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El sueño de la Europa social y su futuro político después de las recientes elecciones

German Rosa, s.j.

Nuestro pequeño mundo está rodeado y poblado de sueños. Shakespeare en su fantástica y mitológica obra de teatro La Tempestad, decía que estamos hechos de la misma materia de los sueños: “estamos tejidos de idéntica tela que los sueños, y nuestra corta vida se cierra con un sueño” (http://www.biblioteca.org.ar/libros/1140605.pdf). Y podemos reformular este pensamiento diciendo que los grandes sueños cuando se hacen realidad engrandecen a los pueblos.

Las recientes elecciones europeas del pasado 26 de mayo, han causado gran efervescencia social, mostrando la diversidad de posturas ante las mismas. Europa ha estado en constante agitación desde que comenzó el proceso del “Brexit” o de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, desde hace un par de años. Tema pendiente y no resuelto, pero que evidencia las tendencias nacionalistas, al mismo tiempo se observa, cómo van emergiendo en Europa grupos políticos populistas que han querido seguir el camino del Reino Unido, para salir de la Unión Europea. Se han fortalecido los populismos anti-europeístas, xenofóbicos y grupos políticos que han planteado propuestas en contra del proyecto de la Unión Europea.

1) El gran sueño de la Unión Europea

El gran sueño europeo comenzó hace 62 años cuando se firmó el tratado de Roma, con el que se constituyó la Comunidad Económica Europea y se transformó en 1993 en la Unión Europea. Dicho proyecto nació como una propuesta para fundar una comunidad entre los distintos países europeos, que habían sufrido dos guerras mundiales y proyectaban su futuro soñando la reconstrucción del continente con la creación de instituciones comunes, con valores comunes, una comunidad de paz, de libertad y democracia, basada sobre los derechos humanos y el estado de derecho, y al mismo tiempo que se convirtiera en una gran potencia económica. De hecho los logros alcanzados han superado las viejas divisiones, que los llevaron a las guerras. Pero hoy se ve amenazado el sueño europeo por las tendencias separatistas, el peligro de que los ciudadanos acepten sin reflexionar las propuestas populistas con tendencias a la fragmentación y la división entre los países miembros de la Unión Europea.

Europa se ha convertido en una región de amplia participación democrática, en un bloque comercial entre los más grandes del mundo, que tiene una actividad financiera y económica capaz de competir con los Estados Unidos, China y otras potencias económicas del mundo. No cabe duda que los logros alcanzados son muchos: una estabilidad política sin precedente en la región, un elevado nivel de vida, amplios beneficios del estado social, un mercado único, una moneda única que compite con el dólar. Europa se ha convertido en un actor político obligatorio para tratar los temas globales como la crisis ecológica, la paz en regiones de conflicto y también por su aporte a los países en vías de desarrollo. El gran sueño de la Unión Europea, hizo resurgir a estos pueblos desde las cenizas de las guerras mundiales.

2) Las amenazas de las tempestades al sueño de la Unión Europea

Sin embargo, se percibe la falta de unidad política y de una voz común en los contextos de crisis y conflictos internacionales. Se observa, una crisis política sin precedentes con el “Brexit” aun no consumado, un estancamiento económico y algunos países de la Unión están en recesión, hay una necesidad de creación de empleo, un creciente déficit público en países del sur de Europa y falta de competitividad de estos países con respecto a los países nórdicos de la región.

Los países europeos más pobres y más endeudados (el sur y los países del este), deben ajustar sus presupuestos para imponer la austeridad y la disciplina de reducción del gasto público para cuadrar sus presupuestos y reducir el déficit. Esto implica altos costos sociales creando una oposición por parte de dichos países (Cfr. https://www.lavanguardia.com/economía/20111209/54240866772/europa-alemania-francia-velocidades.html).

Europa está pasando por una crisis social que afecta a la juventud, que está en muchos países desocupada o subempleada. De un total de 21 millones de desocupados, casi la mitad (46 %) está en esta situación desde hace mucho tiempo. La tasa de desocupación juvenil es de 19 %. La desigualdad aumenta a causa de la crisis financiera, y el futuro del financiamiento de las prestaciones sociales del Estado social es incierto, dado el declive y el envejecimiento demográfico (Cfr. Viguiristi, F. d. 2018. Il furuto dell’Europa. La Civiltà Cattolica, p.  261).

Europa está atravesando por una crisis de valores y de identidad, lo cual favorece un sentimiento antinmigrante que han tomado como bandera política grupos populistas y nacionalistas. Da la impresión que los flujos migratorios del Oriente Medio y de África, se han convertido en chivo expiatorio de estos grupos políticos.

