Nelson de Jesús Quintanilla Gómez
Sociólogo, Profesor Universitario de la UES en la FMOtal.
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El pasado 15 de septiembre el presidente de la república en cadena nacional de radio y tv dijo que correría como candidato presidencial en el 2024. Desde luego, esto ha generado una serie de controversias y paradojas que se debaten entre la legalidad y ambiciones de poder del ciudadano presidente y su partido Nuevas Ideas y utilizando el Estado de excepción como instrumento de campaña electoral para perpetuarse en el poder. Además, esta sería la primera vez que un presidente busca la reelección de manera consecutiva no con base a la Constitución sino con una sentencia de sala constitucional del año 2021 que actúa igual que los diputados aprieta botones.
La reelección presidencial es en política, un fenómeno electoral existente en algunos países del mundo y de América Latina. Implica que un ciudadano que ha sido presidente pueda volver a serlo de forma consecutiva o por período interpuesto. Desde luego, esto no es la realidad de El Salvador hasta este momento. Sin embargo, hay personajes como el actual vicepresidente de la Republica y el mismo presidente en tiempos pasado dijeron que no debía darse la reelección presidencial porque era inconveniente para la democracia y que rompía el orden Constitucional del país, la gran pregunta es ¿Por qué antes no se podía y ahora sí?
Según Ricardo Valencia, profesor asistente de la Universidad Estatal de California en Fullerton, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha empezado a escribir una historia vieja que quiere vendernos como nueva: la del caudillo latinoamericano que acumula poder, busca eliminar a la oposición y usa los recursos del Estado para beneficiarse. Lo diferente en Bukele es su tonalidad camaleónica: en su carrera política lo mismo ha sido izquierdista radical que anticomunista. Además, el siguiente paso de esa historia es su reelección en 2024, la cual buscará según un anuncio que hizo la semana pasada (15 de septiembre), aunque sabe que es inconstitucional. Lo ha dicho al menos dos veces en los últimos años. La más reciente, en marzo de 2021, durante una entrevista con el famoso youtuber mexicano Luisito Comunica. Bukele, entonces, fue enfático: “No hay reelección en El Salvador y yo estaría fuera a los 42 años”.
De acuerdo con la Constitución de El Salvador la reelección presidencial está prohibida según los artículos siguientes: Articulo 75: pierden los derechos de ciudadano. Los que suscriban actas, proclamas o adhesiones para promover o apoyar la reelección o la continuación del presidente de la república, o empleen medios directos encaminados a ese fin; artículo 88: La alternabilidad en el ejercicio de la presidencia de la republica es indispensable para el mantenimiento de la forma de gobierno y sistema político establecidos. La violación a esta norma obliga la insurrección; artículo 152: no podrán ser candidatos a presidente de la república: el que haya desempeñado la presidencia de la republica por mas de seis meses, consecutivos o no, durante el periodo inmediato anterior, o dentro de los últimos seis meses anteriores al inicio del periodo presidencial y el articulo 154: el periodo presidencial será de cinco años y comenzara y terminara el día primero de junio, sin que la persona que haya ejercido la presidencia pueda continuar en sus funciones ni un día más.
A pesar de esa base Constitucional antes señalada, todo apunta que con el poder que concentra el presidente actual buscará la reelección en medio de controversias razonadas y paradojas del mismo presidente en diferentes momentos negando y promoviendo la reelección de su persona sin importarle la legalidad y mas bien, buscando perpetuarse en el poder aduciendo un supuesto apoyo mayoritario. Desde luego, para llegar a este momento, antes el presidente se aseguro de tener control de los tres órganos de gobierno para garantizar su continuidad al margen de la ley. En decir, que la trama de la reelección de Bukele no es algo nuevo, se fue gestando en cuatros momentos: el amague de autogolpe de Estado, en febrero de 2020; el descabezamiento de la Corte Suprema de Justicia, en mayo de 2021; la declaración de su reelección como constitucional por una Corte espuria, en septiembre de 2021; y el anuncio reciente de que participará en la campaña presidencial de 2024. (Valencia, 2022).
Hay una estrategia macabra del presidente, su equipo asesor y sus diputados de la Asamblea legislativa que tras las elecciones de 2021 su partido, Nuevas Ideas, logró la mayoría calificada de dicha Asamblea. En mayo de 2021, Bukele decidió utilizar esa mayoría para descabezar la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. A Bukele no le importó romper con la legalidad y elegir nuevos magistrados que no cumplían con los requisitos de ley. Al mismo tiempo, la bancada de Nuevas Ideas impuso a Rodolfo Delgado como nuevo fiscal general. Además, el 4 de septiembre de 2021 la nueva Corte Suprema de Justicia, controlada por el mandatario, declaró “constitucional” la reelección presidencial. El argumento de la Corte era simple: si la gente quiere, debe ser constitucional. Estados Unidos respondió señalando que la declaración de la Corte daña la democracia y que la reelección inmediata es inconstitucional.
Es importante tener en cuenta que el presidente quiere ganar las elecciones presidenciales y legislativas de 2024 para consolidad en control toral del poder que ya posee. Los congresistas oficialistas han sugerido que en los comicios podrían emplear voto electrónico para los salvadoreños en la diáspora.
Esto solo aumentaría las posibilidades de un fraude electoral a favor de Bukele, de acuerdo con líderes salvadoreños en Estados Unidos. Desde luego, una reelección inconstitucional como la que se pretende en estos momentos puede hacer peligrar el reconocimiento internacional. Bukele lo sabe, por eso la tragicomedia de El Salvador la escribe con fanáticos, mercenarios, demagogia y persecución política.