San Salvador/Prensa Latina
El Salvador concluyó la guerra civil con cerca de 75 mil civiles muertos y alrededor de nueve mil desaparecidos de los cuales hoy, en muchos casos, no se sabe nada.
“Muertos, desaparecidos o no se sabe nada”, son a veces frases que acompañan a familiares que quieren conocer información de parientes, hermanos, madres e hijos.
En el parque de Cuscatlán, un lugar céntrico de esta capital se alza el Monumento a la Memoria y la Verdad, un muro de 85 metros de largo, hecho de granito negro, que contiene los nombres grabados de al menos 25 mil víctimas del conflicto salvadoreño.
Conocer el paradero de los muertos o de los desaparecidos es una cuenta pendiente de las autoridades del país. Los dolientes están muriendo «sin esperanza de saber qué les pasó a sus hijos, a sus hermanos”, es el clamor que se escucha con frecuencia.
El viernes último falleció “Madre Vicky”, como era conocida Milagro de Los Ángeles Alvarado de Peña, la presidente del Comité de Madres de El Salvador (Comadres), una emblemática mujer que simbolizaba el reclamo y el lamento de muchos salvadoreños que a 31 años de los acuerdos de paz desconocen el paradero de sus seres queridos. Cuenta una hermana, que ellas mismas sufrieron en carne propia el terror del Estado en esos años. En 1978, la Policía de Hacienda llegó por su hermano Juan Alvarado, y nunca más dieron con él. Otros dos hermanos fueron asesinados: Regino Antonio Alvarado y Rafael de Jesús Alvarado.
«A Juan mi mamá lo anduvo buscando hasta en barrancos. Lo buscamos en la policía, las morgues, hospitales, y nunca pudimos encontrarlo. Mi mamá veía los montones de cuerpos, agarraba las cabecitas, les daba vuelta, y decía: no, no es mi hijo», recuerda María, la hermana.
Entre las voces de los sobrevivientes se conserva aún el clamor de justicia para las víctimas, algo que “Vicky” representó para muchos que todavía tienen esperanza de que se salde la cuenta pendiente.
Entre quienes fueron a darle el último adiós este sábado en el cementerio del municipio capitalino de Mexicanos, una de las presentes dijo con voz entrecortada: “Si yo pudiera pedir algo, es que si hay todavía las posibilidades de encontrar los restos de mi hermano, yo quiero que se nos dé a conocer dónde está».
“Si yo pudiera pedir algo, sería que se cumpla el deseo de mi hermana: justicia para las víctimas”, dijo María.
Pero, a la situación de años atrás se suman hechos recientes y se escucha el lamento de otras madres que desconocen el paradero de sus hijos.
En días recientes Maribel Flores, madre de la joven Dalila Flores, se lamentaba de que estos tiempos de ahora le recuerdan la guerra de los años 80 y cómo la gente tenía que huir para salvar sus vidas: “Somos sobrevivientes de las pandillas y que ahora nos vengan a capturar, nosotros vivimos con mucho miedo”.
Habitantes del cantón El Maneadero, en la jurisdicción del municipio de Zacatecoluca y aledaño al Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), construido en el municipio de Tecoluca, departamento de San Vicente, denuncian el arresto de varios jóvenes por efectivos de la Fuerza Armada.
Su paradero desconocido, hasta ahora, es un recordatorio de que El Salvador aún tiene cuentas pendientes con sus muertos y desaparecidos.