Las migraciones provenientes de África, el oriente medio y otros lugares confrontan y dividen las posiciones políticas de los países miembros de la Unión Europea. El caso extremo es el Reino Unido que pregona que el Brexit, le permitirá tener el pleno control de la política migratoria. Y aparece con frecuencia en campañas antieuropeas, el vínculo entre la migración y los riegos de seguridad nacional de cara a los peligros de atentados terroristas.

El discurso populista muchas veces retoma los puntos más débiles de la Unión Europea. Los grupos populistas anti-europeístas critican las instituciones europeas calificándolas como un aparato burocrático poco eficaz, incapaz de gestionar la crisis económica, poco democrático, subrayan que las mismas instituciones europeas son percibidas como lejanas a las necesidades de la gente. Además, critican que se acogen a los migrantes y no se tiene la capacidad económica para acogerlos.

3) La Unión Europea, un sueño aún inacabado

La tendencia de las distintas instituciones europeas es a continuar una integración a dos velocidades, y a distintos niveles entre los países miembros de cara al futuro. Dejando la puerta abierta a países que puedan incorporarse a la Unión Europea con los estándares establecidos por ésta. De hecho, no todos los países de la Unión Europea van al mismo ritmo: la mayor parte de los veintisiete países, es decir, diecisiete países comparten la moneda única; Irlanda no ha adoptado el acuerdo de Schengen que suprime los controles en las fronteras interiores y traslada esos controles a las fronteras exteriores; Dinamarca no ha aplicado la política común de seguridad y de la defensa; Polonia no se ha adherido a la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, pero tampoco son signatarios de esta carta el Reino Unido e incluso la República Checa; y también, la República Checa está fuera del pacto fiscal (Cfr. Viguiristi, 2018, p. 264). Se habla de una Unión Europea a dos velocidades, como una solución que no obliga a nadie a adoptar medidas europeas que no quiera, pero que permita avanzar sin obstaculizar a los que quieren profundizar más en la integración europea (Cfr. https://www.elblogsalmon.com/economía/europa-a-dos-velocidades-ventajas-y-desventajas-de-este-polemico-modelo).

De hecho se requiere una flexibilidad de adaptación para conservar la unidad. Ciertamente que los retos globales necesitan instancias supranacionales, para afrontarlos y resolverlos. Y esto es un aspecto que es ampliamente reconocido. Por ejemplo los retos que plantean la ecología, la paz y la seguridad, no los puede afrontar un país aisladamente.

Los jóvenes han crecido en una cultura amplia de intercambio entre las universidades europeas (“programa Erasmus”), los intercambios culturales y laborales han beneficiado a estas generaciones. Los jóvenes han sido testigos del crecimiento y los niveles de desarrollo que han logrado con la Unión Europea. Sin embargo, en la actualidad existe el temor real de que una generación de jóvenes europeos pueda vivir en condiciones peores que sus propios padres, y también un 25 % de la población del viejo continente considera que la pobreza en este contexto es un riesgo real.

El contexto político inmediato demanda formas simples y fluidas para responder a las prioridades, que sienten los ciudadanos: la desocupación, y de manera particular de los jóvenes, la crisis económica, la realidad de los flujos migratorios y de seguridad pública, el cambio climático y la cooperación internacional, etc. Hay muchas expectativas de cara al futuro político, que no pueden ignorar los miembros que han sido elegidos para liderar el Parlamento Europeo, el Consejo Europeo y la Comisión Europea.

Se pueden soñar “tempestades”, como en la obra de Shakespeare, de cara a la salida del Reino Unido de la Unión Europea e incluso se pueden hacer profecías de mal agüero creando el pánico y la incertidumbre. O bien, se puede retomar con realismo el sueño de construir una Unión Europea, que responda a las expectativas de sus ciudadanos. Si queremos, podemos extraer algunos aportes importantes que pueden iluminar nuestra región convulsionada de Centroamérica. ¿Es posible la unión Centroamericana de cara a tantos desafíos comunes y tantas esperanzas políticas comunes de nuestros pueblos en la región?, ¿se pueden tener sueños realizables que respondan a nuestras necesidades y que contribuyan a la unidad económica y política de Centroamérica? Esta es una pregunta que puede sonar a romanticismo político o a un idealismo ingenuo o bien, puede ser un anhelo que palpita en una inmensa mayoría de los centroamericanos que queremos salir de la miseria, la pobreza, el desempleo, la violencia, la corrupción y tantos males comunes… ¡Vale la pena soñar y soñar en grande, pero superando las pesadillas de tempestades…!

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