Yaneth Estrada
@caricheop
A la sombra de la figura de Augusto Sandino, la Vía Campesina de El Salvador se solidarizó con el pueblo de Nicaragua en la búsqueda del diálogo, luego de siete semanas de violencia opositora.
Las autoridades nicaragüenses informaron esta semana, que persisten los sucesos violentos a cargo de grupos asociados a la derecha, a pesar de los llamados constantes de la comisión mixta del diálogo nacional.
Mientras que el miércoles pasado, la Conferencia Episcopal (mediadora del conflicto) decidió suspenderlo hasta que no se establezca una agenda de consenso que permita continuar con las conversaciones.
“El diálogo se estanco, ya que la oposición que no solo son estudiantes o pueblo sino que ahí está el poder fático de la derecha, no quiso debatir la propuesta del Gobierno y demandó discutir una agenda que incluía reformas constitucionales, eso confirma las aspiraciones que tienen… de hacerle los mandados a sus padrinos del imperialismo, dejando ver la intervención de Estados Unidos en esta madeja“, afirmó María Ana Calles, representante de la Vía Campesina de El Salvador.
Golpe suave
Además, consideraron que este es un nuevo intento de “golpe suave” característicos en la región latinoamericana (Brasil y Venezuela) ante la llegada de gobiernos de izquierda a través la vía democrática. “Hablar de Nicaragua es hablar de construcción popular de 11 años de procesos electorales que lo demuestran y lo confirman”, recalcó.
Raúl Torres, representante de la Unión de Productores Agropecuarios de Nicaragua (UPANIC) añadió que “la derecha ha caído muy bajo, creyendo que con el dinero podrá comprar todas las voluntades para sacar a Daniel Ortega del poder”.
“Estas son acciones que los mismos nicaragüenses las deberían de valorar y sobre todo cobrar esa factura a los empresarios que quieren convertir nuevamente a Nicaragua en una finca, a la que ellos pueden saquear“, dijo.
Los sucesos violentos llevaron al presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, a revocar las reformas de leyes del seguro social, pero, a diferencia de lo que se esperaba, la decisión no calmó la violencia que lidera la derecha.