(por Carlos Bucio Borja)
La noción original de una república bananera —una pequeña república tropical centroamericana, cuyas dinámicas políticas, económicas y sociales están sujetas a designios oligárquicos y neocolonialistas— se remonta a la novela Cabbages and Kings (Repollos y reyes), del escritor estadounidense O. Henry, quien recrea sus experiencias e impresiones de Honduras en la nación ficticia de Anchuria.
Cuando O. Henry escribió Repollos y reyes en 1904, Lenin aún no publicaba su El imperialismo, fase superior del capitalismo, obra que apareció en 1915. En este libro, Lenin desarrolla las tesis de Marx sobre la tendencia internacional a la concentración del capital.
En la actualidad, no solo las tesis y argumentos de Marx y Lenin se han confirmado, sino que también se han profundizado. Una evolución similar ha experimentado la idea de “repúblicas bananeras” de O. Henry, de modo que ahora puede aplicarse a repúblicas tropicales de otras latitudes, e incluso a repúblicas de climas templados y fríos, en tanto sus dinámicas políticas respondan a estructuras internas oligárquicas y a dinámicas externas imperiales y neocoloniales. En este sentido, no solo las exrepúblicas de la ex Unión Soviética podrían ser catalogadas como tales, sino que tanto Rusia como los Estados Unidos mismos podrían considerarse federaciones imperiales bananeras, en la medida en que estas entidades multinacionales responden a dinámicas oligárquicas en el contexto de la actual fase imperialista del capitalismo: el tecnofeudalismo.
El tecnofeudalismo, término que, de manera paralela, conceptualizaron los economistas Cédric Durand, francés (Tecnofeudalismo: El sigiloso sucesor del capitalismo, Kaxilda, 2021), y Yanis Varoufakis, griego (Tecnofeudalismo: El sigiloso sucesor del capitalismo, Deusto, 2024), en sus obras homónimas. En ambos casos, las tesis de Durand y Varoufakis parten del análisis de Marx en el tomo III de El Capital y en los Grundrisse, según el cual la renta de la cual se usufructúan los terratenientes evoluciona hacia una forma de capital (capital rentista). En los Grundrisse, los apuntes que precedieron a El Capital de Marx y que fueron publicados de manera póstuma en la tercera década del siglo XX, este desarrolla más esa discusión, diferenciando entre renta diferencial (la que se genera por diferentes tipos de terreno, según el tipo de plusvalía que produzcan) y la renta absoluta.
El tipo de renta al que tanto Durand como Varoufakis se refieren, sin embargo, no es el de la tierra, sino el de nuestras interacciones digitales en Internet y las redes sociales, de manera que cada tecleo que hacemos en nuestros teléfonos celulares o computadoras —u órdenes de voz que damos a estos dispositivos— produce plusvalía para los dueños de Meta (Mark Zuckerberg), X (Elon Musk), Alphabet Inc. (Sundar Pichai), etc.
Si bien El Salvador de 2025 es una dictadura ciberpunk extractivista bananera periférica, ni la república ni la nación escapan a las dinámicas de acumulación de capital rentista del tecnofeudalismo en que vivimos. El papel de Bukele es el de un Somoza del siglo XXI, el “son of a bitch” de turno.
Menos de mil palabras no son suficientes para trazar el camino hacia la liberación en unas dinámicas de poder tan intrincadas, pero me parece que Figurar el poder. Ideologías de dominación y crisis de Eric R. Wolf (México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 2001), Contra el fascismo de Umberto Eco (Dimensiones, 2019) y las obras que he citado arriba (todas las obras de Marx, Engels y Lenin se encuentran gratuitamente en línea) nos proveen un buen mapa mediante el cual guiarnos en el escarpado territorio que debemos recorrer en pos de la liberación.
Esta lucha tomará más de una década y no se resolverá por la vía electoral. Es tiempo de esbozar un programa mínimo dinámico, que se adapte a las aspiraciones emancipatorias del pueblo salvadoreño y a la aceleradamente cambiante economía política global. Este programa mínimo no debe emanar de partidos políticos electoralistas, sino del movimiento social, e implica la articulación de un nuevo contrato social. De lo contrario, caeremos en otro engaño y autoengaño.
Debe estar conectado para enviar un comentario.