El Ser Humano o sea nosotros, si es que nos podemos llamar seres humanos, se supone o se parte de la certeza de que somos seres pensantes, lógicos. Capaces de aprender y enseñar. Conocedores del bien y el mal. De lo correcto y lo incorrecto. Seres racionales en el amplio concepto de la palabra, pero que de seres racionales y lógicos tenemos muy poco cuando comparamos la actitud que asumen nuestras madres a la hora de alimentar a nuestros hijos. Pareciera que los animales inferiores al ser humano vienen mejor preparados por la naturaleza, que a través de sus mandatos o comandos, les dice cómo deben de alimentar siempre a sus hijos, mientras que los hijos de la raza humana sufren el desatino del libre albedrío mal entendido, y mal practicado, llamado también idiosincrasia. De modo que nuestras madres nos alimentan como quieren o como les da la santa gana. ¿Me explico?
Debido a que a nuestra raza humana se nos ha alimentado asumiendo una posición incorrecta, por siglos de siglos y alrededor del mundo, (Ver Fig #70B) es que nuestros niños se enferman tanto y estamos amenazados de desaparecer de la faz de la Tierra si no fuera por los adelantos en la atención de la Salud por la Ciencia Médica. Pero todo esto requiere de recursos económicos para recuperar la salud de los niños lactantes, por lo que parece que los animales de las escalas inferiores parecen ser más inteligentes que nosotros. Una vaca, un caballo, si no es que los matamos para comerlos, son más capaces de sobrevivir con mejor calidad de vida, hasta el fin de sus días programados por la naturaleza de su especie, y no el ser humano. Al ser humano le acecha la muerte desde cuando es un niño recién nacido o cuando es un niño lactante, por las transgresiones que hacemos, por no seguir nuestros propios mandatos y comandos que la naturaleza nos ha dado para que nuestra vida transcurra sin mayores problemas de salud o sobresaltos con nuestras vidas. ¿Acaso una madre no observa que el bebé se le ahoga al obligarlo a mamar acostado en la cama?
La salud de un niño, la calidad de vida en su etapa de recién nacido y de lactante, es muy determinante en el desarrollo de las siguientes etapas que habrán de transcurrir en su vida, y de eso depende su sobrevivencia, es decir, su expectativa de vida. ¿Cuánto se espera que dure su vida sobre la faz del planeta?
Pongámoslo de otro modo. La salud de un niño depende de la salud de sus antepasados. La salud de un hijo depende de la salud de su madre cuando ella era una niña. Si la salud de la madre fue atropellada, perniciosa o mala cuando ella era niña, lo que podemos esperar de la salud de su hijo es lo mismo. Sí la salud de la madre cuando ella era niña fue buena, pues la salud de su hijo también será buena, y así sucesivamente. No podemos esperar un niño sano de una madre enferma y al contrario sí debemos esperar, por lo menos en suposición, que de una madre sana vendrá un niño sano.
Esta expectativa la podemos comprobar de esta manera. Si una mujer se alimentó al seno materno, cuando ella fue una niña hay un altísimo porcentaje de chance que ella misma alimentará a sus hijos al seno materno, proporcionando así a su hijo una mejor calidad de vida y una mejor expectativa de vida y de sobrevivencia.
Al contrario, si una mujer fue alimentada en su infancia por métodos artificiales como biberón o cualquier otro método que no involucró al seno materno de su propia madre tiene un gran chance de fallar o fracasar en proporcionar una Lactancia Materna propia a sus descendientes. Esto es comprobable. También son verificables las consecuencias de no ser alimentados al seno materno de la propia madre.
Hay enfermedades bizarras, extrañas, que se desarrollan en el transcurso de la vida de un ser humano y que se deben a no haber sido alimentados en la infancia al seno materno de nuestras madres y haber sido alimentados con alimentos, leche y derivados, carnes, etc., provenientes de otros animales diferentes a nuestra especie. Es un abuso. Quizás obligados por la necesidad o ignorancia de que nos alimentemos abusando de la Naturaleza y exterminando a nuestros compañeros de viaje, los animales.