Jorge Vargas Méndez*
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Es cierto, healing la tendencia a emigrar parece una característica innata de nuestra población. Y aunque en cada momento histórico el fenómeno migratorio adquiere motivos distintos o detonantes, discount como las hambrunas, treat el estallido de una guerra civil, la persecución política, el desempleo, etc., se puede decir que en general responde a la imperiosa necesidad de buscar mejores condiciones de vida. En nuestro país, ese fenómeno existe desde los tiempos de fundación del mismo Estado salvadoreño. Juan José Cañas, por ejemplo, emigró durante algún tiempo hacia los Estados Unidos durante la llamada “fiebre del oro”, y aunque allá no encontró las pepitas que le dieran la riqueza que buscaba, varios años después lograría aquí, en su propia tierra, una riqueza mayor: la trascendencia, luego de escribir la letra del actual Himno Nacional. Y lo mismo hicieron muchas personas en esa época, aunque con otros propósitos.
Ya desde inicios del siglo pasado (s. XX) el fenómeno migratorio está mejor documentado. Por ejemplo, en el diario La Prensa (LPG desde 1939) en distintos momentos históricos se reseñan casos de grupos de inmigrantes que vivían todo un drama en países de la región centroamericana, como en Honduras y Panamá. ¿Y por qué se marchaba la mayoría? Por desempleo y hambre, básicamente, dos problemas a los que por mandato constitucional debía buscar solución el Estado pero que, estando este desde su fundación bajo control de las minorías económicamente dominantes, nunca fueron asumidos como prioridad. Dicho en otras palabras, el Estado y el poder económico eran lo mismo y, por consiguiente, las funciones del primero estaban en función de los intereses del segundo.
Esto último todavía se pudo comprobar con el alarmante oleaje migratorio registrado inmediatamente después de la firma de los Acuerdos de Paz (1992), cuando todavía el Estado estaba en las mismas manos. Y no estamos inventando nada. Abundan estudios en los que se demuestra con cifras estadísticas que la emigración se disparó bajo las dos primeras administraciones areneras desatando paralelamente numerosas y constantes deportaciones desde los Estados Unidos, con las cuales poco a poco se comenzaron a extender por el territorio salvadoreño los grupos creadores de grafitis, antagónicos entre sí, que jamás cedieron ante las represivas “Mano dura” y “Súper mano dura” impulsadas por las gestiones de Francisco Flores Pérez y Elías Antonio Saca, respectivamente, y durante las cuales la emigración de connacionales y las deportaciones desde los Estados Unidos continuaron aumentando.
De modo que resulta una burda manipulación destacar ahora que, según los supuestos resultados de una reciente encuesta, un alto porcentaje de la población salvadoreña está deseosa de emigrar debido a la crisis, como si ese problema y sus causas fueran recientes. ¡Claro que hay mucha gente que quisiera irse! Porque mejorar las condiciones de vida de la población es algo que ningún Estado por sí solo no puede lograr a corto plazo, para evitar como consecuencia que el país continúe expulsando a su propia gente. Y mientras tanto la gran empresa, y particularmente esa que está asociada al partido arena y que históricamente ha detentado el poder económico, lejos de apostarle al desarrollo económico y social del país (desde una perspectiva de nación) y, por lo mismo, a la creación de empleos y salarios dignos (cuya ausencia está a la base de la masiva emigración), al igual que en el pasado sigue haciéndole de partido político para recuperar lo más pronto posible “su paraíso perdido”, esto es, el control absoluto del Estado (Poder Ejecutivo, Poder Legislativo y Poder Judicial).
Para lograr esa aspiración, dicho sea de paso, obsérvese cómo esas guildas hacen que sus medios de comunicación se conviertan en verdaderos instrumentos de propaganda, asignándoles la tarea de dosificar y trasladar el “mensaje” de las cúpulas y sus tanques de pensamiento a la población en general, con el propósito claro de sembrar zozobra, desesperanza y temor. ¿O es que acaso estos sentimientos no estimulan la emigración? Y así, vemos cómo las opiniones de distintos representantes de la gran empresa abarcan varias páginas diariamente en forma sistemática, pero también largos espacios televisivos y radiofónicos. Además, como parte del plan de propaganda esas opiniones son retomadas casi de inmediato por sus mismas empresas encuestadoras y traducidas a preguntas como: “Si tuviera la oportunidad de irse del país, ¿lo haría? ¿Por qué razón?” Y luego, en otra edición, aparecen encabezados como: “Mayoría no ha visto mejora en economía y seguridad durante el gobierno del FMLN”.
Pero qué tal si las preguntas fueran: ¿Cree usted que la gran empresa debe crear empleos con calidad? ¿Considera que es necesario que el salario mínimo sea digno en El Salvador? ¿Si la empresa privada ofreciera oportunidades de empleo y salarios dignos se quisiera ir del país? ¿Cree usted que la gran empresa debe pagar los impuestos que le corresponden y en el tiempo fijado por la ley? ¿Considera que la justicia se aplica como se debe en el caso de Francisco Flores al enviarlo a su casa en navidad? ¿Considera que el dinero del que se apropio indebidamente debe ser devuelto al Estado? ¿Cree que sería una cuestión de justicia que arena devolviera ese dinero o, en su defecto, que sea cancelado como partido? Si esas fueran las preguntas seguramente la opinión pública sería diferente y otra actitud campearía entre la población. Pero eso nunca sucederá. No se pueden esperar peras del olmo. Se está aplicando la misma fórmula que le recetaron a la gestión presidencial del Ing. José Napoleón Duarte (EPD), la cual, entre otras medidas más, permitió que recuperaran el Ejecutivo en 1989. ¿No lo cree? Vea como ya adoptaron como cantaleta eso de “la amenaza del socialismo del siglo XXI”, mientras que entre 1984-1989 el estribillo fue “la amenaza del comunitarismo o comunismo”. No hay dónde perderse. De ahí que el llamado es, amiga o amigo, a no dejarnos sorprender por esa estrategia propagandística de la derecha. El hecho de que las exportaciones hayan registrado un alza histórico o que el crecimiento económico repunte en 2015 hasta alcanzar un porcentaje que teníamos años de no observar, son solo ejemplos de los avances que la mayoría de la población necesita conocer mediante una estrategia mediática alternativa. ¡No hay que dormirse en los laureles! Que hay muchas cosas que deben enmendarse, rectificarse incluso, es cierto. Pero el imperativo es que seamos la mayoría la que decida qué hacer, cuándo y cómo hacerlo, en virtud de nuestro derecho a ejercer la ciudadanía. Mis mejores deseos para esta temporada y para el año 2016.
*Poeta, escritor, integrante del Foro de Intelectuales de El Salvador.