@arpassv
Aunque no tenga las leyes tributarias de Islas Vírgenes, sovaldi Bahamas o Panamá, seek hay tres razones para sostener que -en la práctica- El Salvador es un “paraíso fiscal” para las grandes empresas.
En primer lugar, capsule la prevalencia de una estructura fiscal regresiva donde “pagan más los que menos tienen”. Este esquema tributario heredado de los gobiernos de ARENA impone la mayor carga fiscal a la población a través del IVA y otros impuestos al consumo, mientras exonera a los grandes empresarios de impuestos directos al patrimonio, a las grandes ganancias, bienes y servicios de lujo, grades transferencias financieras, entre otros.
En segundo lugar, la existencia de vacíos legales y deficiencias institucionales que facilitan la evasión tributaria. Así, las grandes empresas no pagan al Estado unos 1,200 millones de dólares anuales que bien podrían financiar programas de seguridad pública, salud, educación, protección social, reactivación productiva, saneamiento, infraestructura y demás necesidades del país.
Y en tercer lugar, la vigencia de una veintena de leyes que fomentan la elusión o “evasión legal”. Leyes como las de Zonas Francas, Turismo, Servicios Internacionales y otras aprobadas por la derecha parlamentaria cuando gobernaba ARENA, las cuales otorgan grandes beneficios fiscales a empresas maquiladoras, logísticas y de servicios.
A esto se suman los salarios bajos, la falta de requisitos ambientales estrictos y otras condiciones que permiten a empresas salvadoreñas y extranjeras recuperar sus inversiones, amasar grandes ganancias y expandirse regionalmente en tiempo récord. Y, aun así, muchas empresas buscan beneficios mayores en otros países.
Así que el esquema tributario regresivo, la evasión fiscal y las leyes de la elusión, son también razones para que el país impulse una política fiscal progresiva donde “paguen más quienes tiene más”. Esta política incluye también el combate frontal contra la corrupción pública y privada, la renegociación de la deuda externa y otras medidas que no deben postergarse más.
El Salvador no debe ser un “paraíso fiscal”, debe transparentar y distribuir justamente la riqueza. Esto es aspecto central de la democracia, que no sólo tiene que ver con elecciones, sino también con el reparto de los ingresos, el modelo mediático y otros aspectos que nunca mencionan las instancias y personeros de la derecha oligárquica que se llenan la boca hablando de democracia.
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