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“El último Golpe de Estado ya no es el del 15 de octubre de 1979” 15 de octubre de 1979-2021.

Capitán Francisco Mena Sandoval

Ya por tradición, y ahora con más miedo en este día 15 de octubre, se me alojan los muertos, torturados y desaparecidos en mi cabeza. A 42 años del Golpe de Estado de la Juventud Militar del 15 de octubre de 1979, tenemos que valorar si desgraciadamente ya no podemos continuar explicando que este fue el último golpe de estado, ya que el 9 de febrero del 2020 en nuestro país se inicia un período oscuro que sin lugar a dudas es el inicio de la degradación de nuestro joven y difícil proceso democrático.

En ese día, los militares y la PNC, con su Comandante General, irrumpen en nuestra Asamblea Legislativa asestando un golpe mortal a uno de los pilares más importantes de la democracia, la separación de poderes. Esta vez no se logró el objetivo, pero quedaron claras las intenciones de lo que no podemos dejar de llamar por su nombre propio, un golpe de estado. Ese día vimos como el Comandante General cumplía, decía el, un mandato del pueblo, en conexión directa con el mandato divino pues, según él mismo dijo, había sido enviado y guiado por Dios, con quien había hablado directamente. Algo evidentemente muy fuera de la realidad.

Sin embargo, el mandato del pueblo fue elegirlo presidente, no dictador.  Este cargo de servicio público tiene sus atribuciones claras, especificadas en nuestra constitución y las conocemos bien, pues han sido el fruto de nuestras luchas. Y a Dios hay que respetarlo más y no utilizarlo para manipular a nuestra gente que en su mayoría tienen fe, y profesan el cristianismo u otras creencias.

Aclaro que no estoy hablando en nombre del FMLN para que no puedan interpretar que lo estoy defendiendo. Soy de esa parte de la población que nos sentimos frustrados, indignados y enrabiados al ver rotas nuestras expectativas en esos gobiernos de los que esperábamos mucho y nos dieron muy poco.  Pero este es otro tema, ya que de alguna manera también somos responsables usted, Señor Presidente, y yo, por que formamos parte de ese partido durante mucho del tiempo que estuvo en el poder. Lo abandonamos de distinta manera. Personalmente renuncie en el año 2018 en la celebración del X Tribunal Internacional para la Defensa de la Justicia Restaurativa en El Salvador, y desde ese momento mi lucha ha sido al lado de las Víctimas del conflicto armado.  Es desde este lado que escribo.

Su victoria electoral, por cierto, muy contundente encontró a gran cantidad de nuestra ciudadanía en el momento en el que la gente había sido despojada de la esperanza e ilusión que habían puesto, principalmente en los gobiernos del FMLN. Así mismo es importante aclarar que como Comandante General de la Fuerza Armada llego al poder por la vía electoral, es decir por el camino democrático que la lucha de este pueblo le había abierto. Estos son espacios y derechos alcanzados por la lucha que sostuvimos con gran parte de nuestra población contra un sistema dictatorial gobernado por el partido de Conciliación Nacional (PCN) constituido por el poder económico, los militares y avalados por los Estados Unidos.

Sin embargo, parece que, después de tanta lucha, hemos retrocedido en el tiempo. Hoy Tenemos una Corte Suprema de Justicia, nuestro máximo órgano judicial que obedece órdenes del Comandante General, como una unidad militar más, elegida violentando la constitución de la que nos dotamos en ese proceso democratizador; una fiscalía que de igual manera actúa como si fuera otra unidad militar más; y los diputados de la Asamblea Legislativa, que ganaron su cargo por medios electorales democráticos, de inmediato desnaturalizaron su poder de legislar para convertirse en el instrumento del Comandante General obedeciéndole también con disciplina militar.

Se configura así un proceso autoritario, que concentra el poder de manera casi absoluta en una única persona. Y ese sistema de poder autoritario y unipersonal lo conocemos muy bien, porque lo hemos vivido en el pasado en carne propia.  Y conocemos también cuales fueron sus consecuencias.

Fue justamente esa razón, acabar con un poder autoritario y dictatorial, por la que la Juventud Militar tomó la opción de organizar el golpe de estado del 79. En su Proclama, determinaba los objetivos de ese golpe: acabar con la insostenible situación de extrema pobreza, falta de libertades y represión en la que se encontraba El Salvador. Ese golpe de Estado se gestó buscando el camino a la democratización del país. Hoy parece que caminamos justo en sentido contrario.

No sé qué dirán los militares en todas sus jerarquías, jefes, oficiales, clases y soldados, de lo que está sucediendo en el país, ya que según mi conocer los jefes y oficiales reciben estudios serios y profesionales sobre la Constitución y leyes de la República, sobre democracia y dictadura, sobre derechos humanos, y estoy seguro que conocen su diferencia para valorar lo que está sucediendo.

En ese contexto, resulta fácil imaginarse que el compromiso con el Comandante General no es tanto del conjunto de la Institución Militar, si no que se ha construido fundamentalmente con algunos de sus miembros, muy relevantes, ciertamente. El ministro de Defensa, General René Francis Monroy y algún grupo de sus compañeros alrededor de su tanda o promoción, así como del director general de la PNC Antonio Arriaza Chicas se han constituido en el principal sostenimiento del poder del gobierno.  Con ellos se ha asegurado mantenerse en el poder.

