Por: Nelson de Jesús Quintanilla Gómez,
Profesor Universitario de la UES en la FMOtal.
El 22 de enero de 1932 en El Salvador se desarrolló una insurrección indígena y campesina que tenía como propósito fundamental expresar la oposición a los estragos de un sistema y un régimen que no respetaba la vida de los pobladores de esa época. Desde luego, y de acuerdo como dice Victor M Valle Monterrosa el 22 de enero de 1932 comenzó la rebelión popular que ha marcado con sangre y fuego nuestra historia. La crisis económica mundial y la escasez económica, que afectaba a los sectores populares y empobrecidos de El Salvador, fueron causa principal de la explosión violenta devenida matanza de un volcán social. Hasta se organizó en Tacuba un Soviet a-la-Unión-Soviética lo cual causó “una reacción de la reacción”. Pedro Geoffroy Rivas en su poema “Romance de Enero”, dijo “al primer soviet de América lo hicieron mierda a balazos”.
Este hecho de la historia salvadoreña no puede pasar desapercibido, son 90 años y la lucha por la liberación del pueblo sigue pendiente, los atropellos del régimen siguen vigente ahora más sofisticados por los adelantos científicos técnicos. Sin embargo, los discursos oficiales abundan en cosas positivas en términos teóricos, pero en la practica la población indígena y campesina sigue abandonada, no hay políticas publicas que los beneficien y la poca normativa que se ha creado se hizo en los 10 años que gobernó el FMLN entre 2009 y 2019.
El levantamiento Campesino o insurrección indígena y campesina ocurrió durante el gobierno del Gral. Maximiliano Hernández Martínez, dicho suceso tuvo lugar el 22 de enero de 1932, en varias regiones del occidente del país se lanzaron miles de campesinos e indígenas armados con machetes; atacando poblados, haciendas e instalaciones militares. Desde luego, según las causas este levantamiento sucedió por el negocio del café, este mismo era monopolizado por pequeños grupos de hacendados y comerciantes que daban empleo a campesinos. Posteriormente ese empleo se convirtió en explotación, lo cual resultó otro detonante de la rebelión de 1932.
De acuerdo con los datos de la historia, en algunas partes como Juayúa, Nahuizalco, Izalco y Tacuba, lograron controlar la totalidad de la población. En otros lugares, como en Ahuachapán, Santa Tecla y Sonsonate, fallaron en su intento de capturar los cuarteles. Por supuesto, el levantamiento surgió para terminar con una dictadura y fue el resultado de la alianza entre campesinos e indígenas. Su principal representante de este levantamiento fue Farabundo Martí asesinado el 1 de febrero de 1932, tras haberse responsabilizado por el levantamiento campesino. Es decir, el levantamiento popular indígena y campesino fue liderado por Farabundo Martí y otros lideres del Partido Comunista Salvadoreño (PCS).
El descontento popular tenía razones de fondo, por ejemplo, los oligarcas capitalistas y hacendados pagaban a los campesinos en monedas con las que sólo podían comprar en los establecimientos de quien se las pagó. Forjando así un círculo capitalista pisoteando al sector obrero y campesino. Esa gesta campesina debe ser ejemplo para las actuales generaciones para luchar y evitar la instauración de una dictadura como lo pretende el actual presidente Bukele.
Para el recordado poeta Roque Dalton “todos nacimos medio muertos en 1932, sobrevivimos, pero medio vivos cada uno con una cuenta de treinta mil muertos enteros que se puso a engordar sus intereses, sus réditos y que hoy alcanza para untar de muerte a los que siguen naciendo medio muertos y vivos”. Esta frase sigue teniendo vigencia, aunque el régimen actual diga lo contrario e incluso diga que vamos rumbo al primer mundo, esa es retorica para engañar al pueblo porque en la practica la población más desposeída sigue muriendo sin pena ni gloria ya sea por la pandemia o por la delincuencia. Es decir, en el momento actual con Bukele todos estamos medio muertos y vivos como decía Roque.
Los hechos del 32 marcaron la vida de los salvadoreños y especialmente de los indígenas, campesinos y trabajadores en general puesto que esa masacre ejecutada por el régimen del general Martínez y el ejercito quiso anular la lucha de los sectores populares. Sin embargo, la lucha sigue aun en medio de adversidades, hay que resistir, desarrollarse y avanzar, no hay otra para los luchadores sociales y para el pueblo trabajador. El régimen querrá imponer la bota, pero la lucha del pueblo derrotará esas pretensiones. Pueblo que lucha triunfa.
El epicentro del levantamiento fue Izalco. Partidarios de la ideología comunista, en el sentido que los campesinos luchaban por la igualdad y por un fin a su explotación, la sublevación indígena fue vista como una amenaza que tenía que ser neutralizada. Ante la insurrección, el presidente Hernández Martínez ordenó la matanza de todo aquel que pareciera indígena. Ante esta amenaza, los indígenas ocultaron su vestimenta, y se alejaron de su idioma y costumbres por temor a ser ejecutados. Si bien, no hay un dato exacto casi todos los escritos de historia dicen que la masacre del 32 fue de entre 10,000 y 30,000. En todo caso, la masacre es inocultable e imborrable, por tanto, es un hecho que no debe olvidarse y siempre debe recordarse como un hecho que no debe repetirse.
Recordar en el 2009, el presidente Mauricio Funes del FMLN ganó las elecciones y ofreció una disculpa oficial a las comunidades indígena por la represión y el exterminio del que fueron víctimas a manos del gobierno salvadoreño a lo largo de los siglos. También, Funes declaró por primera vez que El Salvador es un país multicultural y pluriétnico. Mediante de su discurso, Funes puso fin a décadas de negación histórica de la diversidad salvadoreña. Desde luego, lo ideal seria que en adelante los gobiernos visibilicen la población indígena, son la verdadera sangre del pueblo salvadoreño: Aquino, Feliciano Ama, Francisco Sánchez, Modesto Ramírez, entre otros.