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Raúl Palacios
Al iniciar este artículo se debe dejar en claro una cosa: En El Salvador ha sido secuestrada la democracia para que el sistema republicano de gobierno se convierta en una dictadura.
A partir del 1 de junio, ya no tenemos Presidente en El Salvador porque lo que tenemos los salvadoreños es otra cosa. Un título adecuado sería “Dictador de El Salvador”, y puede llamársele también tirano, usurpador, déspota.
No se ofenda usted por ser afín o simpatizante de Nayib Bukele si le llamamos de esa forma, pues él mismo se autonombró «strongman” y así escogió libremente lo quería ser.
Del show que montó para su entronización, como Dictador, todo está dicho y señalado: el despilfarro, la mutilación del Palacio Nacional, su ridículo atuendo, el desfile militar y la alfombra roja de ultraderechistas del mundo, prestándole pleitesía… Todo esto ilustra la nueva realidad de dictadura que estamos viviendo, pero nada de esto es realmente importante.
Hay que resaltar que los dictadores a diferencia de los Presidentes o Jefes de Estado que juran lealtad a la Constitución y juramentan a sus funcionarios, de la misma forma los dictadores como Bukele, exigen y hacen jurar lealtad a su persona por encima de La Constitución a la cual ni siquiera mencionan en ese juramento y así lo hizo formulando y exigiendo obediencia ciega a la multitud reunida fuera de la VIP asignada a invitados especiales.
24 horas antes se ordenó la captura de 9 dirigentes de los veteranos de guerra para elevar su propia estatura como dictador.
Tirano que se aprecia necesita tener enemigos que amenazan su poder y su vida. Si no existen, los inventa.
La única parte de su mediocre discurso que quedará en la memoria es el juramento; “Juramos defender incondicionalmente nuestro proyecto de Nación, siguiendo al pie de la letra cada uno de los pasos, sin quejarnos. Y juramos nunca escuchar a los enemigos del pueblo.”
Esto equivale a la prohibición de cualquier forma de oposición y crítica. Equivale a anular varios derechos garantizados por la Constitución:
a-) El derecho a la libre expresión del pensamiento.
b-) El derecho a la petición, al amparo. El artículo 37 de la Constitución dice: “Toda persona tiene derecho de pedir y obtener el amparo de la Suprema Corte de Justicia o Cámara de Segunda Instancia, cuando cualquiera autoridad o individuo restrinja la libertad personal o el ejercicio de cualquiera de los otros derechos individuales que garantiza la presente Constitución.”
Todavía es válida esta Constitución, lo que ya no existe es una Corte Suprema que la aplique.
No hay manera para describir mejor la esencia de una dictadura: La obediencia incondicional y ciega a la voluntad del gobernante; eso ha quedado, por dejarlo tan claro, en ese discurso de división de la población salvadoreña entre quienes le apoyen incondicionalmente y quienes formen parte de una oposición a su gobierno.
La captura de los dirigentes de los veteranos de la guerra civil entre ellos a José Santos Melara, conocido como “Pepe” , no es solamente un caso más de la interminable lista de violaciones a los derechos humanos, procedimientos arbitrarios y persecuciones políticas. Conlleva otra dimensión: destruir la dignidad de los veteranos, antes considerados protagonistas de una gesta patriótica, que abrió el camino a la transición de la dictadura a la democracia.
Presentar a un hombre septuagenario como Atilio Montalvo, el Comandante “Salvador Guerra” de la guerra civil, como un vil terrorista que planifica atentados contra gasolineras y supermercados, es una forma de reescribir la historia a la medida de la nueva dictadura.
Presentar a los 9 veteranos de la guerrilla además como principiantes inútiles que ni siquiera saben cómo fabricar bombas, es una forma de burlarse de ellos y privarlos de su dignidad.
Realizar dichos actos cometidos en el marco de su entronización, definen el carácter de su persona y del régimen que está implementando y darle fortalecimiento a la formación de su dictadura.
Todo lo demás que pasó el 1 de junio son caprichos de un hombre excéntrico, egómano y perturbado que ya estábamos acostumbrados a observar. “A quién le importa que se vista a la usanza de príncipes árabes o como Napoleón Bonaparte, Simón Bolívar o Gerardo Barrios”. –
No hay personas más solas que los dictadores. No pueden confiar en nadie, ven enemigos por todas partes, hasta entre sus mejores cheros y familiares cercanos.
En México la administración de Andrés Manuel López Obrador le ha legado al mundo una democracia ejemplar y digna de ser el libreto a seguir por todos los jefes de estado y a los pueblos que los eligen y; quien pese a su enorme gran nivel de popularidad fue fiel a su juramento y nunca pretendió reelegirse y menos hacer uso de su poder para cambiar la Constitución y acomodarla para sus propios intereses, algo que contrasta con Nayib Bukele en El Salvador.
En México, durante los gobiernos anteriores se impuso el autoritarismo por encima de la democracia durante las administraciones del PRI y el PAN pero la mantuvieron pese a ello viva aunque debilitada y a la llegada de Manuel López Obrador se robustece y se abriga la esperanza que se mantenga en crecimiento con Claudia Sheinbaum en su próxima administración.
La democracia es considerada la forma justa de gobierno en los estados soberanos que son por su Constitución una República para que sus pueblos puedan vivir dentro de un Estado de Derecho confiable siendo la participación ciudadana el verdadero factor que materializa los cambios que se deben ejercitar.
Mientras Nayib Bukele se vuelve un Dictador en Manuel López Obrador es el ejemplo a seguir como fiel constructor de la democracia.
Mientras Manuel López Obrador expresa “Por el bien de todos, primero los pobres” Nayib Bukele lanza un verdadero ataque contra ellos y fortalece a quienes dijo que combatiría… La oligarquía de El Salvador.
“EL DINERO ALCANZA CUANDO NADIE SE LO ROBA” aseveró Bukele pero a él no le ha alcanzado por lo tanto se lo ha estado robando.
(Fuente de apoyo al desarrollo de este artículo es La Carta de Paolo Luers dirigida a Nayib Bukele)
