos reales de relevancia nacional que pusieron fin a la dictadura de 60 años y al establecimiento de las bases para la democracia en El Salvador. Desde luego, negar la guerra y la firma de los acuerdos de paz es no tener memoria histórica y pecar de ignorancia consciente o inconscientemente para crear su propia guerra y su propia paz en un contexto de retrocesos y desaciertos políticos del presidente y su gabinete de gobierno.
Cuando ocurrieron estos hechos en 1981 el actual presidente Nayib Bukele no había nacido y quizás por ello quiera negar la historia. Sin embargo, hizo estudios universitarios que debería permitirle conocer un poco de historia nacional. Además, es presidente de la republica y como tal esta obligado a conocer y comprender la historia del pais que gobierna para conmemorar los hechos relevantes para no olvidar su historia y evitar de esa manera volver a cometer hechos sangrientos como la guerra o revivir la dictadura militar como se ve que pretende para reconstruir un régimen que no permite las libertades ni la participación ciudadana, ni se rinden cuentas y se disuelven los pesos y contrapesos de la democracia y la separación de poderes tampoco existe ya que se los ha tomado violentando la Constitución y las leyes.
El 10 de enero de 1981 el FMLN realizó un ataque denominado “ofensiva final” y luego rebautizado como “ofensiva general”, este ataque se realizó en las principales cabeceras del país y fue dirigido hacia tropas militares, fuerzas aéreas, Guardia Nacional y Cuartel San Carlos, entre otras guarniciones militares del Ejército Nacional. Sin embargo, la ofensiva no logro el resultado militar esperado, pero si logro un resultado político positivo y fue el reconocimiento internacional por la declaración franco-mexicana a partir de la cual el FMLN paso de ser un grupo irregular a un ejército guerrillero de los más gloriosos de la America Latina que luchaba por la liberación nacional y el establecimiento de la democracia y la justicia.
A 41 años de esa gesta heroica de 1981 el FMLN y el pueblo salvadoreño en general se preparan para conmemorar ese y otros hechos importantes del periodo de guerra popular revolucionaria en la que las fuerzas guerrilleras actuaron militarmente para derrotar la dictadura y la oligarquía salvadoreña que concentraba el poder político y económico con la ayuda militar y económica de los EE. UU. En este orden, el secretario General de este Instituto político, Óscar Ortiz, calificó la ofensiva como una gesta histórica que representa a todos los salvadoreños.
La ofensiva final de 1981 es un acontecimiento poco estudiado de la guerra civil salvadoreña, pero de suma importancia pues dio principio a la guerra rural y el abandono, por un tiempo, de la guerra urbana que hasta entonces venían librando el movimiento guerrillero contra la opresión del gobierno salvadoreño y sus fuerzas armadas. Existen suficientes evidencias en lugares como el museo de la revolución en Periquín en el departamento de Morazán, en el museo de la imagen y la palabra en San Salvador, así como en otros lugares como el Museo David J. Guzmán para comprobar que la guerra es un hecho histórico que nadie puede negar de manera objetiva.
La ofensiva militar del 1981 fue un hecho real, no es ningún cuento ni ningún invento de nadie, por tanto, es un acontecimiento que vale la pena recordar para refrescar la memoria y de esa manera evitar repetir esos hechos. Desde luego, si las circunstancias lo ameritan no hay duda de que dichos hechos pueden repetirse para derrotar los indicios de dictadura que puedan gestarse por intereses mezquinos y por falta de una visión democrática del pais y de una verdadera justicia social para los sectores populares.
Hay que recordar que en la primera fi la de la ofensiva iban columnas guerrilleras formadas por hombres y mujeres, obreras, estudiantes, profesionales, campesinas; en su mayoría jóvenes, sin experiencia militar y mal armados, pero apertrechados de una férrea disciplina, una tremenda sed de justicia y un infinito amor al pueblo pobre. Ese día también los oídos del pueblo se estrenaron con la legendaria Radio Venceremos. Además, la ofensiva fue planificada para que a la par de las acciones guerrilleras, en los barrios y colonias el pueblo se insurreccionara y para que también se sublevaran los soldados en los cuarteles de la Fuerza Armada. Hubo insurrecciones en barrios y colonias, pero no se extendieron al centro de las ciudades. Se sublevó la Segunda Brigada de Santa Ana, de donde luego se replegó la guerrilla junto a los soldados que se le unieron. Extenuados, estaban en el cantón Cutumay Camones, cuando fueron emboscados y más de 100 combatientes fueron masacrados.
Hay que recordar que la guerra fue impuesta por un sistema opresor e injusto, violador de derechos humanos y antidemocrático. Además, alentado y apoyado por el imperio gringo para aplastar el movimiento popular que luchaba por una sociedad con justicia, paz y democracia, eso debe tenerse presente.