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El Salvador. Desde Argentina, contra la impronta dictatorial de Bukele

RESUMEN LATINOAMERICANO

Por Alejandro Ivanoff

El Salvador ha entrado en una etapa oscurantista y totalitaria. Su presidente Nayib Bukele avasalla todas las instituciones democráticas con esta política de represión extrema a las bandas pandilleras. Controlando el parlamento y reemplazando o echando a jueces y fiscales.

La creación de un campo de concentración situado en una zona rural aislada, en un valle cercano a Tecoluca, a 74.5 km al sureste de San Salvador, es el nuevo Auschwitz latinoamericano. 166 hectáreas para detener en condiciones infrahumanas a 64,111 pandilleros a quienes acusa de terroristas. Esta gigantesca mazmorra con controles electrónicos, con vigilancia de circuito cerrado de video, pabellones inmensos, scanner de identificación facial y uniformados encapuchados con armas largas; exhiben una brutalidad nunca antes vista.

Bukele se jacta de que su país hace un año tiene cero homicidios, desde su asunción en 2019 hasta la fecha. Pero desde que comenzó esta mega razzia contra los presuntos pandilleros de la mara salvatrucha ha encarcelado sin juicio previo a unas 68.294 personas hasta el día de hoy. Con un ejército de 10.000 militares que arrasan domicilios, y en los arrestos no distinguen entre niños y adultos. Los allanamientos ocurren por denuncias anónimas, por portación de tatuajes pandilleros, o por cara. E incluyen a activistas opositores y referentes barriales de izquierda. La Gestapo salvadoreña, tiene vía libre y licencia para matar. Sin ética ni estética, detienen a miles de personas, como sabuesos hambrientos de sangre, que se abalanzan sobre su presa.

Pero esto no es todo. Su popularidad del 95 %, lo cual revela que la política represiva extrema, causa beneplácito en un pueblo manipulado por la prensa oficialista, de democracia burguesa, de paz social con miles de presos. Pero ignorando las paupérrimas condiciones políticas y sociales que llevaron a los pandilleros a la miseria y al delito. La derecha maniquea y zoológica de los buenos afuera y los malos adentro, parece triunfar en El Salvador.

Bukele disciplina a los marginales y naturaliza el neo fascismo. Él se suele definir como un presidente fashion o cool y en ese campo de concentración extermina presos, que deben orinar y defecar en baldes, comer alimento magro, con ausencia de colchones y frazadas, de ventanas en las mini celdas individuales. Con falta de atención médica, aislamientos muy prolongados, cero esparcimiento y comunicación con el exterior, castigos permanentes. Los reclusos deben caminar en cuclillas siempre mirando al piso. No pueden comunicarse entre sí, bajo la supervisión absoluta vía electrónica o con brutales guardias armados. Ya hay allí más de 90 muertos.

Bukele afirma que no saldrán jamás de esa prisión porque son malditos y amenazó a sus familiares que si se atrevían a generar protestas masivas los mataría de hambre allí adentro. La violencia de Bukele es claramente patológica, mandó a destruir hasta las lápidas de las tumbas en los cementerios donde descansan los restos de los pandilleros. La prensa es censurada y perseguida. El medio El Faro tuvo que migrar a Costa Rica, denunciando acoso judicial y espionaje, con el sistema pegasus  sobre todos sus periodistas. Bukele desoye y amenaza a los organismos internacionales de derechos humanos que le reclaman reestablecer los derechos suspendidos hace un año. Con esta permanente renovación del estado de excepción, que habilita detenciones extra judiciales. En El Salvador, hoy no existe el estado de derecho ni la legitima defensa ni leyes protectoras al civil. La oposición es censurada. Hay una red de delación y espionaje a todo nivel. Usinas de fake news o falsas noticias y propaganda pro bukelista, naturalizando todo este terrorismo de estado como un modelo de democracia moderna, como ejemplo para la región.

Pero la oleada cristiana conservadora de Trump y Bolsonaro, tiene su continuidad con Bukele. Esta poderosa ofensiva de la ultra derecha viene con argumentos bíblicos, e intenta borrar gobiernos  y libres de izquierda, sean populares o revolucionarios. Y digo evangélico concretamente, porque el presidente salvadoreño Bukele viene en tándem, en dúo con otro argentino, el pastor y showman Dante Gebel.  El bendijo en persona la asunción de Bukele, de quien es amigo, y con un mensaje mesiánico habló ese día de un nuevo tiempo para El Salvador. De Bukele como el hombre de Dios para esta hora. Y de ese país como modelo para la región. Todo esto matizado con textos bíblicos y también colaboración por la bendición divina.

Dante Gebel, referente evangélico en la Argentina, aunque tenga su iglesia en EEUU, dijo recientemente que evalúa la posibilidad de presentarse como candidato a presidente. Aunque los tiempos electorales hoy no le alcanzarían, pero el voto conservador y reaccionario argentino del sector evangélico y cristiano, lo espera con los brazos abiertos más adelante.

Con una población salvadoreña en su mayoría manipulada, se hace prácticamente imposible un levantamiento popular o una insurrección contra este régimen. Solo le queda a los luchadores sociales, militantes anti fascistas, el camino de la acción directa, los sabotajes masivos, los golpes neurálgicos a los centros de decisión del poder totalitario.

Además de denuncias internacionales para aislar a Bukele. O por ejemplo, como idea sitiar las embajadas salvadoreñas en toda Latinoamérica, reclamando con protestas masivas el cese de la dictadura bukeliana. El efecto dominó de Bukele ya es bien visto en Honduras, Guatemala y Argentina. Es prioridad para las democracias   y los pueblos latinoamericanos abortar este efecto totalitario. Evitar la reelección del presidente Bukele es tarea del pueblo que resiste en El Salvador. Y también es tarea de ellos proceder a su destitución, encarcelamiento y enjuiciamiento por crímenes de lesa humanidad, o en su defecto, la supresión de su gobierno por los medios que la resistencia allí, que me está escuchando ahora, considere conveniente aplicar.  Todavía estamos a tiempo de aplastar el huevo de la serpiente fascista en Latinoamérica.

También tenemos aquí en Argentina el sucesor de Bukele, otro de sus discípulos, Javier Milei, que viene creciendo en intención de voto desde la ultraderecha popular y que amenaza con convertirse en nuevo presidente de la Argentina. Las mismas ideas, la misma política de sumisión al FMI, las mismas medidas anti derechos en contra de las libertades civiles y a favor de alinearse con el nuevo orden internacional que lidera EEUU.

En este momento, levanto mi voz desde Argentina, desde aquí, por los reclusos del campo de concentración de El Salvador que no tienen voz, ni derechos, ni un justo juicio. Soy su voz con esta denuncia y grito a toda Latinoamérica: ni un paso atrás frente a la ultraderecha. Destitución de Bukele ya. Cierre del campo de exterminio y libertad con un justo juicio a sus prisioneros. Basta de dictadura en El Salvador.

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