Carlos Girón S.
-¡Ja ja ja, jo, jo, knox, knox, ja, ja, onk, onk, jaaaa!- con esas risotadas y pitazos del claxon del vehículo se bajó del taxi Rufino, que estaba estacionado en la acera, esa mañana después del 30 de abril y 4 de mayo pasados.
-¡Vaya, vaya, cada día aparece un loco!, saltó a decir María, la pupusera del loroco y chile. ¿Qué le pasará a ese señor?, se preguntó ella misma.
-¡Juá, juá, jo, joooo, ¡ay me duele el estómago de tanto reír!, dijo de nuevo Rufino.
-Si, aspecto de chiflado tiene el taxista –acotó Ruperto, el sorbetero de carretón.
-¿Por qué no le pregunta de que se ríe con tanto escándalo y hace bullanga con el pito de su jarrilla?, le dijo la pupusera al sorbetero.
-Sería mejor que usted se le acercara y averiguara; a usted puede tenerle más confianza –le respondió Ruperto.
-¿Qué cosa será la que pueda dar motivo de tanta risa con carcajadas estruendosas como lo hace el señor taxista?, se dijo Fidelina, la del canasto bisutero.
-Tomás el carpintero se sumó a los comentarios diciendo, que debe ser algo muy divertido y chistoso lo que celebraba Rufino.
-Filadelfo, el de los billetes de lotería, cruzó entre los presentes y se dirigió directo donde el taxista y muy gentilmente le dijo: ¿tendría la amabilidad de compartir con nosotros su cosa chistosa para carcajearnos también nosotros, a mandíbula batiente, como usted?
-Pues, la gran zurrada que está haciendo el Aguado, el dictadorzuelo autoproclamado en la República Bolivariana de Venezuela, a quien le ha salido y sigue saliendo el tiro por la culata, como decimos los del pueblo…
-¡Ja, ja, ju, ju, jo, joooo, plan, plan, plom, plom (ruidos de palmadas en sillas del lugar), esa fue la bulla de los filosofitos populares por lo que les dijo Rufino.
-Esa ha sido una zurrada monumental que no olvidará nunca el Aguado, quien ha venido actuando traidoramente por sentirse aupado por vientos del Norte –que ya ustedes adivinan-, comentó el joven universitario presente en el lugar.
-Este sábado pasado volvió a salirle al tiro por la culata y otra zurrada mayúscula, con la ridícula manifestación que él anunció como multitudinaria, “la más grande de la historia”, “más grande de Venezuela”, como lo anunciaron los medios que apoyan tal clase de ilegalidades y abusos –afirmó el señor bien vestido que gusta asomarse a esa plaza contenta.
-Rufino les dijo que en esa “masiva manifestación de opositores”, se iba a llegar frente a los cuarteles para entregar a los soldados “un documento” –seguramente incitándolos a la traición, como la suya— para un alzamiento del ejército contra el Gobierno constitucional, derrocando a Nicolás Maduro.
-¿Y qué paso?, inquirió Fidelina.
-¡Jua, juá, jo, jo, ju juuuu! (más palmadas en las sillas y golpes de zapato en el piso)… fue el estruendo que volvió a darse, como respuesta a la bisutera.
Hay razón para esto, dijo Rufino, pues solo fueron grupillos de revoltosos los que allá se aproximaron a los cuarteles y se vieron frustrados otra vez, por la sordera de los jefes y soldados en los recintos de los cuarteles.
-Y esta vez sin fotos ni grandes desplegados en los noticieros de sus simpatizantes –se asomó a decir Juana, la de la mochila a las espaldas, con café y pan.
-Y miren, se asomó a decir el fontanero Filiberto, ¿no se han fijado que aquellos asnos de Troya, los gobernantes que también se autoproclaman miembros del Cartel de Lima (Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá, Colombia, Perú, Paraguay), que atentan contra la democracia y apoyan hasta la muerte a loco ese que se hace llamar ”presidente interino” y “presidente encargado”, lo han tirado al olvido, a la basura, sin hacer el menor comentario sobre las zurradas, una tras otra, de su protegido…
-Tampoco los de la Unión Europea que cojean por el mismo lado –añadió el universitario.
-Tomás comentó en seguida: Una información interesante sobre esto, que tal vez leyeron ustedes hace pocos días, la sirvió un buen periódico que publica la verdad. Aquí ando llevando un ejemplar y les leo: el titular dice: “Guaidó se diluye y admite errores”. “No hubo fotos aéreas de una multitud ondeando banderas, ni discursos grandilocuentes, ni retratos heroicos”. El sábado, la convocatoria realizada por el diputado opositor Juan Guaidó, apenas contó con la presencia de un centenar de adeptos. El objetivo, según Guaidó, era acudir a los cuarteles de todo el país a entregar un mensaje a los uniformados, con la finalidad de “sumar más y producir la transición en Venezuela”. “Mientras nos mantengamos unidos en número en la calle, será mucho más seguro para todos”, dijo el viernes (el Aguado traidor).
-Siga, siga leyendo –le pidieron todos (aunque bastantes ya habían leído ese periódico). Rufino siguió: “…Desde tempranas horas de la tarde, otro grupo se acercó a la base militar de La Carlota, para entregar el documento que fue recibido por funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana. Los efectivos de la misma recibieron el texto e inmediatamente lo quemaron ante las cámaras (de los medios), diciendo que “bajo ningún concepto la Fuerza Armada será chantajeada”.
-¡Juá, juá, ju, ju, ju, jo, jo, jo! (más fuertes palmadas en las sillas y zapatazos en el suelo).
El taxista siguió leyendo: Guaidó reconoce errores. A diferencia de otras oportunidades, Guaidó no acompañó la manifestación de la oposición el sábado, ni se ha pronunciado sobre la actividad.
“En una entrevista publicada este sábado por el Washington Post, Guaidó admitió que hubo -errores- de cálculo en el intento de sublevación militar del pasado martes, atribuyó la causa del fracaso a que la oposición (él, principalmente, se puede agregar) sobreestimó el apoyo que tenía dentro de la FANB (Fuerza Armada)”.
-Juá, juá, jo, jo, ju juuu, juá, juá (más y más fuertes palmadas en las sillas y zapatazos), retumbaron las risotadas y palmadas de los concurrentes en el Ágora Cuscatleca, diciendo que estaban celebrando con gran algarabía y satisfacción el nuevo fracaso, la gran churrisqueteada del Aguado traidor, cuyo compinche Felipe López, ha salido con el rabo entre las patas a esconderse en una embajada diplomática con todo y familia.
-Y hay orden de captura contra él —recordó el sorbetero.
-Y, por prudencia y prevención, para no acarrear males mayores, la Corte Suprema de Justicia, no quiere dictar una orden igual contra el Aguado –dijo el taxista, a la vez que recomendó suspender por ahora los comentarios alrededor de este tema.
Todos asintieron y se fueron apartando, en tanto la de las pupusas y del café con pan, siguieron con su pregón de sus ventas.