Por David Alfaro
19/11/2024
La idea de la «República», derivada del latín «res publica» o «la cosa pública,» representa un modelo de gobierno donde los asuntos estatales son gestionados en nombre del pueblo y para el pueblo. Bajo ese concepto, cabe preguntarse si en El Salvador todavía podemos hablar de una verdadera República, o si este principio ha sido aniquilado por el autoritarismo rampante del gobierno de Bukele.
Usurpación de lo Público
Este gobierno ha hecho gala de una apropiación descarada de lo que es público. En lugar de proteger el patrimonio y los derechos de la ciudadanía, la dictadura ha convertido lo público en un instrumento al servicio del Clan Bukele y sus aliados. Los intereses privados se disfrazan de política estatal, y lo que debería ser transparente y accesible para todos, se ha convertido en un juego de secretos y manipulaciones.
Pensemos, por ejemplo, en las políticas económicas y el manejo de fondos estatales: miles de millones de dólares desaparecen bajo un velo de opacidad. Se habla de compras de Bitcoin que generarían prosperidad, pero los detalles permanecen ocultos. Las promesas de escuelas que se construirían con esas ganancias fantasmales, siguen sin materializarse, y lo poco que se hace se promociona como un espectáculo grandilocuente, no como un verdadero avance para el país.
Opacidad Gubernamental: Un Golpe a la Transparencia
Una República se sostiene sobre la base de la transparencia gubernamental. Es un principio simple: el pueblo tiene derecho a saber qué se hace con sus recursos y en su nombre. Sin embargo, Bukele y su gobierno han implementado un régimen de opacidad que va en contra de este principio fundamental. La información sobre el uso de fondos, contrataciones y políticas públicas está cuidadosamente enterrada, inaccesible. Esto es una estrategia deliberada para despojar a los ciudadanos de su poder y convertir lo público en una herramienta privada.
La falta de transparencia destruye la confianza en las instituciones y en la propia idea de una República. Cuando se ocultan los gastos gubernamentales y se manipulan las cifras, la relación entre el Estado y el pueblo se desmorona, convirtiendo a la ciudadanía en simples espectadores de un gobierno que se ha apropiado del destino del país.
El Papel de la Ciudadanía: Una Democracia en Riesgo
En una verdadera República, la ciudadanía es el corazón de la política, con voz y poder de decisión. Pero bajo el régimen de Bukele, cualquier intento de crítica se enfrenta a la represión. Las voces disidentes son calladas, los periodistas críticos son acosados, y los ciudadanos que exigen rendición de cuentas son tratados como enemigos del Estado.
Esta asfixia de la participación ciudadana plantea una pregunta esencial: ¿Cómo se puede hablar de una República si el pueblo no tiene espacio para debatir, criticar y proponer? En lugar de una sociedad vibrante y democrática, lo que vemos es una nación gobernada por el miedo, donde la política se reduce a una propaganda bien orquestada.
Reflexión sobre la Democracia y la República
La dictadura de Bukele ha convertido lo público en privado, ha cambiado la transparencia por la opacidad, y ha reemplazado la participación ciudadana con un espectáculo propagandístico. En un país donde el ejército actúa como policía política, juzgando y castigando a civiles pobres en violación de los Acuerdos de Paz de Chapultepec, ¿realmente queda algo de esa República soñada y construida con tanto esfuerzo?
Si dejamos que la República muera en silencio, habremos traicionado no solo a las generaciones pasadas que lucharon por la democracia, sino también a las futuras, que merecen un país donde lo público sea verdaderamente de todos y donde la justicia no se mida por los intereses de unos pocos. La lucha por rescatar la República no es solo una cuestión política, es una cuestión moral, un deber de cada ciudadano que valora la libertad y la dignidad.