Gloria Silvia Orellana
@DiarioCoLatino
En el marco del Día Mundial de la Alimentación, OIKOS y UNES, con la cofinanciamiento de la Unión Europea (UE), presentaron el estudio “Estado de la Soberanía Alimentaria de El Salvador 1961-2022 : En Busca de un Sistema Alimentario Sostenible”, que presenta la actualidad de la agricultura campesina y los desafíos que enfrentan para alcanzar la soberanía y seguridad alimentaria.
El estudio fue realizado por el sociólogo Adolfo Hurtado, quien ahondó sobre temas del derecho a la alimentación de los pueblos, las restricciones agroambientales, las condiciones del trópico seco Centroamericano y la gestión del agua, entre otros aspectos de las condiciones alimentarias en la región y el país. Hurtado contiene una amplia experiencia sobre este tema y el conocimiento de la institucionalidad de los diversos gobiernos y del SICA.
La UNES y OIKOS reconocen que en los últimos 20 años diversas crisis globales: climática, económicas, energéticas y de salud han vulnerado de manera recurrente el derecho a la alimentación de la población salvadoreña. Esto se agrava por la falta del reconocimiento del derecho humano a la alimentación en el marco constitucional que no permite la organización institucional para potenciar un nuevo marco de desarrollo que tenga en la mira la “sostenibilidad” y un nuevo sistema alimentario.
En su exposición, Adolfo Hurtado señaló que El Salvador se encuentra en la “cuenca del Pacífico” por tanto, del “trópico seco”o “corredor seco” en Centroamérica. Y que su grado de afectaciones y restricción hídrica las expresa en la “reducción de agua y el acceso al agua del manto friático”, lo que produce brechas en la seguridad alimentaria, en el mercado laboral rural y deterioro ambiental.
“La mayor cuenca de El Salvador es la del río Lempa y se abastece fuera o sea todas las fuentes de recarga principales están fuera de El Salvador y ese es el primer problema que no es de menor importancia”, afirmó.
“Es que Centroamérica no cuenta con una gestión de aguas transfronterizas y en parte porque Guatemala, aunque sí tiene gestión de agua transfronteriza con México, no quiere establecerlo con Centroamérica”, reveló Hurtado.
Otras de las condiciones hidrográficas del país es que sin importar que cuenta con 10 regiones hidrográficas, que le da una red hídrica de 9,009 kilómetros y considerando el tamaño del país le concede una “oferta hídrica tres veces mayor, a la media mundial”, acotó Hurtado, pero esa potencial “oferta” se encuentra afectada por problemas de escasez, mal manejo del recurso y la contaminación.
“La red hídrica de El Salvador en la totalidad del área de las cuencas dentro de El Salvador es que el 71.8% son compartidas con Guatemala y Honduras, y afectan el 57% de las áreas de cuencas hidrográficas. Entre ellas la cuenca del río Lempa, que provee dos tercios de la demanda de consumo humano, un tercio a agricultura y 3 quintos a la acuicultura”, indicó.
“El segundo problema es que Guatemala y Honduras tienen permitido el tema de la extracción de minería metálica y están contaminando el agua. En Guatemala, inclusive, hay una concesión (mina Cerro Blanco) que justamente tiene un potencial enorme de contaminar el Lempa, y este tampoco es un riesgo menor”, acotó Hurtado.
La investigación destaca que hace 80 años El Salvador sentó las bases de su actual “sistema alimentario” y sus capacidades para asegurar el derecho a la alimentación de la población. En un marco del trópico seco centroamericano, alta diversidad de nichos agroecológicos y la gestión del agua. Y el modelo tecnológico que transformó el sector agrario, produciendo cambios sociales que elevó tensiones y conflictos nacionales y regionales.
En cuanto a la construcción del estado actual de la “Soberanía Alimentaria”, el estudio reveló que se encuentra en las bases de un desarrollo rural excluyente, desarticulado e insostenible.
