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El sur bajo asedio

Luis Arnoldo Colato

La crisis venezolana, la que ahora mismo agobia a Nicaragua, el asesinato del ejecutivo en Haití y la reciente situación cubana, tienen todas orígenes similares con matices en la participación de terceros desde el principio.

En el caso venezolano EU reconoce un ilegal insustentable, la figura del “presidente encargado”, a quien financio a la par que este y su círculo roba cada céntimo que le llega a las manos, mientras se relaciona con la cloaca criminal paramilitar colombiana, a quienes induce a sembrar el caos en la frontera entre ambas naciones, con el favor del ejecutivo y la élite colombiana.

En Nicaragua las tensiones comienzan el año antepasado, siguiendo el mismo guión, más el soporte intervencionista de la OEA que también agrede a Bolivia, con los resultados conocidos de todos – en los que abiertamente el secretario general de la OEA promueve relevar al ganador de las elecciones en el país andino, como del ejecutivo centroamericano -, que sin ningún reparo induce en la oposición militante nicaragüense el extremismo, asesinando e incineración a dos policías nicaragüenses [OEA/ONU/2019], dando pie a la radicalización de las diferentes posturas enfrentadas, mientras se desanda la incipiente democracia nicaragüense.

Por otro lado, el asesinato del ejecutivo haitiano se corresponde con los proyectos que intentaba adelantar en su país, que de concretarlo habría desmontado al estado inmóvil e inviable que por ahora es Haití, sembrando el germen de la recuperación de la nación, dejando atrás finalmente el estado fallido que siempre fue Haití desde su fundación, cuando también se asesinara a su primer gobernante y por razones similares.

Y Cuba, pues el descontento de quienes se manifiestan en las calles de la vieja Habana no está dirigido en contra de su gobierno, sino en contra de las carencias provocadas por el bloqueo, malestar que está siendo aprovechado por el mínimo reducto de la oposición radicada en la Florida, para aparentar un estallido social inexistente.

Los cuatro eventos tienen como común denominador el que siguen el guión artificioso del golpe suave, del manual de Gene Sharp, en el que la desinformación mediática es capital al promover una percepción equivocada de la realidad que retrata, con el fin último de provocar un cambio político afín a los intervencionistas, por los medios necesarios.

Podemos apreciar para comprobar esta afirmación el que los mismos contratistas estadounidenses están involucrados a la ves en el magnicidio haitiano, como en el del intento de magnicidio venezolano [BBC]; en los cuatro casos la planificación de la intervención deriva de la aprobación y participación de Washington [CNN], en los cuatro casos se busca imponer el modelo democrático estadounidense, sujeto a sus intereses pero de espaldas a los propios, sin contenido y vacuo, que solo sirve para entregar al país al norte promoviendo a una elite servil que se enriquece desmedidamente mientras el resto se empobrece.

En fin, una nueva ronda de la operación Condor, y con el mismo ánimo, el de evitar que América Latina se encuentre soberanamente, descubriendo su propio camino y construyéndolo al andar.

   

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