Luis Arnoldo Colato Hernández
Educador
La aparición de las denominadas “piedras del hambre” en diferentes regiones de Europa, llamadas así porque cuando son visibles, es tan grave la sequía que se atraviesa, que el nivel de los ríos o lagos donde se encuentran baja tan peligrosamente que se vuelven fangales.
Tal fenómeno ha obedecido de acuerdo a la ciencia, a las periódicas sequías que asolan los diferentes territorios respondiendo a un al ciclo natural aún en estudio [Science/Nature], pero ahora, las mismas fuentes achacan tal fenómeno a la actividad industrial humana, que satura luego de iniciada la revolución industrial hace 150 años, al planeta completo con desechos procesados no biodegradables.
Tal efecto ha iniciado además la denominada Sexta Gran Extinción, que entre otros supone la desaparición de entre el 30 y el 80% del hábitat de las especies en las diferentes latitudes, con la consecuente pérdida de sus especies en diferentes porcentajes [Stanford University], agravado con el daño que el incremento de la temperatura por la actividad industrial ha infringido a la banquisa en los polos, reduciéndose y vertiendo a los océanos, una masiva cantidad de agua dulce, trastocando el clima global pues no se transportan los vientos alisios con la frecuencia debida.
Ahora esto se traduce en la grave sequía que atraviesa Europa como otras regiones, agravada por la visión neoliberal del consumo infinito, que impone una dinámica extractiva de recursos para procesarlos, como si éstos carecieran de fin, avocados en una competencia para ser quien extrae más, quien más procesa y consecuentemente se enriquece más, encontrándose todos los elementos de la ecuación en un mismo nicho finito: el planeta.
La más grave de las estocadas es entonces el valor que como producto, artículo de consumo y fuente de enriquecimiento, el mundo neoliberal asigna al agua, por encima de los costes de tratamiento, transporte y distribución del líquido que detenta en su statu de recurso natural expoliado, pero que es además fundamental para el sustento de la vida en el planeta, y que la asamblea de las Naciones Unidas en pleno definiera por extensión, un derecho humano fundamental [Resolución 64/292 de la Asamblea General de las Naciones Unidas].
En nuestro país si recordamos, desde el 13 de julio pasado, la asamblea legislativa reguló a través de la ASA el tema del agua, asignándole después de décadas de estériles disputas interesadas, una regulación, que en la práctica sólo profundizó la problemática relativa al acceso del agua, pues la sujeta a una regulación ambigua que es en toda regla, una privatización, confiriendo a la gran empresa, todas las grandes empresas, privilegios de expolio del recurso por encima de las necesidades de la ciudadanía, y por encima de las capacidades del territorio.
Todo desde la misma órbita neoliberal del consumo y enriquecimiento infinito con recursos finitos.
Así las cosas y en breve, todo se reducirá a recordar la carta del jefe Seattle, que subrayó el valor del agua al gran padre de ojos azules, Franklin Pierce, en 1854: “…la vida ha terminado, ahora empieza la supervivencia”.