Por Fredis Pereira
Máster en Administración y Gerencia Pública
La Universidad de El Salvador tiene enseñanza sobre gestión y descuida aplicarla. En un país tan pequeño, con un idioma en común, la integración en la gestión universitaria debería ser natural. Sin embargo, el ejercicio inadecuado de la autonomía, la limitada formación en gestión universitaria de los tomares de decisiones y la descentralización inadecuada de los procesos ha redundado en un sistema desintegrado que limita el desarrollo institucional y lesiona el derecho ciudadano a una educación de calidad.
La desintegración de la UES dentro del sistema de educación superior es evidente. La acreditadora internacional Hcéres lo expresó así “…no parece haber una estrategia definida de alianzas académicas locales por parte de la UES, más allá de la identificación de necesidades puntuales; el liderazgo de la UES a este nivel parece débil.” Esto es así, a pesar, que la UES y otras instituciones de educación superior constituyen el Consejo de Educación Superior que fue concebido para el mantenimiento y desarrollo de la calidad de la educación superior. Este Consejo es un espacio de vinculación que debería facilitar la integración de la UES dentro del sistema de educación superior, pero la carencia de visión del liderazgo lo ha desaprovechado.
La estructura de la UES dificulta la integración. El diseño competencial concebido en la Ley Orgánica de la UES ha generado un ejercicio de poder feudal, organismos de gobierno inoperantes, donde cada uno vela por sus intereses, descuidando los fines y el cumplimiento de las obligaciones institucionales. Así, por ejemplo, Hcéres manifiesta que la coordinación entre la Secretaria de Relaciones Nacionales e Internacionales y la Secretaria de Proyección Social no parece muy desarrollada en la UES. Ahora, considerando que estas dos secretarias tienen una vinculación directa con el ambiente institucional y que su labor es complementaria para favorecer a los ciudadanos, es inaceptable que no desarrollen una coordinación que aseguré de forma eficiente y eficaz el cumplimiento de los fines institucionales.
La desintegración de la UES dificulta la gestión presupuestaria. La gestión presupuestaria, incapaz de elaborar propuestas viables, funciona como una piñata donde cada quién se quiere quedarse con más dulces. Esta lucha de intereses por el reparto del presupuesto de la UES genera unidades con mayor bonanza económica, mientras otras experimentan carencias que limitan su desarrollo. Las carencias más notables se manifiestan en las Facultades Multidisciplinarias, que son las atienden las necesidades educativas de los ciudadanos del interior del país. Además, tal como advierte Hcéres, la organización de la UES ralentiza notablemente la ejecución del gasto.
La desintegración de la UES impide aprovechar la tecnología disponible. Mientras la Secretaría de Investigaciones Científicas de la UES desarrolla eventos con cientos de participantes, dejando registro público de cada evento; la Secretaría General de la UES, por su parte, manifiesta incapacidad para guardar registro digital del las sesiones del Consejo Superior Universitario, donde participan menos de cien personas; pese a que las dos secretarias cuentan con la misma disponibilidad de internet e infraestructura informática.
Ahora bien, la desintegración es un estado de cosas que repercute negativamente en el cumplimiento de los fines institucionales, no es una situación deseable para ninguna institución que debe garantizar derechos de los ciudadanos ¿Quién se atreverá a cambiar esto?
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