“El Salvador es el único país de Centroamérica que no cuenta con territorio en la cuenca del Caribe, se encuentra enteramente en la cuenca del Pacífico y presenta un clima cálido, con régimen de lluvia concentrado en 6 meses de lluvia, lo que provoca un déficit de 6 meses hídrico. Y que sus principales cuencas nacen fuera del territorio”, sostuvo Hurtado.
“Su topografía de pendientes, condiciona también la cantidad de superficie que puede ser susceptible de las tecnologías de mecanización que permita mayor control de superficie por persona trabajadora. Limitando la producción agroalimentaria de mejora productiva e ingresos a las personas rurales”, añadió.
Carlos Cotto, integrante de la Mesa por la Soberanía Alimentaria, consideró que el estudio ha logrado recoger la historia de todas esas décadas de políticas públicas que han dado forma a una “agricultura que está muy golpeada”, así también con las diferentes medidas que han tomado y al final han sido desfavorables para una agricultura compatible con la soberanía alimentaria.
“Creo que es tarde, pero si quieren hacer un giro en la problemática agrícola del país, hace falta que haya claridad en ese sentido desde las autoridades y significa que haya programas y acciones más efectivas”, afirmó.
“Que hayan políticas públicas que toquen temas estructurales -que no se han querido abordar- . Y otras políticas que se quedaron en propuesta de Ley de la Soberanía Alimentaria, que no se han llevado a la realidad”, expresó Cotto.
En cuanto a la situación actual del país, Cotto manifestó que la reciente Ley de Comercialización Agrícola no constituye una respuesta a la grave problemáticas del agro, porque le falta afinidad con la realidad de los agricultores. Por el contrario, va a generar las mismas condiciones que han llevado a problemas de acceso a la alimentación y los desafíos que enfrenta la agricultura campesina del país.
“El planteamiento de la Soberanía Alimentaria es integral e incluye la equidad, el género, la intergeneracional, la perspectiva ecológica y se toman diferentes elementos necesarios para coadyuvar de manera conjunta a transformar una situación y eso sólo si los principios de la soberanía alimentaria se convierten en políticas y acciones concretas”, indicó.
“La equidad de género es fundamental y deben ser parte de todas las políticas agrarias y agrícolas; también el acceso a la tierra y pues se necesita retomar la agenda de la Reforma Agraria y otro conjunto de medidas en el marco de una concepción de soberanía alimentaria que represente un cambio de ruta, por la población desfavorecida que la está pasando cada vez peor”, reafirmó Cotto.
Pedro Martínez, representante de OIKOS, reseñó que junto a la UNES realizaron la primera investigación hace 10 años, con un proyecto de “gobernanza relacionado a la alimentación”, desarrollado desde Guatemala a Costa Rica, y de esta acción surgió un movimiento centroamericano que se llama Alianza por el Derecho Humanos a la Alimentación en Centroamérica.
“Este proyecto -en ese momento- tenía previsto un estudio por cada uno de los 5 países de la Centroamérica y uno regional, que aborda el impacto de las políticas públicas sobre la seguridad y soberanía alimentaria”, afirmó.
“Ahora, con este estudio, la idea era una reflexión sobre el impacto de las políticas públicas, pero se convirtió en una investigación profunda que integra magistralmente múltiples enfoques desde los puntos de vista nutricional, derecho, derechos humanos, análisis de los paisajes del territorio , análisis agrícola y escarba hasta llegar a la raíz del problema”, reafirmó Hernández.
Hernández consideró importante una “agenda de desarrollo territorial” enfocada en la soberanía alimentaria comunitaria y municipal. Como las alianza de las asociaciones de municipios para apoyar la alineación de inversiones desde las gobernaciones.
“La gestión del conocimiento intensiva y orientada a resultados que acelere la transformación necesaria sólo será posible a través de un diálogo de saberes en la comunidad de derecho actores de la cadena agroalimentaria y consumidores y la comunidad política, instituciones de gobierno en los diferentes niveles territoriales, reafirmaron a en las consideraciones el estudio presentado por OIKOS-UNES.