Recuperando la memoria de aquella época, el caso del coronel Montano, el único condenado por el asesinato de los sacerdotes jesuitas y dos trabajadoras tendría que hacer reflexionar a los militares en general.  Hay que tomar muy en cuenta que se ha probado la participación del alto mando, y todavía le falta recorrido a la justicia, al igual que el caso del Mozote y muchos más.

¿Qué les dirán a los miembros de sus instituciones, el ministro de defensa y el director de la PNC?  Casi aseguro que ellos no conocen los planes del gobierno, sencillamente porque no los hay. Este es uno de los principales problemas del gobierno: no tiene planes. No les podrán decir ningún motivo que justifique el gran compromiso que ambas instituciones están asumiendo y lo voy a decir claro, por disciplina no se puede sostener una situación como esta. En la década de los 70/80 y 90 la justificación era el Comunismo, en nombre de esta falacia la Fuerza Armada capturo, torturo, desapareció y asesino a miles de personas, oficialmente se conoce el numero de 30.000 muertos, antes de la guerra en 1980. Esta represión tuvo como consecuencia la conformación de un ejército guerrillero muy poderoso y una cruenta guerra con 75.000 muertos que dejo grandes grietas en la sociedad salvadoreña y sin resolver los grandes problemas estructurales de nuestro país.

En el pasado, durante algunos años fueron los cuerpos de seguridad los que se hicieron cargo de la matanza, todo en nombre de la Doctrina de la Seguridad Nacional de los Estados Unidos. En la década de los 70 los distinto cuarteles se convirtieron en cuerpos represivos dedicados a la búsqueda del enemigo interno, un concepto instaurado por la guerra fría, que no era una lucha contra los comunistas, sino en contra todo lo que era oposición.

Y hoy, esa vieja y peligrosa idea del “enemigo interno” vuelve a aparecer en nuestro país. Ya lo dijo el Comandante General en la celebración del Dia del soldado, el 7 de mayo del 2021, en la juramentación de los cadetes de 1er año en la Escuela Militar:  ahora el enemigo será interno. En la preparación militar al enemigo hay que destruirlo, para eso se entrenan las unidades militares de un ejército. Lo repito más claro, al enemigo hay que matarlo, y si es interno se trata de nuestro mismo pueblo.

Es oportuna una reflexión personal: este fue uno de los temas que me obligaron a renunciar a mi permanencia en la institución armada, me causo una gran crisis, por eso es que en cada aniversario se me remueven todos estos hechos en mi cabeza, es que lo viví no me lo contaron. Después de la represión viene la guerra, y ya aprendimos, si es que lo hemos hecho. La guerra no fue la solución ni lo será para nuestro país

Estados Unidos y el poder económico salvadoreño le aposto a la guerra y no la pudieron ganar. El pueblo conformo su ejército guerrillero y combatió heroicamente, pero tampoco la pudo ganar. Ninguno de los dos bandos la pudo ganar, y eso debiera ser suficiente para darse cuenta que ese no es el camino adecuado.

Interpretemos juntos esta historia puesto que el Comandante General dice que la guerra fue una farsa. Él sabrá como la vivió, pero esa interpretación de la historia solo nos lleva a que venga otra “farsa”.   Ojalá los militares interpreten la historia de una manera diferente a su Comandante. La guerra no es la solución, tampoco es una farsa. Los acuerdos de Paz tampoco son una farsa. El enemigo para la Fuerza Armada no puede ser su propio pueblo.

En el contexto de la Guerra Fría, para la época del Plan Condor como parte de la aplicación de la Doctrina de Seguridad Nacional entre las décadas de 1950 a 1980, toda oposición era enemigo interno. ¿Pretenden repetir esa época y sus métodos?

El gobierno actual de El Salvador ha decidido mantener cerrados y protegidos por su Comandante General los archivos de esa época, como lo hicieron en su momento los gobiernos suramericanos que aplicaron esa doctrina. A pesar de que los hechos vividos en El Salvador superan los recogidos por los “Archivos del Terror” encontrados en Paraguay por el juez José Fernández, redactados durante la dictadura de Alfredo Strosner de 1954-1989, los cuales evidencian la existencia de 377 víctimas de la Operación Condor de 1974 a 1981.  El año 2016 la UNESCO los coloco en las “Memorias del Mundo”, como uno de los documentos más importantes.

En El Salvador ¿podremos con responsabilidad colocar nuestros archivos en las Memorias del Mundo o los seguimos escondiendo.? ¿Cuántos murieron bajo este concepto de enemigo interno en este período en El Salvador?  ¿Dónde está la farsa?

