Opiniones de Salvador Sánchez Cerén
Aquel 16 de enero de 1992, sovaldi al entrar por las puertas del Castillo de Chapultepec en la ciudad de México, estaba convencido de que a partir de ese día mi pueblo comenzaría a caminar por una senda que traería la igualdad y la libertad para todos.
Han pasado veintidós años desde entonces y sigo considerándome altamente privilegiado por haber participado y haber sido uno de los firmantes de estos acuerdos que hasta hoy siguen siendo ejemplo de los resultados positivos del diálogo y el entendimiento.
Ayer, en la conmemoración del XXII aniversario de ese histórico día, hablábamos de este nuevo tiempo que vivimos gracias a la paz. Todos juntos hemos construido una agenda que ha convertido a El Salvador en un país nuevo, en un país diferente, en un país donde la democracia funciona.
Ayer expresaba a los presentes mi compromiso por seguir fortaleciendo la paz en mi condición de firmante de los Acuerdos, en mi calidad de Vicepresidente de la República, de candidato y de, Dios mediante, futuro Presidente de nuestra querida nación.
Lograr la paz requirió un gran esfuerzo y sacrificios por parte de nuestro pueblo. Por tal razón todos los salvadoreños debemos valorar y rendir homenaje a quienes ofrendaron su vida en la búsqueda de ese bien tan anhelado.
También debemos recordar y reconocer el importante papel que jugaron muchos hombres y mujeres durante ese proceso de reconciliación. Rápidamente me viene a la mente el expresidente de la República José Napoleón Duarte, quien abrió el camino del diálogo; pienso también en el Arzobispo Arturo Rivera y Damas y en Monseñor Rosa Chávez, incansables gestores de paz.
Pero el principal actor de este proceso ha sido el pueblo salvadoreño, la sociedad, por eso es que todos podemos sentirnos orgullosos de él.
Un nuevo aniversario de ese acontecimiento es siempre una buena razón, especialmente para los jóvenes, para reflexionar sobre la importancia histórica para nuestro país de aquel momento.
Creo firmemente que para que haya paz debe haber justicia, alimento y trabajo para todos. Esa es la paz por la que trabajo cada día, la que traerá el buen vivir para todos y todas.
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