Por David Alfaro
31/12/2024
La situación de El Salvador en 2025 se perfila como un escenario de tensiones crecientes, tanto en el ámbito social como político y económico. Bajo las presiones externas e internas, el modelo centralista y autoritario del presidente inconstitucional, Nayib Bukele, enfrenta un desgaste inevitable. Este pequeño artículo analiza las perspectivas para el próximo año, explorando cómo los acuerdos internacionales, la política interna y las demandas sociales podrían configurarse en un panorama de crisis.
Contexto económico: El peso del FMI, la crisis estructural y el impacto de las remesas
Uno de los principales detonantes de las tensiones sociales en 2025 será el impacto de las medidas exigidas por el Fondo Monetario Internacional (FMI). La dictadura, con una deuda pública creciente y un déficit fiscal insostenible, se verá forzada a implementar reformas drásticas. Entre ellas, destacan:
1. Despidos masivos en Salud y Educación: Como parte de los acuerdos de austeridad, miles de otros empleados públicos serán cesados, afectando especialmente a estos rubros. Esto provocará un deterioro significativo en los servicios básicos, exacerbando la desigualdad social y profundizando la brecha entre pobres y ricos.
2. Nuevos impuestos: Para satisfacer las demandas de financiamiento del FMI, se espera una cascada de impuestos indirectos que afectarán mayoritariamente a las clases medias y bajas. Sin embargo, las élites económicas, con estrechos lazos con la dictadura, permanecerán exentas de las principales cargas fiscales. Esto generará una percepción creciente de injusticia social.
3. Estancamiento económico: Las políticas de austeridad afectarán el consumo interno, y el debilitamiento de sectores clave como la educación reducirá la competitividad del país en el largo plazo. Sin un plan estructural de inversión en innovación o desarrollo, El Salvador corre el riesgo de hundirse más en el subdesarrollo.
4. Flujo de remesas: La disminución de remesas por políticas migratorias más estrictas en Estados Unidos agravará el impacto económico en las familias receptoras, reduciendo aún más el consumo interno y aumentando la dependencia de sectores informales y precarios.
Dinámicas sociales: Emigración bloqueada, crisis ambiental y descontento generalizado
Otro factor clave será la evolución de las políticas migratorias de Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump. La implementación de medidas más restrictivas para frenar la inmigración ilegal producirá cientos de miles de deportados y cerrará una válvula de escape histórica para los salvadoreños en busca de mejores oportunidades en el exterior.
Este bloqueo, combinado con la precarización económica, los despidos masivos y los efectos del cambio climático, creará una presión social insostenible. Sequías prolongadas o tormentas más intensas podrían agravar la inseguridad alimentaria, desencadenando una migración interna hacia las ciudades y aumentando la competencia por recursos limitados.
Las familias atrapadas en este sistema, incapaces de emigrar o sostenerse económicamente, enfrentarán niveles crecientes de frustración y desesperanza, alimentando un clima de inestabilidad.
Política interna: Creciente pérdida de simpatías por Bukele y fragmentación del oficialismo
El desgaste de la popularidad de Bukele será inevitable. Aunque ha mantenido una imagen fuerte y autoritaria, las crisis simultáneas —económica, social y migratoria— comenzarán a erosionar su capacidad de control. Sin embargo, en lugar de asumir reformas o abrir espacios democráticos, es probable que opte por reforzar la represión como estrategia para sofocar el descontento:
– Aumento de la represión: Se anticipa un uso más agresivo de la fuerza estatal, incluyendo detenciones arbitrarias y la criminalización de la protesta social. Esto alienará aún más a sectores críticos como organizaciones civiles, académicos y periodistas.
– Fragmentación política: A medida que las tensiones internas aumenten, incluso los aliados cercanos del oficialismo podrían comenzar a cuestionar la sostenibilidad del modelo de Bukele. Esto podría derivar en una fractura dentro del movimiento político que lo sostiene.
Posibles escenarios de resistencia y cambio
A pesar de este panorama sombrío, es importante analizar los posibles focos de resistencia:
1. Organización social: Movimientos estudiantiles, sindicatos y comunidades liderarán esfuerzos de resistencia frente a las políticas autoritarias, forjando alianzas que impulsen demandas diversas.
2. Capas medias y sector privado: La clase media y los empresarios medianos, afectados por los impuestos y las restricciones económicas, podrían desempeñar un papel crucial en la articulación de una oposición más estructurada.
3. Construcción de alternativas democráticas: Este momento crítico podría servir como una oportunidad para que los salvadoreños reflexionen sobre el tipo de democracia y justicia social que desean construir, priorizando la equidad y el desarrollo sostenible.
Conclusión: Una advertencia para el pueblo salvadoreño
El Salvador en 2025 se perfila como un país al borde del colapso sistémico. Las decisiones tomadas por el actual Gobierno, marcadas por la improvisación, el autoritarismo y la falta de visión a largo plazo, han cimentado las bases de una crisis que afectará a las mayorías trabajadoras.
Sin embargo, la historia demuestra que los regímenes autoritarios no son eternos. Este contexto abre una ventana para la reflexión colectiva y la organización social. El futuro de El Salvador no puede ser delegado a líderes mesiánicos. La construcción de una sociedad más justa y equitativa requerirá el compromiso activo de todas las personas, enfrentando la represión y exigiendo cambios profundos en las estructuras económicas y políticas del país.
El año 2025 será decisivo para definir el rumbo de El Salvador. Ya sea como un año de quiebre hacia la resistencia democrática o como la consolidación de un autoritarismo aún más agresivo, el pueblo salvadoreño tiene el reto y la responsabilidad de decidir su futuro.