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El sionismo

Iosu Perales*

La posición israelí, sovaldi de sus dirigentes, online debe explicarse a la luz de lo que significa el sionismo como motor religioso y político. Daré tan sólo algunas ideas.  Sionismo es una palabra que deviene de Sión que es el nombre que los judíos dan a Jerusalén. Regresar a Sión es una idea expandida por las juderías en Europa en el siglo XIX.  El sionismo  basa su idea de Estado en datos bíblicos. La primera parte de la Biblia, ambulance la Torah (Ley)1  está compuesta por cinco libros en los que se refiere la historia de la creación, de los patriarcas, la esclavitud en Egipto y la huída liderada por Moisés hacia el 1300 antes de Cristo (AC). Este tránsito por el desierto duró 40 años, según los textos, hacia la tierra de Canaán (Palestina) que era la tierra prometida. La Haggada, libro leído en la noche de Pascua por casi todas las familias judías del mundo, las incita a sentirse ellas mismas como si hubieran salido de Egipto: “Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto” es una frase elegida para endurecer el corazón de los sirvientes. Naturalmente todo esto es muy controvertido y de ningún modo puede ser pretexto para un proyecto político, etnicista y racista. Sin duda el mito unifica.

El mito tomó forma política en el ensayo Der Judenstaat (El Estado judío), obra del periodista y dramaturgo judío nacido en Budapest y de nacionalidad austriaca Theodor Herzl. El texto afirmaba que la asimilación de los judíos había fracasado y era el momento de afirmar la cuestión judía, “una parte de la Edad Media extraviada en nuestra época”. Herzl defendió su propuesta como la única solución: hizo del Estado judío una necesidad histórica, la respuesta a un problema mundial. “El Estado judío se hará, no es ninguna utopía ni un simple sueño político” afirmaba Herzl. 2 El sionismo sería la expresión concreta que lograría bajar la profecía a la tierra. Su impulso original lo marcan los trágicos acontecimientos que golpearon a la sociedad judía en el imperio zarista, a partir de 1880. El asesinato de Alejandro II, el 13 de marzo de 1881, abre una oleada de progroms que afectan muy duramente a los judíos rusos. Desde ese momento, muchos de ellos rompen con el zarismo, ligándose a los movimientos revolucionarios u optando por la emigración. La gran masa de expatriados se instalará en los Estados Unidos, pero una parte de ellos se dirigirá a Eretz Israel (Tierra de Israel, eufemismo de el Gran Israel), donde construirán pueblos que habrán de formar la base de una sociedad judía autónoma, cuya motivación era más nacional que religiosa. Pero en los albores del siglo XX, el balance era aún modesto; 6.000 personas, repartidas en una veintena de nuevas implantaciones, viven entonces en Palestina, entablando relativamente buenas relaciones con los árabes de la región.

El sionismo se basa en tres asunciones fundamentales: a) los judíos son un pueblo: mucho más que una comunidad religiosa (cuestión nacional); b) el antisemitismo y la persecución es un peligro latente para el pueblo judío; y c) Palestina (Eretz Israel) fue y sigue siendo la tierra del pueblo judío. De esta retórica se derivan una serie de supuestos:

Israel se define como un Estado judío. No es el país de los israelíes sino de los judíos. Esto quiere decir que a Israel pertenecen todas las personas judías, independientemente del país en el que vivan. Esto quiere decir en la práctica que un judío de cualquier parte del mundo tiene más derechos que, por ejemplo, la población árabe que se quedó viviendo en Israel tras la ocupación. Otra consecuencia es la siguiente¬: los cientos de miles de palestinos que tuvieron que huir tras las guerras del 48 y del 67 no tienen reconocido el derecho a volver a sus casas y recuperar sus propiedades. La razón es simple: no son judíos. Semejante discriminación racista es permitida por la llamada Comunidad Internacional. ¿Semejante desatino en nombre de la pertenencia a un pueblo, a una raza?

La retórica sionista se apoya también en tópicos para la creación en Palestina de un estado hebreo. Dice que Palestina siempre fue un territorio árido poblado por tribus nómadas. La consigna: “una tierra sin pueblo, para un pueblo sin tierra” cohesiona a los israelíes. Niega al mismo tiempo la existencia de una identidad palestina, para el sionismo se trata simplemente de árabes que debieran ser acogidos en países vecinos como Jordania. “”Ellos tienen 22 países árabes a los que ir, nosotros sólo tenemos a Israel” se dice en medios israelíes.

El Fondo Nacional Judío administra el 92% de las tierras de Israel. El FNJ niega a los no judíos residir o abrir un negocio en esas tierras. En las escuelas se enseña la máxima de redimir a Israel. Detrás de este argumento que se apoya en lecturas del antiguo testamento se encuentra la base de las confiscaciones de tierras. Los palestinos que quedaron dentro de las fronteras de Israel, una vez acabada la guerra de 1948 suponen cerca del 20% de la población. Pueden votar y ser votados, pero la política discriminatoria que existe hacia ellos es espectacular; por supuesto no son reconocidos como palestinos sino como árabes.

Curiosamente el más joven de los movimientos nacionales que nace en Europa, el sionismo, se atribuye a sí mismo un pasado sumamente remoto. Este nacionalismo tuvo un gran impulso como respuesta a los salvajes pogromos cometidos en Rusia y el tumultuoso “caso Dreyfus” ocurrido en Francia.3  Estos hechos llevaron a los líderes del sionismo a abandonar el ideal de una posible asimilación progresiva del judaísmo en la población europea.

Israel nació en guerra. Es un Estado militarista que utiliza la lucha contra el pueblo palestino como un factor de cohesión de su población que procede de Rusia, Centro Europa, Estados Unidos, Argentina, Yemen, Etiopía y otros países árabes y del sudeste asiático. La razón de la seguridad es el pilar sobre el que se construye toda su política interna y externa, incluidos sus planes de educación. Para el estado de Israel la Paz ha sido históricamente un componente de la guerra. Su paz se construye sobre los pilares del militarismo. El afán de los dirigentes derechistas israelíes es expulsar al pueblo palestino hacia Jordania. Sólo si esto no es posible, y no parece posible, están dispuestos a transigir alguna solución.4

Pero cualquier cesión israelí tropieza con un obstáculo:  hay cinco NOES que son cinco razones de Estado: No a la retirada del ejército israelí hasta las fronteras de 1967; No a la “creación de un ejército extranjero” en Cisjordania; No a la partición de Jerusalén; No al desmantelamiento de los asentamientos de colonos judíos en territorios palestinos; No al retorno de los refugiados palestinos. Los israelíes se encuentran encerrados en la jaula de su propio dogmatismo.

En el fondo de esta política agresiva, represora, se encuentra un discurso ideológico de mucho calado: es el recuerdo del pasado, del holocausto, el que se esgrime como permanente tentación de la inocencia. Nada de lo que hagan los judíos, el Estado de Israel puede ser motivo de sanción o condena. Su terrible pasado de persecuciones les ha redimido para siempre de toda culpa. Ese es el punto de partida para considerarse impunes, impermeables a toda culpa. Son los palestinos los únicos responsables de que Israel mate para sobrevivir.

*Es autor del libro “El perfume de Palestina”.

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