De este enemigo interno, además de los muertos, quedan muchas mujeres, hombres, adolescentes, niñas y niños, en condiciones deplorables de salud y materiales, pero con una dignidad de hierro e inquebrantable, con una conciencia muy grande, que no se puede comprar económicamente. Son víctimas sobrevivientes de esa etapa tenebrosa de nuestro país, olvidadas y olvidados en los Acuerdos de Paz, que tampoco fueron atendidas desde las políticas de gobiernos anteriores. Fueron, olvidadas y olvidados casi siempre, pero la Memoria Histórica los coloca en un pedestal y han ganado con su lucha su presencia como los sobrevivientes de este negro proceso.

Hoy, de nuevo se menciona al “enemigo interno” y es necesario reflexionar sobre ello. Porque es un concepto que maneja muy bien el presidente y eso es sumamente peligroso pues nos lleva, otra vez, a que todo opositor político, cualquier disidencia, sea considerada enemigo interno. En ese proceso criminalizador de la disidencia, muy pronto seremos muchos los enemigos internos, y cada día habrá más, ya que se agregará gente que creía que las cosas serian de otra manera.

Como “enemigos internos” se les tendrá que reprimir, aunque sería más fácil escucharlos y volver a la democracia.   No creo que sea eso lo que suceda, al contrario, lo que aparece como más probable es que veamos repetirse los viejos métodos: en los cuarteles, sus departamentos de información e inteligencia se convertirán en agencias de búsqueda de información sobre este nuevo enemigo interno, salas de torturas y de asesinatos.  En el pasado fueron los maestros, sindicalistas estudiantes universitarios y de secundaria, comerciantes en general, campesinas y campesinos, ciudadanas y ciudadanos en general muchos militantes del PDC, PP, MNR, UDN y otros más.  Hoy habrá que ver hasta donde se llega.

Si el presidente se tomó la Asamblea legislativa, para presionar por un préstamo, o al menos esa fue la justificación para la deriva autoritaria y absolutista, que pasará con la gente que no estamos de acuerdo con lo que está haciendo y mucho menos en la forma que lo está realizando.  Al momento ya tiene bajo su mando todos los poderes del estado, ya no puede culpar a nadie de los malos resultados de su gobierno.

En El Salvador los graves problemas estructurales que existentes se deben fundamentalmente a la injusta distribución de la riqueza. Y no ha habido ninguna experiencia dictatorial ni democrática que haya logrado sacar dignamente de la marginación y la pobreza a un pueblo, sin la participación del mismo. Es una realidad del sistema que vivimos que requiere conciencia y empatía con los sectores populares más desfavorecidos; requiere conocer las entrañas de la vida del pueblo y escucharlo, también se necesita capacidad y madurez para afrontar los retos que implica gobernar democráticamente para mejorar, realmente, las condiciones de vida de la ciudadanía.

Pero si el Señor Presidente no oye a sus ministros, Embajadores, Cónsules y demás personal de su gobierno, mucho menos oirá a la ciudadanía.  El incumplimiento de sus principales ofertas electorales empieza a ser evidente, y la gente lo comienza a sentir en el costo de la vida, en la cantidad de medidas en contra del bienestar de la población, en la falta de transparencia y en el dejar espacios protegidos para la corrupción política y económica.

Y en esa dinámica, puede ser que el apoyo de la población se vaya alejando.  Entonces tocará generalizar las acciones de enfrentamiento con el pueblo. Se tendrán que dar órdenes represivas claras para poder consolidar un modelo autoritario de gobierno que poco tiene que ver con los ofrecimientos electorales y con las necesitades de la gente. ¿Qué pasará cuando lleguen los capturados, heridos desaparecidos, torturados o muertos?

¿Y los militares estarán preparados para entrar en esta situación en el cumplimiento de ordenes ilegales?, y los miembros de los cuerpos de seguridad que son los encargados de mantener el orden público ¿lo harán como en el pasado, a cualquier costo?

Deberíamos crearle un altar a la dignidad de la desobediencia, para así dejar de comprometernos personalmente y proteger a nuestro propio pueblo, que es al que tendríamos que defender de acuerdo a nuestra Constitución y reglamentos institucionales.

Los juicios sobre el pasado todavía están pendientes. El cierre de los archivos históricos que deberían servir a la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas, es un nuevo paso en la defensa de la impunidad, que sigue presente. Pero las responsabilidades del pasado y las que vengan no quedaran impunes.  Lucharemos con la razón legítima popular para que esto no suceda, tómenlo en cuenta.

Porque la represión del pueblo y el control de la disidencia nunca va a ser un camino para construir un país próspero y en paz. Nunca será un buen camino para la reconciliación.  Quien lo crea así es que desconoce las capacidades de este pueblo y por eso, seguramente, le resulte extraño que continue, esperanzado, organizado y luchando por su futuro.  ¿Como se puede pensar que no habría oposición, ante medidas antipopulares, antidemocráticas, en contra del bienestar de la población?

Sólo con la luz de la verdad alumbraremos el camino de la justicia y la paz. Nos queda un largo camino hacia la esperanza.

Termino con unas palabras que me encantan del poeta salvadoreño David Escobar Galindo:

Soy uno de los sobrevivientes.

¡Ah¡ Esa es la categoría más común en El Salvador. Todos aquí somos

Sobrevivientes de algo o de alguien.

La supervivencia es nuestro arte popular más cultivado.

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