Iosu Perales
Quienes se presentan como candidatos a unas elecciones presidenciales establecen un contrato con la sociedad a través de un instrumento que se llama “programa de gobierno”. Debería no ser permitido y en todo caso motivo de reproche social el no presentar un programa claro, legible, que pueda ser votado por la ciudadanía. Lo que le ocurre exactamente a Nayib Bukele es eso: no tiene una propuesta de gobierno solvente. Dice tener “un plan”, algo superficial que en los momentos de necesidad que vive el país puede considerarse frívolo, tan solo un conjunto de enunciados.
Es una de las razones, sino la principal, por la que no acepta debates con los rivales electorales. En el contraste de un debate se ven las fortalezas y debilidades de los candidatos y Nayib Bukele lo que hace es esconder su debilidad. No vale enumerar medidas improvisadas, sin cifras precisas que las puedan sostener, y menos aún medidas sin conexión, algo así como una suma de ideas no confrontadas con otras y que pueden denominarse ocurrencias. El secreto de Nayib Bukele es justamente el de no examinarse públicamente en debates de televisión, de universidades o de cualquier otro espacio. Oculta sus intenciones finales.
Este tipo de políticos pretenden convencer a la sociedad de que son un viento fresco, la solución para los males de la política. Y para ello se valen de promesas fáciles que repiten lo que la gente quiere oír, al margen de que sean viables o no. Pero un país no puede abandonarse a manos de un mesías, cuando todo aquel que tenga sentido común sabe de las dificultades que encuentran las medidas transformadoras para ser ejecutadas, lo que requiere abrir procesos no siempre fáciles. Adviértase que un programa hace propuestas y explica el cómo llevarlas a cabo, no es una carta a Papá Noel.
A falta de una base social cierta, consolidada, este tipo de candidaturas como la que representa Nayib Bukele se levantan con partidos de internet. Son partidos que pretenden ser fuertes porque están abiertos a todo el que quiera adherirse, pero en realidad son muy débiles porque en ellos terminan desembarcando oportunistas, arribistas, y gentes que terminan siendo un problema para la unidad del partido virtual y por extensión para las instituciones que ocupan. En su caso, GANA es un partido funcional que aporta su personería jurídica, en tanto que Nuevas Ideas es el partido virtual con unos seguidores volátiles.
El agotamiento de la democracia liberal ha facilitado en todo el mundo –es otro fenómeno de la globalización- el surgimiento de alternativas alrededor de personas que predican la pronta solución de todos los males que aquejan al sistema de partidos y a la misma democracia. Sin programa, los personajes encumbrados a la categoría de candidatos, prometen lo imposible y algo mejor que la política. Prometen una forma insólita de hacer política hasta ahora nunca ensayada. Pero la realidad es que este tipo de candidatos nacional-populistas chocan con los poderes fácticos y como quiera que carecen de una fuerza organizada –el partido son ellos y unos pocos adeptos-, ceden rápidamente. En sentido contrario, solo fuerzas organizadas, sociales y políticas, pueden enfrentar a la presión de los poderes fácticos.
El cambio que requiere la política es otra cosa: es la profundización de la democracia, su democratización, abriendo espacios a la participación ciudadana, a su capacidad de movilización, de fiscalización de las instituciones y especialmente del Gobierno. Ello supone extender por el país bases organizadas, con sentido crítico.
Algo diametralmente distinto a la mera adhesión vía internet del individuo individualizado y no organizado en la calle. Internet debe ser una herramienta para la movilización no para la delegación de nuestro derecho a cambiar las cosas en una persona autoungida
En los estudios sobre el uso de las nuevas tecnologías en la política convencional se pueden distinguir dos grandes corrientes: 1) el enfoque que pretende que las tecnologías representan una fuerza tan poderosa que influye profundamente en el cambio social; 2) el enfoque social que considera que las tecnologías son solo instrumentos al servicio de las fuerzas político-sociales. Nayib Bukele pertenece al primer grupo. Viene del mundo de los negocios donde los gurúes consideran que las transformaciones que promueven las nuevas tecnologías serán casi siempre positivas. Nada más lejos de la verdad. Todo dependerá de la consistencia ideológica de los actores y de su proyecto de país.
No seré yo quien niegue la necesidad de cambios en la política convencional.
Dicho de manera directa: el actual partido gobernante tiene bastante que corregir, pero aún y así viene implementando políticas sociales que jamás haría la derecha. Como será la cosa que lo ha reconocido el derechista Kirio Waldo Salgado en un debate televisivo. Creo, sinceramente, que Hugo Martínez viene a corregir fallas del FMLN en el gobierno y a continuar con la agenda de aciertos del gobierno de Sánchez Cerén.
Ahora bien, no voy a restar importancia a la efectividad de la ciberpolítica y de la participación política en las redes y desde las redes. Pero una cosa es eso y otra pretender que un partido de internet puede funcionar de un modo democrático y consolidar una base real con derechos dentro del partido.
Hay que diferenciar el entretenimiento y el espectáculo de la acción política consecuente y eficaz. No se puede ocultar que no existe una democracia deliberativa digital, tal como la plantean los propagandistas de internet; pues el sistema actual implica la exclusión de grandes sectores de la población (los que no viven conectados a la red) y el empoderamiento de unos cuantos: la élite de los ciudadanos digitales, aquellos que tienen más recursos económicos y mejor formación.
Por otra parte, el control neoliberal de las redes hace que las deliberaciones vía internet estén sometidas al control de quienes lo permiten, porque se proponen acabar con el sistema de partidos y llevarnos a una etapa post democrática bajo el poder de fuerzas autoritarias.
Dicho todo lo anterior, creo que la candidatura de Nayib Bukele es un globo que con la misma facilidad que se hincha se desinflará, víctima de su propia naturaleza virtual. Entonces se verá que el remedio es peor que la enfermedad. El FMLN tiene estructuras donde se ejerce la crítica y la autocrítica, el contraste de pareceres y se toman decisiones colegiadas. En Nuevas Ideas la estructura es el líder, donde empieza y acaba el límite de la democracia, de la transparencia y de la rendición de cuentas.